El confinamiento comenzó como una obligación que, de repente, nos imponía un cambio radical de rutinas. De repente, bajamos el ritmo, nos descubrimos en pareja o en soledad y tuvimos que encontrar la manera de organizar la casa, los niños y el teletrabajo. En ocasiones nos cuesta ver el vaso medio lleno, sin embargo, la cuarentena puede ser una oportunidad única de aprender a valorar lo verdaderamente importante. Una manera de pasar más tiempo contigo misma y de decidir cómo quieres vivir los próximos años.
Lo importante de bajar el ritmo
Un poco a la fuerza, la vida slow podría haber llegado para quedarse. Después de más de dos semanas en casa sabes que no pasa nada por no contestar los correos tan pronto como llegan a tu bandeja de entrada, o que los platos se queden una noche sin lavar.
La cuarentena nos ha conectado con un ritmo de vida tranquilo, probablemente ni siquieras tengas recuerdos de haber vivido alguna vez así, pero has descubierto que te gusta y te sienta bien. Las prisas han quedado en el olvido y también esas necesidades materiales que nos llevaban por un camino consumista sin necesidad. Nada parece más urgente que echar una siesta en el sofá o preparar ese postre, receta de tu abuela, que tanto te gustaba de niña.
Si ahora disfrutas de tener una taza de café en la mano y mirar por la ventana antes de ponerte a trabajar o escuchar el piar de los pajarillos por la mañana es la melodía que acompaña tu jornada laboral estás en modo lento y probablemente ya no quieras salir de él.
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Cuidarte y quererte
Aunque lo olvidemos, estar en casa es una manera de cuidarnos y cuidar de los demás. Estás pensando en ti de una manera que, probablemente, pocas veces lo hayas hecho antes. No salimos para evitar contagiarte y contagiar a otras personas.
Si te ha tocado pasar sola la cuarentena seguro has aprendido algo nuevo de ti. La vida social, la familia y los amigos son una parte fundamental de tu día y que has visto desaparecer (aunque no de manera virtual). Esto puede afectar tu carácter y mermar tu estado de ánimo. No obstante, aquí estás, haciendo la compra a los vecinos mayores y proponiendo videollamadas con la familia.
Levantarte cada día con un nuevo propósito
La cuarentena ha sacado tu mejor versión. Has aprendido a levantarte, cada día, y encontrar un nuevo propósito, decidida a aceptar y continuar, características que no pueden faltar en una persona resiliente. Has sido capaz de encontrar la forma de mantener las rutinas que te hacen bien, como sumarte a las clases online de yoga o buscar una lista de ejercicios para no perder masa muscular durante el encierro.
La cuarentena nos permite descubrir nuevos placeres como la cocina, la lectura o la meditación. Dedicarles tiempo es algo que, dificilmente, hubieran podido hacer en otro momento.
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Descubrir y poner en valor la solidaridad
Gracias a los aplausos de las 20 horas has conocido a los vecinos del cuarto A, y a la dueña de la perrita que ladra cuando llegas del trabajo. La cuarentena nos ha mostrado el lado más sensible y necesario de la solidaridad. Ahora somos capaces de entenderla como un gesto que, tarde o temprano, regresa a nosotros. Nos hemos dado cuenta que no hace falta tener mucho dinero o mucho tiempo para ser solidarios sino que basta con querer hacer algo bueno y positivo por los demás.
Buscamos soluciones caseras, como confeccionar mascarillas o hacer vídeos gracioso, porque entendemos que es tan importante cuidar de los profesionales de la salud como provocar una sonrisa empática, una forma de decirnos que “juntos es más fácil superar los conflictos”.
Somos conscientes de como la vulnerabilidad nos afecta sin diferencia de edad, clase social y creencias políticas o religiosas. Todos sentimos las mismas ganas de aportar un granito de arena para que esto acabe pronto y de la mejor manera posible.
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