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¿Has notado el vientre hinchado en esta cuarentena? Puede ser colon irritable

El cofinamiento puede empeorar la salud digestiva y provocar una mayor distensión abdominal o vientre hinchado. Si es por colon irritable, los síntomas se pueden agravar. Te explicamos a qué se debe y cómo puedes evitarlo


Actualizado 30 de abril de 2020 - 12:51 CEST

La distensión abdominal, que es como suelen definir los médicos al vientre hinchado, es un tipo de trastorno funcional digestivo. La prevalencia de este problema está entre 16 y el 30% de la población. Y se puede manifestar como una sensación subjetiva (el individuo siente malestar e hinchazón) u objetiva (realmente, el vientre se encuentra más hinchado y el aumento del volumen se puede medir). La hinchazón o distensión del abdomen se puede producir de manera aislada o asociada al síndrome de intestino irritable (SII), o colon irritable, que puede empeorar en estos días de confinamiento. Y es que, pese a que el estrés no es el único factor que provoca este problema, este estado de ansiedad sí puede aumentar el riesgo de sufrir esta patología, ya que la incertidumbre y el nerviosismo provocado por la crisis sanitaria del coronavirus SARS-CoV-2 pueden empeorar los síntomas.

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Cómo influye el confinamiento en la microbiota y en el vientre hinchado  Desde que hace semanas comenzara el confinamiento, hemos visto cómo nuestros hábitos y rutinas se han visto alterados considerablemente. La doctora África Villarroel Bajo, especialista en Endocrinología y Nutrición, nos explica cómo se altera la microbiota en estas situaciones:  Nuestra actividad física, que ya era escasa o muy escasa en un porcentaje importante de la población, se ha reducido aún más o, aunque realicemos ejercicio físico en casa, es probable que haya cambiado: no es lo mismo correr al aire libre que en una cinta dentro de casa. Nuestra alimentación ha empeorado, no hay más que fijarse en los datos que nos ofrecen acerca de los productos “estrella” de nuestra lista de la compra actual: patatas fritas, cerveza, chocolate etc inundan las cestas de la compra. La ausencia de contacto social y con la naturaleza, y la menor exposición solar, pueden afectar a nuestras emociones, aumentando los casos de ansiedad, irritabilidad, fobias y otros trastornos del ánimo. Dormimos peor: el cambio en nuestras rutinas, el incremento en el uso de “pantallas” (bien por motivos laborales o como medio de entretenimiento, información etc) y la menor exposición a la luz natural afecta a nuestros ritmos circadianos, lo que influye en la calidad y cantidad del sueño. Sufrimos un mayor estrés psicoemocional: por miedo a enfermar nosotros o nuestros allegados, por estar viviendo situaciones difíciles en casa, por motivos laborales y/o económicos etc. Todo ello, de forma crónica y mal gestionada, puede ser muy perjudicial. Y todo ello puede afectar a nuestra microbiota, a los billones de microorganismos que conviven con nosotros en una relación de simbiosis (es decir, nosotros les damos alimento y cobijo, y ellas nos aportan grandes beneficios), que se localiza en el tracto gastrointestinal, genitourinario, la cavidad oral, la nasofaringe, el tracto respiratorio y la piel, y que constituye un gran órgano metabólico que ejerce funciones indispensables para nosotros, como la regulación de la inmunidad, la participación en el metabolismo de algunos nutrientes y la digestión de los mismos, la síntesis de Vitaminas imprescindibles (como la K, B6, B12, ácido fólico o el ácido nicotínico, la modulación del crecimiento y diferenciación celular, la modulación del sistema nervioso central o la regulación de la inflamación sistémica. Y para cuidar y mantener una microbiota sana, es indispensable optar por unos hábitos de alimentación, actividad física y sueño correctos, una adecuada gestión del estrés y promover el contacto social y con la naturaleza. La alteración de uno de estos factores o de todos a la vez, algo que como comento más arriba está ocurriendo de forma secundaria al confinamiento, podría incidir de forma negativa sobre nuestra microbiota y, por ende, desembocar en problemas de salud muy diversos, incluyendo síntomas digestivos (malas digestiones, distensión abdominal, meteorismo, alteraciones en el hábito intestinal, cambios en el apetito etc), cutáneos (eccemas, dermatitis, acne…), emocionales (ansiedad, distimia, angustia, miedos…), cambios en el ciclo menstrual etc, así que, ahora más que nunca, es importante tratar de revertir esta situación con el objetivo de mejorar nuestra microbiota y nuestra salud.  - Relacionado: Coronavirus: qué papel juega la microbiota


Causas de la distensión abdominal

Existen diferentes razones que pueden causar que se hinche el vientre. Por ejemplo, un mal tránsito intestinal influye en este padecimiento. La sensibilidad o intolerancia a algún alimento también suele propiciarlo. El estrés diario, una dieta inadecuada, los constantes desórdenes alimenticios que conlleva el actual estilo de vida, son las principales causas de los problemas de salud digestiva. También existen otros detonantes no menos importantes como el sedentarismo o la ingesta de ciertos medicamentos.

