Pintar mandalas está de moda, sin embargo, es mucho más que una tendencia. Al elegir y colorear cada uno de estos dibujos se produce una conexión con tu parte más interna, aprendes a relajarte y a concentrarte en el momento presente de una manera única, personal y significativa. Pintar mandalas en momentos de estrés, tensión y ansiedad es una práctica recomendada para adultos y niños porque promueve un ambiente de armonía y paz. Y, por supuesto, es una manera de llenar de color todos los rincones de la casa.
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Cada mandala tiene connotaciones específicas, son capaces de modificar tanto la energía de un espacio cerrado como la personal. Mandala es una palabra de origen sánscrito que podríamos traducir como ‘círculo de la vida’ o ‘círculo mágico’. Son sinónimo de paz, calma y equilibrio emocional. Como toda representación artística permite canalizar emociones y dejar al descubierto necesidades y búsquedas personales. Pintarlo disminuye el estrés y reduce los niveles de ansiedad, porque tu mente conecta con tu interior y esto favorece la creatividad, es un canal para las emociones y los sentimientos, especialmente aquellos a los que no podemos darle forma o etiquetarlos.
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Los beneficios de pintar mandalas para los niños
Cada vez son más los centros educativos que incorporan a la rutina escolar la confección de mandalas. En los más pequeños tiene beneficios maravillosos, que se notan rápido y pueden significar una herramienta valiosa para el resto de sus vidas. Al igual que sucede con los adultos, al pintar mandalas los niños se relajan y desarrollan la motricidad fina, algo que durante esa etapa está en pleno desarrollo. La elección de colores es una manera de expresar su estado de ánimo y su yo más íntimo, ese que no está aún condicionado por las normas y convenciones sociales sociales.
Pero no ayuda solo a los pequeños. Los mayores también se benefician de ellos.
Pintar de manera intuitiva o sabiendo qué representa cada color
Una de las primeras dudas que nos surgen cuando nos introducimos en esta técnica es cómo debemos elegir los colores con los que pintaremos el mandala. Podemos hacerlo de manera intuitiva o a conciencia, eligiendo colores que, una vez esté terminado el mandala, sean capaces de expresar nuestra intención al hacerlo.
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Ambas posibilidades tienen un poco de la otra, ninguna de estas dos técnicas es 100% pura, por decirlo de alguna manera. Si tu intención es dejar fluir tu imaginación y liberar emociones mientras pintas sin estar atenta a los colores que vas eligiendo, es probable que a medida que ganas confianza y conocimiento vayas eligiendo colores de manera inconsciente. Es decir, el morado representa el cambio y la creatividad y tu estado de ánimo se modifica cuando lo empleas, por lo que terminarás eligiendo tonos con los que puedas identificar tus emociones y sentimientos. Lo mismo ocurre si quieres utilizar una paleta con conocimientos más específicos como los chackras que representa cada color y su significado. En algún momento, el poder del ahora, hará que mezcles colores de manera espontánea e intuitiva. De eso se tratan los mandalas, nada está escrito como una ley irreversible, estás pintando el círculo de la vida.
Existen muchos libros que enseñan a colorear y a analizar el significado de cada mandala, lo mejor de este trabajo es que no hace falta que sepas dibujar, pintar o tengas conocimientos de arte. Elijas el método que elijas, recuerda que es una técnica que forma parte de los procesos de meditación utilizados en el budismo y el hinduismo.
Un poco de historia
Los mandalas surgieron en el India pero recién a mediados del siglo pasado comenzaron a ser conocidos en Occidente. El prestigioso psiquiatra Carl Jung se interesó por estos dibujos como una expresión del inconsciente colectivo. Según su teoría, el centro del mandala representa esa parte personal que cada persona intenta construir y mejorar para poder construir una personalidad diferente.
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