Sin duda, el mundo no volverá a ser igual. Al menos durante un tiempo. La crisis sanitaria generada por la irrupción del coronavirus ha puesto literalmente del revés nuestras vidas y quien más quien menos se pregunta ya cómo será esa ‘nueva normalidad’ tras la pandemia, con una sociedad que se enfrentará a una severa crisis económica y social. Para intentar entender e intuir el mundo que nos espera de ahora en adelante, tendremos que tener en cuenta las lecciones que nos deja esta crisis siendo conscientes de que el mundo que nos espera será muy distinto del que conocíamos. No son pocos los que ya están lanzando sus predicciones al respecto, analizando cómo será la vida tras la cuarentena obligada que nos ha tocado vivir.
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“Podemos percibir y vivir el confinamiento como un mal sueño del que salir o podemos hacerlo cómo una oportunidad de reflexionar sobre nuestras costumbres. Podemos vivirlo desde la resistencia o desde la resiliencia”, apunta la socióloga Alicia Aradilla, quien plantea un decálogo con consejos para enfrentarnos a la sociedad que viene tras el confinamiento:
-Hacernos preguntas. Si queremos saber algo más sobre el mundo de mañana podemos hacer algunas preguntas a nuestro mundo de hoy. Por ejemplo: ¿qué sensibilidades de hoy me llevo a mañana, tales como ser más sensible al otro, a la desigualdad, a la injusticia, al sufrimiento ajeno? o ¿de qué manera puedo trasladar a mis nuevos retos los elementos de éxito que me han permitido estar en confinamiento, como la disciplina, la constancia, la determinación o la responsabilidad?
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-Más responsabilidad individual. La socióloga apunta a que si algo nos ha enseñado esta crisis es que tenemos que mantener y elevar nuestra cuota de responsabilidad individual en lugar de depositar tantas esperanzas en la responsabilidad estructural (administraciones, gobierno, organizaciones empresariales…)
-La importancia de la inteligencia emocional. Para Alicia Aradilla, es importante dar la vuelta a las cuestiones con un giro solidario. Hay que cambiar la pregunta '¿En qué puedo beneficiarme yo?' por '¿En qué puedo contribuir?'. Y está claro que este cambio requiere un nivel de conciencia que solo podrán asumir las personas con inteligencia emocional media y alta.
-Fuera victimismo. Si somos víctimas, no avanzaremos, y además de que no serán escuchadas nuestras preguntas, perderemos la oportunidad de desarrollarnos a partir de esta experiencia tan insólita. Las personas que se victimizan a sí mismas, van perdido atractivo, no provocan que otras quieran compartir experiencias con ellas, lo que, poco a poco, puede provocar su propio aislamiento social.
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-Cultivar la resiliencia. Debemos conectar con nuestra capacidad resiliente, es decir, la capacidad de vivir una experiencia traumática, superarla y salir, además, reforzado de ella, con más aprendizajes y recursos.
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-El poder de la palabra. Estamos en una época en la que se reduce obligatoriamente el contacto físico, por lo que conviene que desarrollemos nuestras habilidades conversacionales. Nos queda la palabra, clave para mantener y cuidar nuestros vínculos sociales y relaciones personales.
-Colaboración y generosidad. Sin duda, es el momento de ayudarse. Tenemos que ser conscientes de que, como individuos, somos muy poderosos y es el momento de poner ese poder al servicio del bien común. La competitividad del individualismo nos hace perder competencias.
-Reordenar nuestros valores. Esto no significa que cambien los valores en sí mismos, sino que cambiaran los criterios de prioridad. En la sociedad aparecerán nuevos patrones de comportamiento grupal. Seremos testigos de un claro proceso de reformulación colectiva.
-Pasar del consumo compulsivo al consumo consciente. Los patrones de consumo tras el confinamiento marcarán dos grandes extremos. Por un lado, un consumismo, si cabe, más acumulador y salvaje, y en el otro extremo, una real orientación al consumo consciente (local, responsable, ético, más humano),
-Evitar el pánico. Sin duda, el miedo ha sido una de las emociones protagonistas durante el confinamiento. Miedo por nuestra economía, nuestras relaciones sociales y, es más, incluso miedo a morir. Cuando volvamos a salir a la calle, después de tantos días de confinamiento, la clave estará en la prudencia y la consciencia para no entrar en pánico ante el contacto humano.
