Calles desérticas, fábricas paradas, aguas limpias y cristalinas, autopistas sin tráfico, pájaros cantando... Las drásticas medidas de aislamiento tomadas por el Gobierno para hacer frente a la crisis sanitaria del coronavirus están teniendo graves repercusiones en la actividad económica, pero, paradójicamente, están beneficiando claramente al medio ambiente. Desde que nos encerráramos en nuestros hogares para evitar la propagación del virus, la calidad del aire ha mejorado drásticamente y la naturaleza parece querer recuperar el espacio perdido por culpa de la actividad humana.
Aprovechando la insólita situación en la que nos encontramos inmersos, Ecologistas en Acción ha analizado los efectos de la pandemia sobre los niveles de contaminación atmosférica, especialmente en los entornos urbanos, y ha lanzado una importante reflexión sobre las medidas que se deberían tomar de cara a la 'nueva normalidad'.
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¿Qué hemos aprendido de la crisis en materia de sostenibilidad?
La devastadora pandemia ha demostrado que la reducción del tráfico en las ciudades tiene claros efectos en la disminución de la contaminación, algo que a su vez supone una importante mejora de la salud de las personas. Según el informe emitido por la organización, los niveles de polución se han visto reducidos en un 58% en las principales ciudades de nuestro país. A raíz de la declaración del estado de alarma, nos hemos visto obligados a cambiar radicalmente de hábitos y estilo de vida. El teletrabajo, la compra de proximidad o la administración electrónica se han convertido en prácticas de nuestro día a día con las que hemos reducido por completo la necesidad de movernos en coche y, además, han resultado ser un éxito.
Según la organización, estos novedosos sistemas, que ya hemos interiorizado, deberían formar parte de la llamada 'nueva normalidad'. Reducir al máximo las horas punta, flexibilizando los horarios y escalonando la entrada y salida a los puestos de trabajo, y la creación de zonas verdes temporales para evitar aglomeraciones en parques y jardines son otras de las propuestas para lograr una desescalada más sostenible y amable con el medio ambiente.
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Desescalada con aire limpio
No cabe duda de que el principal objetivo de un plan de movilidad sostenible y segura no es otro que el de dejar aparcado el coche. Sin embargo, para que esto sea posible, no solo debemos tomar conciencia del grave problema ambiental al que nos enfrentamos, sino que también se debe fomentar el desplazamiento a pie o en bicicleta y asegurar el buen funcionamiento del transporte público, "columna vertebral de la movilidad urbana". Este nuevo modelo de 'movilidad eco' también tiene que ser compatible con medidas de seguridad tan importantes como la distancia social, que se tienen que continuar respetando en esta vuelta progresiva a la normalidad. Para fomentar la movilidad peatonal, la confederación hace hincapié en la necesidad de una mayor amplitud de los espacios para poder garantizar el distanciamiento físico, al mismo tiempo que aboga por potenciar la bicicleta como una forma de movilidad activa segura, sostenible y saludable, algo que afortunadamente empieza a ser habitual en las grandes ciudades.
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