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Cómo superar el daño emocional y seguir adelante

Las heridas emocionales dejan una cicatriz que a veces es difícil de superar, pero no imposible


Actualizado 9 de marzo de 2020 - 19:01 CET

Si te has enamorado alguna vez, o, simplemente, si has vivido, seguramente habrás sentido que alguien ha traspasado los límites y te ha herido. Puede ser, incluso, que hayas experimentado algún hecho traumático, que algo que haya impactado y que sientas aún un dolor o miedo que te cuesta superar. Cualquiera que haya sido el suceso que hayas experimentado, las cicatrices emocionales duelen pero no son imposibles de borrar. Al menos, de suavizar.

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Recuperarse tras un desengaño amoroso

El final de una relación puede convertirse en un hecho muy doloroso para muchas personas. Los adolescentes, por ejemplo, lo pueden incluso vivir como lo más terrible que les ha sucedido jamás y experimentan sentimientos devastadores cuando sienten que alguien les ha roto el corazón.

Cuando maduramos, vivimos estas situaciones de una forma más racional. Comprendiendo que puede suceder y que, incluso, acabará trayendo cosas buenas. Esto no significa que no se sufra. El dolor es típico en las rupturas. ¿Qué hacer para superarlo?

Define qué estás sintiendo

El sufrimiento no se puede cuantificar ni se puede medir, pero ayuda ponerle palabras. Esto ayudará a comprender e identificar por qué sentimos que nos han hecho daño. "Detrás de la infelicidad de muchas personas se encuentra la dependencia emocional. Hablamos de mujeres y hombres que para encontrarse bien necesitan sentirse seguros en pareja, y si esto no sucede, aunque tengan éxito profesional, social, pueden llegar a presentar un estado de ansiedad, con sintomatología depresiva", señala la psicóloga Pilar Conde, directora técnica de Clínicas Origen.

Exprésalo

Hablar de ello, escribirlo, ponerle palabras ayudará a saber qué te está ocurriendo y a tratar de buscar vías que te ayuden a superarlo. Escribirlo en un diario, por ejemplo, puede ser útil para que, en un futuro, pueda servirte de enseñanza. Si no puedes con ello, no dudes en buscar ayuda en un profesional de la psicología.

Quédate en el presente

Pensar en qué ha sucedido te da la oportunidad de entender qué pasó, por qué, en qué pudiste equivocarte tú y cómo podrías haberlo hecho. Sin embargo, hazlo desde el presente. Revivir el pasado puede ser adictivo y no tiene sentido torturarte.

Cómo gestionar el día a día

Además de tratar de comprender qué ocurrió, es necesario que aprendas a controlar el estrés que puede provocarte el daño o el miedo a volver a sufrirlo. Para ello, debes cuidarte.

Come bien

Incrementa el consumo de alimentos ricos en vitamina B y magnesio, sustancias que contribuyen a relajar el sistema nervioso central. Por ejemplo, toma más cereales, legumbres, frutas y verduras. Son reguladores del ánimo y, además, te ayudarán a dormir mejor, imprescindible para gestionar mejor las emociones.

Sal a pasear por el parque

El contacto con la naturaleza proporciona sensaciones de relajación. Incluso funciona si mantienes los ojos cerrados e imaginas que estás en plena naturaleza, en lugares que te proporcionen calma y serenidad. De hecho, son técnicas que utilizan los psicólogos para controlar el estrés.

Respira durante un minuto

Cuando sientas que vas a perder pie, para y respira. Centrarte en la respiración, ayuda a cambiar el foco de la atención, mejora el estado de ánimo y es una excelente herramienta de automanejo del estrés y las emociones.

¿Es dependencia emocional?

Si con todo ello, no logramos superar el desengaño, debemos preguntarnos si lo que nos ocurre va más allá de la tristeza o duelo que puede ocasionar una ruptura. Esta es el listado básico que nos deja Pilar Conde para que identifiquemos si podemos estar presentando dependencia emocional:

  1. En el momento en que percibimos señales de posible ruptura sufrimos un elevado malestar.
  2. Al terminar una relación buscamos a otra persona para cubrir esas necesidades afectivas.
  3. Nuestras ilusiones y nuestra felicidad dependen de ese alguien y pensamos que no podemos vivir sin esa persona. Tenemos un miedo constante a perderle.
  4. No damos prioridad a lo que pensamos, nuestras necesidades, aficiones y/o familia, dando mayor importancia a las del otro.
  5. Idealizamos a esta persona, pensando que lo bueno que tenemos es gracias a ella.
  6. Tras la ruptura sufrimos síntomas similares al síndrome de abstinencia. Algunas de las emocinoes que podemos vivenciar son: ansiedad, miedo al futuro, inseguridad, molestias físcas, decaimiento, culpa.

En este caso, según recuerda la psicóloga, es conveniente ponernos en manos de profesionales, con el fin de ayudarnos en el autoconocimiento y poder superar las limitaciones que nos impone la dependencia emocional.