Lo hemos leído, escuchado y sabemos, por experiencia, que las personas mayores constituyen el colectivo más vulnerable frente al coronavirus. El SARS-CoV-2, responsable de la enfermedad COVID-19, se ceba con los ancianos y afecta, sobre todo, a las personas de edad avanzada, con patologías previas y con inmunosupresión. Pero así como su salud se ve afectada por esta enfermedad, también sus emociones. Y no debemos olvidarnos de este aspecto. Además de necesitar que velemos por su integridad física, debemos ocuparnos de su salud mental.
"Las personas mayores, en muchas ocasiones, ya se enfrentan a situaciones de soledad y aislamiento, que resultan muy poco beneficiosas para su salud. Pero esta realidad que estamos viviendo es excepcional. Y puede suponer un nivel aún superior de soledad, puesto que ni siquiera van a poder recibir visitas de su entorno (hijos, nietos, amigos, vecinos de escalera o de calle...). Así que esto va a influir mucho en su estado de ánimo y sus emociones. Además, nuestros mayores son los más vulnerables y en los que se deben reforzar las medidas de contención de contagios, hecho que incrementa su sensación de de aislamiento y soledad", afirma la psicóloga Sonia Cantos, psicoterapeuta humanista de AGua Psicología, en Guadalajara.
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¿Qué emociones pueden sentir?
Fundamentalmente, miedo y tristeza. "Miedo a la situación, a enfermar, a que sus seres queridos enfermen y, muchas veces, ese miedo puede hacerles conectar con situaciones graves y traumáticas que han podido vivir anteriormente en su vida. La tristeza puede venir porque realmente hay una pérdida, en este caso, pérdida de contacto con sus seres queridos. Pero además pueden sentir síntomas de ansiedad debido a la situación de alerta que estamos viviendo y la probabilidad de enfermar, sea real o no", señala la especialista en psicología.
También pueden experimentar pensamientos contradictorios, añade. "Por un lado, pensar que todo esto es una tontería, que es una exageración pero por otro, aislarse completamente para no contagiarse".
Es importante recalcar, no obstante, que el miedo cumple su función, igual que la tristeza, aunque no nos resulten agradables; este trata de protegernos ante una amenaza, que, en este caso, es la enfermedad. El mayor problema es que estas emociones se descontrolen y se entre en un bucle del que sea difícil salir.
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¿Cuándo sospechar que las emociones escapan al control?
Hay algunas señales que pueden hacernos pensar que la situación se nos está yendo de las manos a nosotros mismos o a nuestros familiares. Por ejemplo:
- Cuando no se piensa en otra cosa y se muestra la incapacidad de concentrarse en otros temas.
- Cuando se necesita estar constantemente informado.
- Si se está muy pendiente de los síntomas del cuerpo y se tiene la sensación de estar enfermando, y esto no sea real (no hay tos, fiebre, verdadera dificultad para respirar, por ejemplo).
- Cuando cuesta controlar la preocupación por enfermar o que enfermen los seres queridos.
- Si se tiene la sensación de que el corazón late más rápido, opresión en el pecho o dificultad para respirar, sin tener relación con la enfermedad.
- Si se sufren temblores o tensión muscular.
- Si cuesta dormir o hay muchos despertares nocturnos.
- Cuando se pierde el apetito o se come de forma compulsiva.
A pesar de que no podamos ver físicamente a nuestros mayores, sí podemos hacerles estas preguntas para comprobar cuál es su estado de ansiedad. Y es que, el miedo y el estrés podrían agravar las enfermedades que ya padecen.
"El miedo y el estrés puede afectar a su sistema inmume, haciendo que su cuerpo sea más vulnerable y, además, pueden empeorar las patologías que ya presentan", advierte la psicóloga Sonia Cantos. Por ello, la experta sugiere evitar lanzar más mensajes de miedo y cambiarlos por aquellos que puedan promover el autocuidado.
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¿Qué podemos hacer para cuidarles?
Sonia Cantos propone diferentes acciones que podemos llevar a cabo para cuidar y entretener a nuestros mayores:
Llamarles con frecuencia y charlar con ellos, y en la medida de lo posible, visitarles. Según la edad de nuestros mayores y grados de deterioro y, sobre todo, si viven solos, podemos visitarles extremando las medidas y así poder acompañarles y asistirles, hacerles la compra, cocinarles, etc. Siguiendo las medidas de prevención que nos han indicado como ir solos, evitar juntarles con menores, no acercarse demasiado, mantener las recomendaciones higiénicas para no exponerles con nuestra presencia pero, a la vez, darles un poquito de tiempo de “normalidad” dentro de lo que cabe. Si antes de esta situación acudían varias personas al domicilio, intentar que ahora sean las menos posibles o si es posible, sólo una persona.
