Nos alarmamos cuando descubrimos que la cantidad de plástico depositada en los ecosistemas acuáticos es, prácticamente, incontable. Pero no logramos hacer de la basura algo personal y responsabilizarnos de los residuos que dejamos a nuestro paso. La ONG Greenpeace estima que entre el 60% y el 80% de la basura marina son plásticos, unos 50 billones de plásticos flotando o estancado en aguas habitadas por especies vivas y que, muchas de ellas, son consumidas por el hombre.
El peligro que estos desechos suponen para las especies animales como las aves y los peces es muy alto y se ha comprobado que las partículas de plástico ingeridas por animales marinos pueden ser transferidas en la cadena alimentaria. Recientemente, una investigación realizada por profesionales del Departamento de Química Analítica de la Universidad del País Vasco ha demostrado que el pescado que consumimos como producto alimenticio también tiene altos niveles de antibióticos, antidepresivos y hasta restos de cremas solares.
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Los efectos en las especies vivas
Los productos químicos, como antidepresivos y cremas, que ingieren los peces los afecta considerablemente llegando a interferir en su metabolismo a nivel del plasma. Algunos de los efectos secundarios en las especies marinas están relacionados con el cerebro y el hígado.
Durante los últimos años, hemos aportado al mar agentes contaminantes como medicamentos, psicofármacos y productos de cuidado personal como geles o protectores solares. Es un problema añadido a la contaminación general porque los peces están expuestos permanentemente a una serie de factores que agreden su hábitat y repercuten en su ciclo de vida y metabolismo.
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Los expertos sostienen que la situación es preocupante y que por delante hay mucho trabajo qué hacer. La concentración de estos productos contaminante es muy alta, estiman que tiene relación con el aumento del consumo de antidepresivos y de productos de cuidado personal. Las depuradoras no logran evitar su llegada al mar, por lo tanto, a la superficie marina se suma otro agente contaminante, los fármacos y lo restos de productos que utilizamos, paradójicamente, para cuidarnos y protegernos. Una precaución relativa porque terminaría en el organismo de los peces que luego comeríamos.
Todavía no se ha evaluado, de manera exhaustiva, los riesgos que este tipo de contaminación podría ocasionar en las personas. Aunque los investigadores aseguran que cuanto más se contaminan las aguas más riesgo existe para el individuo de sufrir las consecuencias.
Un pequeño descuido personal puede ocasionar un desastre medioambiental
Si todavía dudamos en cómo reciclar algunos productos de uso diario, como las cápsulas de café, cómo deshacerse de medicamentos, cremas o geles el problema no hace más que agbravar la situación. La falta de conocimiento y una escasa valoración de las consecuencias nos llevan a desechar estos productos en los sitios equivocados.
Los investigadores a cargo de este estudio han descubierto que algunos antidepresivos, el antibiótico ciprofloxacin y el filtro para rayos UV oxibenzona están presentes en el organismo de algunas especies marinas. Estos tóxicos contaminantes producen alteraciones que interfieren en el metabolismo de los peces y pueden llegar a afectarlos a nivel orgánico.
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