De repente, llega un día en el que descubres, como por arte de magia, que utilizas al menos una vez al día, las mismas frases que decía tu madre. Segundos después reaccionas y te das cuenta que, como dice el proverbio popular “eres esclava de tus palabras y dueña de tu silencio”.
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Algo tendrán esas frases de madre que se repiten generación tras generación. Están cargadas de humor, sentido común e ironía. Son simples e ilustrativas, las entendías cuando eras una niña y las comprendes ahora, sin embargo, tal vez no son tan acertadas si lo piensas detenidamente.
"¿Tú qué te crees? ¿Que soy el Banco de España?"
Los niños atraviesan una etapa consumista que, sin una intervención temprana de los padres, puede intensificarse durante la adolescencia. De pequeños quieren gominolas, un helado y no pueden esperar a llegar a casa para beber agua, querrán que les compres una botellita aunque estéis a apenas unos metros del portal. El tiempo en la niñez es prácticamente simbólico. Los niños sienten una urgencia desmedida cuando desean algo. La relación que tienen con el dinero es solo lúdica, es el vehículo para conseguir un juguete nuevo o una golosina, sin embargo, más allá del coste de lo que piden es importante que sean conscientes de lo que cuesta conseguirlo, de la importancia de ahorrar y que, apenas puedan, comiencen a administrar su propio dinero.
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Si le dices “yo no soy el banco de España” a un niño pequeño no entenderá la ironía y tampoco podrá aplicarlo como ejemplo. La frase gráfica tu sentir, pero no ayuda a tu hijo a entender lo que quieres decirle. Es mejor ser directa y clara y explicarle detalladamente los motivos por los que no puede pedirte dinero constantemente. Si tienes un adolescente en casa, es probable que entienda lo que quieres decir con eso de que tu no eres un banco pero la ironía suele ser la forma adecuada de enseñar, lo tomará como una burla y se avergonzará, pero volverá a pedirte dinero porque no ha logrado asimilar el concepto.
"Esto no es un hotel al que solo vienes a dormir"
Tu hijo ha crecido, atraviesa una de las etapas más complejas del desarrollo y aunque tienes razón en pedirle que colabore con las tareas o que no disponga del domicilio familiar solo para comer y dormir, no es la mejor vía de acercamiento.
Durante la adolescencia hay que tener paciencia con ellos y sobre todo tender puentes de afecto y comprensión. Esto no significa que no pongas límites, todo lo contrario, sino de hablar y reforzar el vínculo, con los límites y las normas que cada familia considere mejor establecer.
"Si voy yo y lo encuentro…"
Sabes que lo que tu hijo está buscando está exactamente en el lugar que le estás diciendo, sin embargo, él no lo encontrará. Es probable que solo quiera llamar la atención pero también puede ser que esté acostumbrado a que tu resuelvas las cosas por él. Si este es el caso, tu hijo podría tener dificultades para desenvolverse en la vida adulta.
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"Ya sabía yo, te lo dije"
Es una de esas frases que decimos, en parte, para reforzar nuestras ideas sin tener en cuenta que durante la infancia los niños están transitando un camino de aprendizaje en el que tendrán que equivocarse para crecer. El “te lo dije” anula el criterio de la otra persona y lo descalifica.
"¿No tienes otra cosa para ponerte?"
Puede que solo sea una cuestión de criterio estilístico, pero con frecuencia utilizamos esa frase para demostrar que estamos en desacuerdo con la ropa que llevan nuestros hijos en elación con la moral y nuestro criterio de buen gusto. Hacer esta clase de comentarios descalifica a tu hijo que transita una etapa de autodescubrimiento y está formando su personalidad.
Si por alguna razón crees que no debería vestirse de esa manera, que a ti no te guste no es excusa, explicale tus motivos sin descalificar los suyos. Es probable que te lleves una sorpresa y acabes por comprender que el estilo de tu hijo es tan aceptable como el tuyo.
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