Instaurar en ellos pensamientos positivos. Quizá nos parezca imposible, pero debemos tener en cuenta que los pensamientos negativos instauran el miedo y la angusta. Por ello, debemos sustituirlos por pensamientos positivos que ayudan a activar los mecanismos de defensa del cuerpo, nos conectan con otras emociones agradables, sobre todo con el poder que permitirá que ellos mismos hagan cosas postivas por sí solos.
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¿Qué consejos prácticos podemos trasmitirles?
Con nuestros mensajes disminuiremos su angustia y haremos que se cuiden:
- Mantener hábitos saludables: debemos insitir, sin agobiarles, en que coman bien, a las horas acostumbradas, pero especialmente mantener una buena hidratación, beber mucha agua, infusiones o caldos para hidratar bien las mucosas y favorecer el sistema inmune.
- Desconectar: evitar leer o escuchar noticias que causen angustia. Es normal que se quiera saber qué sucede, pero sería conveniente limitar el acceso a la información a una o dos veces al día para actualizarse. EL flujo constante de datos puede hacer que cualquiera se sienta preocupado. En su lugar, se puede escuchar más música, ya que genera sensaciones agradables.
- Ser consciente de lo que se está sintiendo y aceptarlo: sentir miedo no es peligroso y es normal en momentos como éstos.
- Planificar rutinas: el cerebro de todos, mayores y jóvenes, se 'descompensa' porque, de repente, nos han obligado a cambiar nuestras rutinas. No podemos salir de casa, hacer nuestras actividades, ir a visitar o recibir visitas... Hay que explicarles que el cerebro necesita poder predecir y la rutina nos ayuda a ello. Establecer unos horarios, más o menos flexibles, servirán de guía. Como decíamos, comer sano, a las horas habituales, asearse y vestirse como si se fuese a salir, mantener las actividades que antes se realizaban en casa serán las herramientas para hacer frente a esto.
- Rutinas de aprendizaje: mantener el cerebro activo y estimulado es importante. No hay que hacer grandes cosas para ello. Leer, por ejemplo, es una buena manera de nutrir el espíritu y la inteligencia, haciendo que los pensamientos recurrentes y preocupaciones no nos invadan.
- Rutinas sociales: no se puede salir, pero eso no impide que podamos tener contacto social. Es el momento de hablar por teléfono, hacer vídeoconferencias si se es 'apañado' con las redes sociales. Y, por supuesto, limitar el tiempo que se dedica al coronavirus.
- Hacer algo de ejercicio: pasear por casa, sentarse y mover los tobillos, las piernas, los brazos, etc, ayudarán a los mayores a mantener un poco de forma mientras se está confinado en casa. Esto es importante, puesto que la falta de actividad aumenta la pérdida de masa muscular.
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¿Y qué hacemos los hijos preocupados por nuestros padres mayores?
Los hijos que tenemos padres o familiares mayores de 60 años también sufrimos la angustia que nos provoca pensar que nuestros seres queridos están solos, pasándolo mal o que pueden enfermar. En este sentido, también debemos realizar un esfuerzo para mantener la calma y no transmitirles ese miedo. Y es que, sin querer, podemos aumentar su angustia con nuestra preocupación. Para evitarlo:
- Es importante no hablar todo el tiempo del coronavirus. Podemos establecer unos minutos, pero no más.
- No podemos o no debemos visitarles, pero ello no nos impide transmitirles nuestra cercanía. Estamos viviendo un aislamiento físico, no emocional.
- No hablar de la muerte. Si a ellos les preocupa este aspecto y quieren abordar el tema, debemos escucharles con cariño y transmitirles la confianza de que esta situación va a pasar y que solo es temporal. Que con las medidas de prevención que adoptamos, lograremos vencer al virus. La idea es sustituir un pensamiento negativo por otro positivo.
- Si no podemos visitarles o si podemos verles pero de forma breve, hay que explicarles que son medidas de protección que nos permitirán que este aislamiento termine cuanto antes.