Disfrutar de nuestra mascota tanto dentro como fuera de casa es un placer para los amantes de los animales. Pero si la actitud del perro cambia radicalmente cuando sale a la calle volviéndose desobediente, tirando de la correa y además si se encuentra con un igual se vuelve agresivo, hay un grave problema. La agresividad de un can hacia otro de su misma especie busca deshacerse del 'oponente', por lo general, debido a un instinto de protección del territorio o de su manada (su familia). Esta situación no hace más que acarrear un estado de nerviosismo a su dueño, que terminará evitando los lugares por donde pasean otros perros, para eludir un conflicto y con una sensación de ansiedad que, con total seguridad, le está transmitiendo. Pero para tranquilizarte, este estado de agresividad tiene solución, y lo primero es identificar los motivos por los que tu perro se comporta así.
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El primer paso, analizar las causas
Hay que observar en qué momento el animal reacciona de forma agresiva. Cuándo comienza a gruñir o a enseñar los dientes, si siente que tiene que defenderte o si tiene miedo a que le quiten sus cosas.
- Estrés: cuando un perro se siente en peligro, el estrés lo prepara para actuar huyendo o luchando. Es una reacción saludable que el dueño tiene que aceptar, siempre que no desencadene un problema de comportamiento.
- Falta de estímulos: un perro que no tiene oportunidad de utilizar sus habilidades puede ser problemático. La falta de estimulación hará que reaccione ladrando en exceso o con agresividad.
- Hiperactividad: si tiene su nivel de actividad alto también puede generar en conductas agresivas, ya que si no utiliza su destreza o satisface sus necesidad de una manera adecuada, puede reaccionar de modo excesivo.
- Miedo: el miedo entre perros existe, y es una emoción que puede desencadenar un comportamiento agresivo. Hay que tener en cuenta las expresiones de la mascota cuando interactúa con otras. A través de esas señales informan sobre sus intenciones. Si el dueño es capaz de interpretarlas, evitará numerosos momentos conflictivos.
- Falta de socialización: un can que no está acostumbrado a tratar con sus congéneres, puede sentir miedo y falta de protección, ya que para él es un desconocido que se acerca a su manada.
- Enfermedad: el dolor provoca irritabilidad y puede provocar encuentros agresivos con otros perros y con personas.
Qué hacer
Hay que tener claro que la agresividad de tu mascota es un problema que tiene solución, y esta pasa por un trabajo en equipo, incluyendo el asesoramiento de un profesional, que trabajará con el can y además dará las pautas correctas para revertir la situación. Pero antes de ponerse en manos de un adiestrador, toma nota de lo que tú puedes hacer:
- Durante el paseo, lleva a tu perro con correa corta y a tu altura. Si piensas que puede llegar a morder utiliza un bozal.
- Evita los lugares y las horas concurridas de paseo de mascotas. Un ambiente relajado es beneficioso para los dos.
- Juega con tu perro, haz ejercicio con él. Es un estímulo positivo que le hará relajarse.
- Déjale que rastree. Olfatear le ayudará a conocer el entorno y a tranquilizarse.
- Si amenaza a otros animales, llévale bien sujeto y sigue tu camino como si nada.
- No hay que premiarle ante un comportamiento negativo.
- Identifica el tipo de agresión. No es lo mismo que muestre una actitud defensiva a una ofensiva.
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Si la conducta agresiva no remite, hay que llamar a un adiestrador canino
Si los consejos anteriores no funcionan y la agresividad del perro va en aumento, no hay que dudarlo y hay que llamar a un adiestrador canino. Este llevará a cabo un entrenamiento específico de desensibilización y contracondicionamiento de los detonantes de la conducta agresiva del perro. Y además ayudará a trabajar y a aumentar el vínculo con nuestra mascota. No es necesario usar la fuera, solo demostrar seguridad en uno mismo, ser consecuente y positivo.
Para ello lo primero que se practica con los comportamientos más importantes con ejercicios de obediencia. El perro aprende instrucciones visuales y auditivas básicas como acudir a la llamada, sentarse o levantarse para hacer algo.
Una vez interiorizado esto, el adiestrador recreará situaciones en las que nuestra mascota reaccionaría con agresividad y enseñará maneras de actuar alternativas, destacando el refuerzo positivo. Las recompensas repetidas pueden reconducir su comportamiento.