Muchas personas que se han enfrentado a un problema coronario, se plantean si es posible retomar el ejercicio físico tras superar su problema de salud y cómo hacerlo después. Los expertos parten de la base de que dentro estamos ante un campo demasiado amplio, pues son muchas las dolencias coronarias que pueden afectarnos. "Cuando hablamos de 'problema cardiovascular' abordamos un concepto muy amplio; puede ir desde una crisis hipertensiva hasta una parada cardiaca recuperada o un trasplante de corazón", nos cuenta la doctora Amelia Carro, coordinadora del Grupo de Trabajo de Cardiología del Deporte de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), quien añade que, por ello, es difícil particularizar recomendaciones y nada de lo que digamos debe tomarse como dogma, pero sí precisa que podemos resaltar dos aspectos. "Por un lado, seguramente la persona que ha tenido un problema cardiovascular mostraba condiciones o conductas de riesgo que son susceptibles de corregirse, reconducirse o evitarse (por ejemplo tabaquismo, inactividad física, diabetes, estrés físico o emocional). Por otro, educar en que el corazón es un músculo y que, por tanto, debe ser ejercitado. La actividad física es necesaria (como recomendación general) tras cualquier proceso cardiovascular, pero puede precisar adaptación en función de la gravedad del problema, grado de resolución, estabilidad de los síntomas, y otros factores individuales", nos dice.
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Entrenar después de un infarto
Partimos de un ejemplo muy práctico: ¿un paciente que ha sufrido un infarto puede hacer ejercicio después de superar este episodio coronario? "El ejercicio físico forma parte integral del tratamiento de una persona que ha sufrido un evento coronario. Es decir, más que 'puede', insisto en que 'debe' hacer ejercicio", nos explica, y matiza que el año pasado se elaboró un posicionamiento en el que se especifican los factores a tener en cuenta para adecuar:
- El momento de inicio (tan pronto como sea posible, el paciente debe iniciar movilización, ya en el propio hospital).
- El tipo de ejercicio.
- La progresión de la intensidad y duración que, idealmente, deberá tener supervisión (inicialmente médica, luego puede pasar a especialistas en el campo como INEF o técnicos entrenados en estas habilidades).
- Las restricciones (por ejemplo, se deben evitar deportes de contacto mientras el paciente tome medicación antiagregante, por el riesgo de hemorragias).
- Los síntomas de alarma que harían replantear actitudes y patrón de entrenamiento.
'Stent', válvulas y marcapasos
¿Sucede de igual manera en el caso de los pacientes con stents, válvulas implantadas o marcapasos? "Las recomendaciones generales en el caso de pacientes con stent, válvulas y marcapasos son similares. Cabe resaltar que en esas tres situaciones se hace referencia a enfermedades cardiovasculares (enfermedad arterial coronaria, enfermedad valvular, arritmia cardiaca, respectivamente) en las que la implantación de un dispositivo sirve de tratamiento para el problema de base. Es decir, la enfermedad está tratada, y la función deficitaria está, al menos, parcialmente restaurada. Esto implica que, en contra de la creencia popular, la persona que porta estos dispositivos está en mejor situación que antes de su implantación, y se debe insistir en los beneficios de mantener una actividad física regular o, si lo desean y su situación general lo permite, involucrarse en ejercicio o deporte recreacional (más condicionado el caso de competición)", nos dice.
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¿Y en el caso de las arritmias?
Partimos de que estas pueden ser de muchos tipos, según la frecuencia (taqui-bradiarritmia), el origen del latido anómalo (auricular, ventricular), la cadencia de latidos (flutter, fibrilación), etc. Sus causas son muy diversas (desde problemas heredados hasta abuso de alcohol), y pueden ser el problema cardiovascular principal (el paciente padece una arritmia) o un síntoma adicional a otro problema cardiovascular (por ejemplo, un paciente que haya sufrido un infarto, en algunos casos, queda como secuela una cicatriz capaz de generar arritmias malignas-mortales). "Por esta heterogeneidad, es importante decir que la arritmia debe ser conocida y abordar su tratamiento, si lo precisa, y que seguramente haya algún tipo de actividad física que pueda beneficiarla", explica la doctora, que añade que hay una excepción, una entidad denominada Miocardiopatía arritmogénica, generalmente con mayor afectación del ventrículo derecho, en la que el ejercicio físico puede acelerar su progresión y desencadenar arritmias. "En estas personas habrá que ser muy cauto a la hora de hacer una prescripción de actividad física que los mantenga en movimiento y evite los riesgos del sedentarismo", nos dice.
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"Por otro lado, se ha demostrado que técnicas de yoga, respiración consciente y meditación generan cambios en el patrón de secreción de hormonas, neurotransmisores y otros péptidos, además de cambios en la presión torácica-intraabdominal. Estas modificaciones son capaces de ayudar a mantener la estabilidad del ritmo cardiaco, pero su eficacia depende de un buen entrenamiento y de una práctica regular", añade la experta.
