El chequeo predeportivo consiste en una exploración física y conocimiento por parte del médico de sus antecedentes, un ecocardiograma y un electrocardiograma. Estas pruebas permiten al especialista comprobar el estado de salud del corazón del niño y afirmar si está o no en condiciones de salud adecuadas para practicar deporte. Aunque muchos tienen dudas de si es necesario o no realizarlo en personas tan jóvenes, Luis Segura, cardiólogo de Clínicas Creu Blanca tiene la respuesta a esta cuestión que tantos padres se preguntan. "Es de suma importancia que los niños se sometan a un examen físico predeportivo porque se pueden detectar enfermedades del corazón que no dan síntomas. Este chequeo es una excelente manera de saber si el pequeño está en forma para practicar cualquier deporte", asegura.
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La actividad física debería formar parte de su día a día, ya que los beneficios son múltiples: les ayuda en el desarrollo psicomotor y a relacionarse, les enseña a seguir unas reglas, a trabajar en equipo, a reconocer la importancia del esfuerzo personal y a ponerse metas. Siempre se puede encontrar el momento para practicarlo, ya sea dentro de las actividades extraescolares, en el patio del colegio o los fines de semana. El doctor sostiene que para los más jóvenes, aunque para todo el mundo es un hábito necesario, el deporte es una excelente fuente de bienestar física y mental porque les ayuda a crecer sanos y a aprender a relacionarse con los demás. En niños y adolescentes la actividad física es uno de los hábitos más saludables que existen, siempre que se realice en un marco de seguridad óptimo.
"Tenemos tendencia a llevar a nuestros hijos al médico sólo cuando están enfermos, pero en algunos casos llevarlos al médico es un buen acto de prevención, como es el caso de las prácticas deportivas", explica Segura. Una vez realizados los exámenes necesarios para ver que la salud del niño es óptima y no tiene ningún problema, debemos dejar que ellos elijan el que más les guste.
Es normal que a veces se vean influidos por sus amigos o algún deportista que salga en los medios de comunicación, pero los padres pueden ayudar a orientarles teniendo en cuenta algunas variables: las preferencias del niño, el carácter, la edad, la aptitud física o los horarios. Pero siempre dejando que sea él el que finalmente escoja entre las posibilidades. Los padres debéis tener en consideración qué le vendrá mejor, si un deporte individual o en equipo. Un niño tímido, por ejemplo, se puede beneficiar de uno en equipo que le ayude a relacionarse con sus compañeros; por el contrario, uno muy activo puede mejorar sus aptitudes en uno individual que le ayude a concentrarse. También es importante tener en cuenta que necesitan tiempo para ir desarrollando ciertas habilidades. En este caso, la competición puede ejercer sobre ellos demasiada presión. Por tanto, debemos priorizar la diversión frente a la exigencia.