La infección de orina es una de las patologías más comunes el embarazo, que suele aparecer en el primer trimestre, aunque no hay una relación directa entre gestación y el hecho de desarrollarla. Por lo general, las mujeres son más propensas que los hombres a sufrir una infección de orina, pero los cambios que se producen en el organismo durante el embarazo pueden elevar el riesgo de padecer una infección renal. Según datos de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), las infecciones pueden llegar a afectar al 5-10% de los embarazos. Y, como cualquier infección, esta puede afectar al desarrollo de la gestación y del propio feto, así que lo mejor es prevenir y en el caso de contraerla ponerse en manos del especialista. De esta manera evitaremos complicaciones serias, como pueden ser una infección aguda en los riñones o una pielonefritis.
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Cómo saber si tienes cistitis
Si una futura mamá tiene los siguientes síntomas, lo más probable es que haya contraído una infección de orina. Por eso es importante tenerlos en cuenta, para acudir de inmediato al especialista:
- Dolor o sensación de ardor al orinar.
- Necesidad de miccionar con más frecuencia de lo habitual, además de imposibilidad de hacerlo a pesar de todo. Pero no debemos confundirlo con la incontinencia urinaria típica del embarazo.
- Turbiedad, mal olor o presencia de sangre en la orina.
Causas
Las modificaciones anatómicas y funcionales durante la gestación, así como la menor actividad del sistema inmune, harán que la gestante sea más tolerante a la agresión de las bacterias que suelen causar las infecciones. Además de estas, hay otras causas como el aumento del PH de la orina y los cambios hormonales, que incrementan la secreción urinaria de estrógenos y de progesterona. Y, por último, no hay que olvidar que el aumento del tamaño del útero comprime la vejiga y, por tanto, permite la aparición de residuo posmiccional.
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Cómo prevenirla
La actividad constante de los riñones es la base para evitar la aparición de infecciones urinarias, por lo que es necesario vaciar la vejiga por completo y con cierta frecuencia. Acumular orina residual por no terminar el vaciado puede contribuir a la aparición de bacterias y, por tanto, incrementar el riesgo de cistitis. Así que, para mantener nuestros riñones a pleno rendimiento, es importante beber el agua suficiente que nos haga aumentar el volumen de orina. Durante el embarazo es recomendable hacer una ingesta diaria de dos litros de agua.
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Además del agua, incluir la ingesta de arándanos rojos en nuestra dieta hará que sus propiedades ayuden a prevenir las infecciones urinarias. Según el Centro de Investigaciones sobre Fitoterapia y la SEGO, el consumo de este fruto puede reducir a la mitad los episodios de infecciones de orina, debido a que potencia la capacidad diurética del organismo y también ejerce un efecto antiadherente que impide que las bacterias se fijen a los tejidos de las vías urinarias, permitiendo que estas se eliminen a través de la orina. Así, durante el embarazo se recomienda tomar unos 35 gramos al día. Se puede encontrar como fruta fresca, deshidratada, mermeladas y zumos, etc.
¿Qué le ocurre al feto si su madre tiene infección de orina?
Esta patología está relacionada con las complicaciones que pueden aparecer durante la gestación y también en el parto, ya que eleva el riesgo de alumbramiento prematuro, así como contracciones prematuras. Puede retrasar el crecimiento intrauterino, además de que eleva el riesgo de que se rompan las membranas del útero. Pero también aumenta la posibilidad de que el bebé nazca con bajo peso y anemia. Por eso es importante acudir al especialista, que pautará el tratamiento adecuado que mejore la salud de la madre sin perjudicar a la de su bebé.