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Cómo hacer frente a los trastornos alimentarios durante la cuarentena del coronavirus

Te contamos cómo afrontar estos problemas en estos días de aislamiento en casa con la ayuda de los consejos de un psicólogo


Actualizado 24 de marzo de 2020 - 17:13 CET

Nuestro país afronta, con motivo de la declaración del estado de alarma por el coronavirus, la segunda semana de aislamiento. Una etapa nueva y compleja para todos, que nos vemos obligados a permanecer en nuestras casas sin tener muy claro cuándo recuperaremos la rutina. Normalmente en la convivencia se generan roces, pero cada uno puede contar con alternativas para oxigenarse fuera de casa. Sin embargo, esta especie de toque de queda en el que nos encontramos nos obliga a permanecer en nuestro domicilio, acompañados exclusivamente en ese espacio de nuestros familiares o compañeros de piso. "Si a esta situación le sumamos una enfermedad como los Trastornos de Conducta Alimentarios, que no atienden a razones, no se guían por la lógica del sentido común ni por discursos informativos sobre lo que es sano hacer (aunque no sobre decirlo), podemos llegar a situaciones bastante complicadas en el hogar", revela el psicólogo Robin Rica, director de la Unidad de TCA de Instituto Centta.

Y es que nos encontramos ante "una enfermedad devastadora y rígida con la que la persona convive todos los días, a todas horas, y a la que en estos días le cambiamos el tablero de juego. Se avecinan días de convivencia forzosa, de encierros en casa, de no tener nada productivo que hacer, de comidas en familia, de neveras llenas, de gimnasios cerrados, de discusiones o de silencios atronadores, de diferentes conciencias del problema y de la recuperación, etcétera", asegura el experto, que califica la situación como "un gran desafío". En estos momentos difíciles, el psicólogo da a conocer las pautas más recomendables para sobrellevar de la mejor manera posible el abordaje de estos trastornos.

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Establecer un plan de alimentación. Aprovechemos que no tenemos la dificultad de la rutina diaria que nos impide cocinar. Si hay un plan pautado por nutricionista, ponerlo en marcha. Si no, generar uno de manera consensuada los miembros de la familia. Improvisar todos los días lo que se va a comer puede ser un foco de tensión que podemos minimizar

Decálogo de consejos útiles

  • Generar estructura. Es importante mantenerse activo y procurar tener una organización de funcionamiento en casa que se asemeje en la medida de lo posible a la rutina habitual. Procurar establecer un horario de sueño, comida, higiene y estudio o trabajo regular. Incluso vestirse con ropa de calle. Hay que recordar que no estamos de vacaciones. No es lo mismo teletrabajar un par de días a la semana en pijama y luego salir, que estar un mes funcionando de esa manera sin poder hacerlo.
  • Establecer un plan de alimentación. Aprovechemos que no tenemos la dificultad de la rutina diaria que nos impide cocinar. Si hay un plan pautado por nutricionista, ponerlo en marcha. Si no, generar uno de manera consensuada los miembros de la familia. Improvisar todos los días lo que se va a comer puede ser un foco de tensión que podemos minimizar.
  • Compartimentar las tareas. En la medida de lo posible, generar en casa un pequeño espacio de estudio/trabajo, hacer las comidas todos juntos en el comedor, sentados y con las raciones acotadas y dispuestas en un plato/bandeja para evitar excesos y picoteos.
  • Mantenerse activo físicamente en la medida de lo posible. La dificultad para salir de casa puede ser un problema importante para aquellas personas que su TCA tiene un importante componente de sobreactividad física. Si la situación de peso lo permite, es posible realizar una pequeña tabla de ejercicio en casa. Si el caso es el de una situación de bajo peso, podemos optar por una pequeña rutina de estiramiento supervisado. Todo ello estructurado en tiempo y forma.
  • Descansar. Lo anterior debe plantearse en un contexto de autocuidado o de ayuda al cuidado por parte de la familia. Tenemos entre manos una buena ocasión para dormir, descansar y reposar, y no ha de ser incompatible con las tareas "productivas" o la actividad física.

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"Superaremos el COVID-19. Conviviremos con él, sufriremos sus consecuencias (sociales, laborales, económicas) y esta pandemia pasará a la historia en unos meses", confiesa el psicólogo

 

  • Distraerse. Entretenerse y oxigenarse también es igual de importante y ha de formar parte también del plan para estos días. Que el contexto no ayude a "cortar" con la rutina laboral o académica nos emplaza a ser nosotros mismos (o nuestras familias) los que hagamos por generar también espacios de ocio "no productivo". Ahora que miramos tanto a Italia, podemos importar su dolce far niente. No es necesario que dedique todo mi tiempo a cosas "productivas". En esa rigidez y perfeccionismo también se puede alojar el TCA.
  • Comunicar. Vamos a pasar muchos días juntos, con mucha tensión acumulada por la situación general y por la derivada del TCA. Generemos espacios de comunicar, de preguntar cómo puedo ayudar y de compartir sentimientos e inquietudes. Que estar lejos de todos nos una un poco más.
  • Pasar del online al offline. La comunicación y el ocio puede centrarse en lo que nos pone al alcance las pantallas e Internet, o explorar otras opciones. Escribir o dibujar ayuda a poner en orden las ideas, desempolvar un juego de mesa o, simplemente, podemos mirar a los que tenemos alrededor y reencontrarnos con ellos.
  • Usar los recursos terapéuticos. Los profesionales de la salud mental (en mayor o menor medida) tienen la suerte de poder trabajar de manera telemática y dar continuidad a unos tratamientos que de lo contrario se tendrían que interrumpir, con lo que ello supone. Otros sanitarios no la tienen. Mantener la continuidad de las terapias en curso estos días es fundamental, ya que se puede contar con esa opción. También reforzar con sesiones o seguimientos extra. Todos los profesionales están arrimando el hombro en esta situación. Si tu equipo terapéutico no te lo ha planteado, sugiéreselo y seguro que se podrá poner en marcha. Si aún no se ha iniciado un tratamiento, este puede ser un buen momento para ello.
  • Ser flexible. La enfermedad es rígida, y si nosotros también los somos, no vamos a conseguir grandes resultados. Lo más duro de un TCA es que uno convive con su cuerpo 24 horas todos los días y se enfrenta a la comida (huyendo de ella o siendo devorado por ella) cinco veces cada día. Sin embargo, eso también significa que tenemos muchas oportunidades cada día para hacerlo diferente, para observar, para cuidarnos y para pedir ayuda. Si un plato, o un día, no sale como esperamos tenemos los alimentos o el día siguiente para volver a intentarlo. Seamos un poco indulgentes y convirtámonos en observadores creativos en el proceso de recuperación.

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