Pero, como decíamos, el síndrome de intestino irritable también provoca hinchazón abdominal, entre otros síntomas. Según datos de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), el SII afecta a entre un 10 y un 20% de la población, más frecuentemente a mujeres, y con una mayor prevalencia entre los 20 y 50 años. Este trastorno gastrointestina se caracteriza por episodios o brotes de dolor abdominal y cambios en los hábitos intestinales, como estreñimiento, diarrea, distensión abdominal, hinchazón y/o flatulencia.

"El estrés puede ser uno de los factores que influyan en la persona que sufre SII. Cuando una persona que sufre este problema está atravesando una etapa más complicada a nivel emocional, puede presentar síntomas más 'floridos'", advierte la doctora Encarnación Arriaza. "Lo que no es probable es que aparezca por primera vez en este momento, a no ser que se trate de personas genéticamente predispuestas, por ejemplo, con familiares que lo sufran", matiza. 

En el caso de que se sospeche el padecimiento de este síndrome, que puede alterar mucho la calidad de vida de los pacientes, es importante que se consulte con el médico. Si no es posible acudir a una consulta debido a la situación creada por el coronavirus, se puede acceder al consejo médico a través de la vídeoconsulta que algunas plataformas han puesto a disposición de la población, incluso, de manera gratuita mientas dura el confinamiento. Es el caso de Homedoctor. 

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Cómo saber si es colon irritable

Debido al gran desconocimiento de la enfermedad, la doctora Encarnación Arriaza nos ayuda a detectar los síntomas para reconocer el Síndrome de Intestino Irritable y acudir a nuestro especialista médico ante cualquier duda:

  • Dolor abdominal acompañado de cambios en la frecuencia y/o consistencia de las deposiciones, presentando episodios de diarrea o estreñimiento.
  • El dolor abdominal puede ser difuso o localizado, de moderada intensidad, que se alivia tras la defecación.
  • Este dolor abdominal respeta el sueño y suele relacionarse su comienzo con la ingesta de algún alimento.
  • Presencia de moco en las heces.
  • Sensación de no quedar satisfecho tras la defecación.
  • Escape de las heces (incontinencia fecal).
  • Dolor anal.
  • Saciedad precoz al comer.
  • Náuseas, vómitos, dolor torácico o flatulencias.
  • Con una frecuencia elevada, los síntomas empeoran tras alteraciones psicológicas como ansiedad, depresión, angustia y eventos estresantes.
  • Existen otros síntomas que pueden acompañar al SII como reglas dolorosas, dolor de cabeza, molestias al orinar, dolores musculares y óseos y cansancio.

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Cómo mejorar la distensión abdominal

Actualmente no existe ningún tratamiento curativo para el SII. Sin embargo, sí se pueden distinguir dos tipos de abordajes, uno mediante actuación en los hábitos de vida y otro desde el punto de vista farmacológico, señala la doctora Encarnación Arriaza.

En cuanto a los hábitos de vida, se deben seguir una serie de recomendaciones como, por ejemplo, evitar el consumo de tabaco y alcohol, identificar qué alimentos sientan peor y eliminarlos, realizar cinco comidas al día y dedicarle, al menos, 20 minutos a cada una. Del mismo modo, es importante tomarse tiempo para defecar, acudir siempre que se tenga deseo y no reprimirlo. Además, realizar 30 minutos al día de actividad física adecuada a la condición de cada persona y evitar situaciones estresantes es aconsejable para mitigar los síntomas de la enfermedad.

Respecto al tratamiento terapéutico, numerosos estudios han demostrado que los probióticos tienen eficacia en esta patología. No obstante, el especialista médico indicará cuál es el adecuado según los síntomas que se presenten, que pueden ir desde la ingesta de fibra, los laxantes, si existe predominio de estreñimiento, los antidiarreicos, en caso de diarrea, los antiespasmódicos, o incluso, en ocasiones, hay que recurrir a antidepresivos o ansiolíticos.

El uso de probióticos específicos para el colon irritable es una medida terapéutica que puede ayudar a aliviar la sintomatología. Pero no vale cualquier probiótico "al igual que no sería conveniente tomar cualquier antibiótico si no es el indicado para el problema que estamos sufriendo", señala la doctora. En este sentido, la cepa 35624® (Alflorex para Colon Irritable) es un ejemplo de eficacia y seguridad en la mejora del SII, avalado por 15 años de investigación y más de 150 publicaciones científicas y presentaciones internacionales.

"Este probiótico ha demostrado una mejora significativa de los síntomas del colon irritable, disminuyendo el dolor o la molestia abdominal, la hinchazón o distensión y/o la dificultad en movilidad intestinal", concluye la doctora Encarnación Arriaza.