La claustrofobia es un miedo intenso y profundo a pasar tiempo encerrado. Generalmente, esta sensación la producen los espacios pequeños, como ascensores y trasteros, pero también ocurre en medios de transporte como el metro y el avión, el teatro o en una clase. La relación espacio, estrechez, poca posibilidad de movimiento e incapacidad para salir de ese lugar que genera malestar es muy alta y la determina cada persona.
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Las personas que padecen claustrofobia sienten temor a lo que pueda suceder si algo no funciona correctamente mientras permanecen en ese espacio. ¿Qué pasa si la puerta del ascensor no se abre? ¿Alcanzará el oxígeno para respirar, podré sobrevivir? En ocasiones, estos miedos son anticipatorios, como una alerta que detecta situaciones de peligro y, en otros, el miedo se manifiesta como un síntoma cuando la persona ya está en el lugar.
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Distintas teorías sobre el origen de la claustrofobia
Existen dos corrientes teóricas sobre el origen de esta fobia, la científica o médica y la psicológica. Algunos estudios apuntan a que la amígdala cerebral de las personas con claustrofobia tiene un tamaño menor, lo que provocaría respuestas exageradas o desmesuradas ante una situación considerada de peligro. La amígdala es una estructura subcortical encargada de conectar las emociones con las respuestas.
Desde la psicología, la claustrofobia puede deberse a una experiencia traumática, que tuvo lugar en muchos casos durante la infancia, que la mente almacena como un episodio negativo y condicionante. Un niño que ha estado encerrado en una habitación pequeña y oscura, una situación que le ha causado miedo, guarda en su inconsciente esa experiencia que puede aparecer a cualquier edad produciendo malestar y un temor desmedido. Siente que no puede enfrentarse a ese miedo, y en la mayoría de los casos la claustrofobia se representa con síntomas físicos.
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¿Puedo sentir claustrofobia por estar encerrado en casa durante la cuarentena?
El confinamiento debido al coronavirus es una situación atípica que puede producir sensación de claustrofobia o la misma fobia, dependiendo de cada persona y de la situación que atraviesa. La sensación de claustrofobia es frecuente cuando comenzamos a sentir que no estamos bien en un espacio determinado en el que debemos pasar mucho tiempo, una oficina, un viaje en tren de muchas horas o nuestra propia casa si tiene el condicionante de que no podemos salir de ella.
Los espacios cerrados alimentan esta fobia que se manifiesta con ansiedad, es decir, con reacciones que se anticipan a lo que pudiera suceder y de manera exagerada, como pueden ser sofocos, palpitaciones o vahídos. La persona indicada para diagnosticar la claustrofobia es el psicólogo y es quien también debe orientar al paciente sobre los posibles tratamientos.
Síntomas físicos que pueden combatirse con la meditación
Es importante diferenciar entre el aburrimiento o la desazón que podemos sentir por tener que pasar muchos días sin salir de casa y la claustrofobia. El primero es una emoción que repercute en nuestro estado de ánimo, producto del cambio de rutinas, la falta de estímulos sociales como ver amigos o familiares y la incertidumbre de lo que pueda suceder. La claustrofobia está asociada a síntomas físicos que aparecen en un momento concreto y suelen ser desproporcionados ante el hecho que los origina.
La meditación y la relajación son dos técnicas perfectas para este tipo de situaciones, porque ayudan a gestionar las emociones y percepciones y favorecen la armonía física y mental. No esperes a ponerte a meditar cuando tengas los primeros síntomas, sino que procura hacerlo a diario, como parte de tu rutina.
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