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También en esta línea de analizar qué nos vamos a encontrar una vez controlada la crisis sanitaria, está el informe Restart: 10 Post Covid-19 Trends, realizado por la consultora de innovación Opinno, en el que se identifican algunas de las tendencias que podrían estar a punto de empezar a modelar ese nuevo mundo. Pedro Moneo, CEO y fundador de dicha consultora, parte de la base de que las empresas que tendrán éxito en el largo plazo no serán solo las que mejor gestionen esta crisis, sino las que se sabrán adaptar mejor a la nueva normalidad. Y resume así algunas de las nuevas situaciones que nos encontraremos en la época post-coronavirus.
- Hipocondría social: en esta nueva etapa, buscaremos bienestar, salud e higiene, tanto para nosotros como para nuestros seres queridos. La gente se cuidará más a sí misma y también a los demás. La hipocondría se convertirá en una palanca para innovar en la industria de la salud, los cuidados y el bienestar. Consideran que, por ejemplo, la medicina preventiva se afianzará: llevaremos más sensores para monitorizar nuestros parámetros vitales y evitar problemas de salud. Así, es posible que generemos más datos, que evaluarán profesionales ayudados por sistemas de inteligencia artificial (IA) para personalizar los tratamientos.
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- Low cost con valores y alargolescencia programada. Si algo ha dejado patente esta crisis es que la economía, nacional e individual, es frágil. En esta nueva etapa, es bastante probable que la gente ahorre más. Pero además, quizá la recesión nos obligue a ganar menos, lo que fomentará la vida low cost, pero sin perder los valores y la conciencia que los consumidores han alcanzado en los últimos años. Reducida la capacidad de gasto, la gente poseerá cada vez menos cosas, pero querrá que duren más y que sean más respetuosas con la sociedad y el medio ambiente. Es lo que llamamos Alargolescencia Programada, un terreno especialmente fértil para la industria y el gran consumo. “Nos fijaremos muchísimo más en las etiquetas, de dónde vienen los productos, los valores que tiene la marca, lo comprometidas que son estas con la sociedad”, explica Canonici.
- Los nuevos héroes. Sin duda, esta experiencia vital, nos ha dejado, además de los profesionales sanitarios, a otros héroes del nuevo mundo: los transportistas, los trabajadores de supermercados, el personal de limpieza, los cuidadores de personas mayores y las distintas fuerzas de seguridad. Habíamos olvidado su papel, su importancia, y la crisis de la COVID-19 no ha hecho sino poner en valor sus servicios, lo que será una oportunidad y un desafío para la industria de la alimentación, la logística y los bienes de primera necesidad.
- El teletrabajo masivo ha llegado a la fuerza y para quedarse. Las relaciones en remoto, tanto laborales como comerciales, serán más habituales y se convertirán en una palanca para atraer talento. Este cambio favorecerá la tendencia en auge de los nómadas digitales y de la España vaciada.
- No olvidemos la sostenibilidad. Tras la pandemia, gobiernos, empresas y ciudadanos recuperarán la lucha contra el cambio climático. Sabemos que se avecina una recesión económica, pero las empresas que no sean sostenibles pueden perderlo todo. La sostenibilidad se convertirá en el nuevo gran pilar de los valores corporativos y personales. Y lo hará desde todos sus ángulos, porque, para que algo sea sostenible, debe serlo a nivel económico, humano y medioambiental.
- En busca de un liderazgo intelectual y transparente. El mundo actual, falto de liderazgo intelectual, cultural y ético, necesitará nuevos referentes. Los expertos consideran que la credibilidad de las fuentes de información se volverá estratégica, igual que la transparencia y el conocimiento profundo, y estos elementos deberán convertirse en los nuevos valores y pilares de cualquier marca que quiera sobrevivir.