Si elaborásemos un ranking de las situaciones más estresantes a las que se tiene que enfrentar el ser humano a lo largo de su vida, las mudanzas se encontrarían en el 'top 10' de la lista. Empaquetar todas tus pertenencias, deshacerte de todo lo que realmente no necesitas, mover las cajas a tu nuevo lugar de residencia y redistribuirlo todo para que ese espacio acabe convirtiéndose en un hogar acogedor no es fácil. Ni siquiera contratando ayuda externa las mudanzas son un proceso agradable y, según la última encuesta llevada a cabo por la empresa Anyvan, especializada en este tipo de traslados, son motivo de estrés para 8 de cada 10 españoles. "Es un momento que, pese a que se vive con ilusión porque es comenzar en un nuevo sitio donde las perspectivas siempre se conciben mejores, agobia solo de pensar en todo lo que se tiene que organizar y embalar para luego volver a darle espacio en el nuevo domicilio", explican.
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Un proceso finito
Este tipo de cambios suelen generar mucho estrés, ansiedad y, en algunos casos, depresión. Patologías y cuadros psicológicos que, dada la magnitud del proceso, son completamente normales, aunque también evitables. La ruptura temporal de hábitos y el proceso de adaptación puede provocar miedo e incertidumbre y un gran impacto en nuestra salud, tanto física como emocional. Esa angustia y cúmulo de preocupaciones de cara al cambio son fuente de preocupación en el 80% de la población española, sin embargo, con un poco de organización y una serie de pautas, afrontar este proceso puede resultar mucho menos traumático.
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Aprender a canalizar la energía y comprender que es un proceso temporal y finito es algo primordial a la hora de prepararse de cara a una mudanza. Normalmente, el cambio de domicilio no se produce de forma inmediata. Una ventaja que te permitirá organizarte mejor llegado el momento. Calcula las fechas de entrada y de salida y elabora un mapa mental de cómo y dónde quieres ubicar tus pertenencias en la nueva vivienda. Los traslados son el momento perfecto para deshacerse de 'trastos viejos' y de cosas que no necesites, así que aprovecha y tira o dona todo aquello que ya no uses. Además, si la ubicación de tu nueva casa lo permite, puedes realizar varios viajes y empezar a llevar cosas poco a poco para que no sea tan brusco y duro el cambio.
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Organización y calma
No empieces 'la casa por el tejado'. Empaquetar sin ningún tipo de control puede hacer que guardes antes de tiempo cosas que más tarde puedes necesitar. En este sentido, lo más recomendable es establecer un orden de prioridad, en el que las cosas que uses con menos frecuencia se empaqueten en primer lugar y las de uso diario las últimas. Aunque pueda parecer evidente, este es un error frecuente que puede provocar muchos quebraderos de cabeza. A la hora de meter tus cosas en cajas, hazlo 'con cabeza', guardando y organizando cada objeto en cajas según su tipología: la ropa de cama con la ropa de cama, utensilios de cocina, cosméticos, complementos… Procura que todo tenga un orden lógico y marca las cajas con un rotulador. Así, a la hora de deshacerlas, sabrás qué contiene cada una. Intenta no sobrecargarlas demasiado, es preferible tener dos cajas 'semillenas' que una en la que no entre un alfiler, que pueda romperse y no seas capaz de mover por ti misma. Por otro lado, protege con papel de burbujas o cualquier otro material aislante todos los objetos frágiles o que puedan romperse, desde la vajilla al televisor, cuadros y otros objetos decorativos.
Una vez te encuentres en tu nuevo hogar, no te agobies a la hora de tener todo en orden en tiempo récord. Empieza deshaciendo las cajas más importantes y, cuando termines, pasa a las de menor prioridad. Las mudanzas suelen resultar agotadoras tanto a nivel físico como mental. Sin embargo, es preferible tomar un respiro y hacer las cosas bien, con calma, sentándonos a respirar, pensando bien las cosas y no dejando que la ansiedad y el estrés del proceso acabe invadiéndonos y arruinando los primeros días de los que serán el inicio de tu nueva vida en ese espacio.
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