El deporte y las cardiopatías congénitas
Un caso que requiere también de consideración es el de las cardiopatías congénitas, un campo en el que, en opinión de la experta, la actividad física resulta esencial. "Siempre con las precauciones mencionadas y prestando especial atención a: 1) cardiopatías congénitas complicadas/no reparadas en las que pueda haber riesgo de síncopes o trombosis; 2) estado de reparación quirúrgica o percutánea. Los niños que se operan, generalmente pueden hacer actividad física, pero deben seguir controles para asegurar su estabilidad en el tiempo (el incremento ponderal hace que una prótesis implantada de niño llegue a “quedarle pequeña” de adolescente, y necesitar reintervención) y secuelas (a veces, zonas del músculo del corazón por donde se han hecho incisiones, puntos de sutura, etc, pueden dejar pequeñas cicatrices que pueden dar lugar a arritmias). Es muy importante instruir al paciente y allegados sobre síntomas de alerta", nos cuenta la doctora Carro, que insiste en una idea: "Remarcaría que es esencial involucrar a estos niños, en el grado en el que sea posible, en actividades físicas. El niño que no desarrolla su psicomotricidad, que lo dejamos en la grada mientras sus compañeros hacen Educación Física, que se sienta en un pupitre en el recreo, etcétera, acaba en riesgo de aislamiento, estigmatización, incluso fracaso escolar. Se debe fomentar su participación, aunque sea caminando vestido con la ropa de equipación".
Los beneficios de hacer deporte para los pacientes coronarios
Vemos que cada caso requiere de unas pautas concretas y de una valoración por parte del especialista a la hora de pautar la actividad física recomendada, pero, en general, la experta explica que la tendencia actual es combinar ejercicios que desarrollen todas las capacidades psicomotrices: resistencia cardiopulmonar, resistencia muscular (fuerza), resistencia ligamentosa (flexibilidad), equilibrio y coordinación. Y es que está demostrado en opinión de la experta que los beneficios de la práctica deportiva son múltiples y superan ampliamente los riesgos. "Hay una remodelación de todo el árbol cardiovascular que, sometido a estímulos físicos graduales, llega a modificar la expresión de genes y se potencian vías de metabolismo aerobio (mejora la oxigenación celular, se eliminan mejor radicales libres), función vascular (vasodilatación), plaquetaria (antiagregación), endotelial (se estabiliza el proceso natural de aterosclerosis). Todos estos cambios mejoran el control de la tensión arterial, metabolismo de hidratos de carbono (previenen o mejoran diabetes), aumentan capacidad respiratoria y muscular. Está demostrado que las personas aumentan su capacidad de defensa inmunitaria, su percepción de bienestar y su estado de ánimo. En definitiva, la actividad física es “el antídoto” para devolver al cuerpo al estado más parecido que tenía antes de la enfermedad; claro que no es capaz de eliminar las secuelas ya producidas, y por ello siempre es necesario mantener las recomendaciones del médico y dejarse guiar por especialistas", nos detalla la doctora.
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Las pautas del cardiólogo, fundamentales
Todo ello contando, como decimos, con el visto bueno de nuestro cardiólogo. "El papel del cardiólogo va un poco más allá que conceder o denegar una autorización. Somos una figura importante para educar a las personas acerca de su estado de salud/enfermedad y dar pautas para que ellos mismos puedan gestionar e integrar en su día a día (y en su entorno socioeconómico y laboral). Debemos alentar a mantener patrones de conducta que les alejen de las causas que les llevaron a enfermar y les pueden generar una recaída, de revisar su grado de adherencia a las prescripciones farmacológicas y no farmacológicas, de orientar sobre riesgos generales e individuales de la actividad/inactividad física", matiza la experta.
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Precauciones que se tienen que tener en cuenta
Sí que lanza un mensaje a los pacientes sobre las precauciones que han de tener en cuenta: "Es importante que sepan que, además de los riesgos inherentes a la persona, existen riesgos derivados de las condiciones de nutrición, hidratación, polución, humedad y temperatura ambiental, etcétera. Incluso, aceptar el riesgo (siempre presente) de eventos independientemente de todo lo anterior, con instrucción sobre medidas de actuación en casos de urgencia (por ejemplo, resucitación cardiopulmonar). Se insiste en que siempre lleven en un lugar visible (cartera, teléfono móvil) algo que pueda identificar su condición en caso de necesitar atención urgente (listado de medicación, fotocopia de informe reciente, carnet de paciente portador de marcapasos). Y aconsejar que practiquen sus actividades en compañía e, idealmente, en centros dotados de medidas de cardioprotección (personal entrenado, desfibriladores)".
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