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portada mujer© Gtresonline

Psicología

Aprendizajes emocionales que nos llevaremos de la cuarentena

Aunque a veces no seamos plenamente conscientes, la cuarentena está siendo una oportunidad única para aprender


Actualizado 24 de abril de 2020 - 15:47 CEST

Desde hace más de cinco semanas, nos encontramos aislados en nuestras casas para hacer frente a la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, una pandemia que está marcando un antes y un después. Están siendo momentos complicados para todos y cuesta mantenerse mentalmente fuerte. Tanto es así que, tras tantos días de 'encierro', hemos podido experimentar un sinfín de emociones negativas, como la angustia, la tristeza, la preocupación o la incertidumbre. Sin embargo, a pesar de que a veces cueste vislumbrar el futuro con cierto optimismo, la cuarentena está siendo una oportunidad única para aprender. Si te paras a pensar con detenimiento, dentro del caos y el miedo, hay espacio para lo positivo, aunque muchas veces no seamos plenamente conscientes de ello.

Mujer con un ordenador© Gtresonline
Llevamos más de un mes confinados en casa y una situación extraordinaria como la que estamos viviendo puede dejar, sin duda, secuelas en nuestra salud mental

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Revalorizar la importancia de un hogar confortable

Antes de que la Covid-19 irrumpiera en nuestras vidas, el ritmo de vida de la inmensa mayoría de personas era frenético. Largas jornadas laborales, un sinfín de compromisos y citas, tareas de obligatorio cumplimiento… Una interminable agenda que nos impedía prestar atención a una de las cosas más importantes: nuestro hogar. Ahora, con la declaración del estado de alarma, nuestra casa de ha convertido en nuestro refugio y estamos haciendo de él un espacio realmente confortable. Nos implicamos a fondo en la limpieza, nos preocupamos por la distribución de los muebles y la comodidad de los sillones, vaciamos armarios y nos desprendemos de prendas y utensilios acumulados sin sentido, desechamos objetos que nos alteran y nos provocan ruido visual... Nos hemos percatado de que nuestra casa tiene que ser un verdadero hogar y un espacio armonioso que nos represente y que, además, nos trasmita paz y tranquilidad.

Del sentido del tacto al valor de la palabra

Una de las cosas que hemos perdido con el aislamiento es el 'tacto'. Para evitar la propagación del virus, no podemos tocar, abrazar ni besar. Ni siquiera dar la mano. Las personas que están pasando este encierro en soledad han perdido el contacto físico por completo, mientras que aquellos que lo hacen en compañía de amigos y familiares únicamente pueden disfrutar de este privilegio con las personas con las que comparten techo. Además, cuando bajamos a la calle por estricta necesidad lo hacemos protegidos con guantes, mascarillas y manteniendo una distancia de seguridad. Estamos más separados físicamente que nunca. 

Precisamente, estos sencillos gestos, que antes hacíamos prácticamente de forma automática y sin percatarnos de la verdadera importancia que tienen, son los que más echamos de menos. Hemos aprendido a valorar el poder sanador de un abrazo o el amor y cariño que se trasmite con un simple beso. Mientras el contacto físico se pierde, la palabra gana un valor vital. Hemos tenido que aprender a expresarnos y trasmitir nuestras emociones únicamente a través de las palabras. Tecleamos decenas de mensajes al día, compartimos textos a través de las redes sociales y hasta nos hemos lanzado a la escritura. La palabra se ha convertido en la herramienta para comunicarnos con los demás e incluso con nosotros mismos.

La imaginación y los pequeños actos cotidianos

Antes de esta insólita situación, la inmensa mayoría cocinaba por pura supervivencia, veía una serie por distracción o ponía música de fondo mientras realizaba cualquier otra tarea. Todo ello sin prestar especial atención. Ahora todas estas actividades se han convertido en nuestro verdadero y único ocio y hemos aprendido a disfrutar verdaderamente de ellas.

Con esta situación también se está demostrando que la imaginación no tiene límites. No queremos que haya espacio para el aburrimiento y nos las ingeniamos para amenizar las largas horas en el hogar. Creamos juegos caseros para niños y adultos, coordinamos actividades vecinales de balcón a balcón, realizamos visitas virtuales a museos y hasta escuchamos conciertos en directo a través de las redes sociales. Son prácticamente infinitas las iniciativas que se están poniendo en marcha para unirnos y hacer que esta situación sea lo más amena posible para todos.

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