El arte de hacer mandalas comenzó en la India, es una tradición milenaria que permite conectar de una manera simple pero intensa con nuestra parte más espiritual. Mandala es una palabra en sánscrito que significa círculo.
Los mandalas tienen unas estructura similar, de diseños concéntricos, que representan la composición del universo y de la naturaleza. Esta es la representación de la armonía, la unión, el equilibrio y lo infinito. Cuando coloreas un mandala estás creando una representación de un mundo único y personal capaz de unificar lo sutil, lo espiritual y hasta lo mágico que hay en ti.
Mandalas para colorear
Cuando regalas un mandala estás demostrando un interés especial por la otra persona. Puedes regalar mandalas pintados por ti o mandalas para que esa otra persona pinte según sus gustos. La opción que elijas cambiará, sutilmente, el resultado final. Cuando pintamos mandalas dejamos fluir nuestro lado más sensible, más intuitivo y genuino.
Si regalas un mandala para colorear estás ofreciéndole a esa persona todo ese universo de posibilidades. Si, además eres una aficionada a dibujarlos y pintarlos, sabrás por experiencia propia que al hacerlo estamos expresando nuestros miedos y preocupaciones más inconscientes. Lo que permite, si lo haces con regularidad, volverlos conscientes y trabajar sobre ellos en meditación o terapia. Los mandalas ayudan a sanar muchas heridas emocionales porque permiten darle forma a una estructura de pensamiento que nos mortifica o lastima.
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Cuando pintamos mandalas nos concentramos en el momento presente, los colores nos absorben y las figuras geométricas que se repiten en forma de cascada se convierten en la mejor oportunidad para dejar aflorar a nuestro niño interior. Probablemente sea de los pocos regalos que puedas hacer que tengan un significado tan especial.
Un mandala en blanco es una técnica maravillosa para combatir el estrés, el insomnio y la ansiedad. Su poder es tan simbólico como efectivo y es un detalle que demuestra que te preocupas por la salud y el bienestar de esa persona.
Mandalas pintados por ti
Si prefieres regalar un mandala pintado por ti, además de todo lo mencionado anteriormente, estás dando un poquito de ti. Con el dibujo ya coloreado le entregas a otra persona muchos de tus patrones mentales, fragmentos de tu mundo interior y de tu sensibilidad.
Cuando alguien nos regala una manualidad sentimos que tiene un doble valor, el del objeto por si mismo y del tiempo y esfuerzo que han invertido en confeccionar ese presente. Con los mandalas ocurre lo mismo. Aunque la persona a la que se lo regales no lo sepa, cada color, cada forma y delineado tiene un significado que expresa mucho más que una tonalidad. Los colores reflejan emociones, ayudan a visualizar y a sanar si crees en el poder terapéutico de los mandalas.
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Mandalas para niños
Pintar mandalas es una tarea meticulosa pero te sorprenderá descubrir cómo le gustan a los niños. Los ayuda a desarrollar la motricidad fina, estimula la concentración y la creatividad y, como si fuera poco, trabajo ambos lados del cerebro: el racional y el sensible o creativo.
La mejor edad para comenzar a pintar mandalas es partir de los 6 años. Si quieres obsequiarle a un niño menor de 12 años un mandala para que el mismo pinte busca alguno de diseños que se ajusten a su edad, de lo contrario podría sentirse frustrado o exigido por tener que hacerlo bien y no disfrutar ni aprovechar los beneficios de esta técnica.
Los pequeños suelen preferir los mandalas para colorear, en tiendas especializadas o en comercios de manualidades cuentan con libretas que incluyen muchos mandalas para pintar. También puedes encontrar libros con explicaciones sencillas sobre cómo colorearlos y qué significado tienen los colores y las figuras. Es importante que los niños sientan libertad para crear y combinar colores, salirse de los bordes o remarcar demás. A medida que se acostumbren y disfruten de este arte ellos mismos corregirán sus errores.
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