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¿Y si tu malestar laboral va más allá de un simple desencanto?

En dos años el síndrome del profesional quemado recibirá la catalogación de enfermedad. Pero ya desde hace años los expertos no dudan en clasificarla como una patología que debe ser tratada por especialistas


Actualizado 4 de marzo de 2020 - 11:15 CET

Aunque esta enfermedad se conocía desde hace tiempo, ha sido en años recientes cuando ha empezado a tomar carta de naturaleza. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido oficialmente el síndrome del trabajador quemado, también conocido como desgaste profesional, como una enfermedad, y como tal figurará en la próxima Clasificación internacional de enfermedades (CIE) en forma de trastorno mental asociado al empleo. Su entrada en vigor a nivel laboral-administrativo se ha fijado para el próximo 1 de Enero del 2022.

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El término burnout fue utilizado por primera vez en el año 1969 para definir el estrés laboral crónico, presente en oficiales de policía, en EEUU. A principios de los 80, la enfermedad fue perfilándose en diferentes publicaciones y congresos hasta adquirir su actual estructura y condición.

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¿Qué es el síndrome del trabajador quemado?

Es un trastorno mental que aparece en personas predispuestas, en edades medias de la vida, que ejercen su trabajo cara al público o mantienen interacciones humanas trabajador-cliente, así como en profesiones que conlleven dedicación, entrega y atención continua. Actividades como las ejercidas en sanidad, docencia y en los servicios sociales son profesiones en las que se producen más casos de esta enfermedad. Su aparición está favorecida por la personalidad del trabajador, por el entorno laboral y las condiciones del trabajo.

Este trastorno de la personalidad y del comportamiento está provocado por una respuesta inadecuada al estrés laboral crónico y a la sobrecarga laboral, que da lugar en tiempo variable a agotamiento emocional, despersonalización, conductas negativas hacia usuarios o compañeros y sentimientos de baja realización personal y de autoestima.

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Síntomas

La aparición de los síntomas es silente y progresiva. El burnout no es estrés laboral crónico, sino al contrario, una dificultad para adaptarse a él, una defensa ante el desencanto, la fatiga y la falta de reconocimiento del entorno. La persona que lo padece va perdiendo paulatinamente energía, ilusión, optimismo y actitud.

Clásicamente se describen en su evolución diferentes situaciones o etapas en el comportamiento del trabajador quemado.

  1. Etapa de entusiasmo. Sobre todo en trabajos de entrega solidaria a otros o a la empresa en la que trabaja. Se presenta sobre todo en pacientes idealistas, con pensamientos utópicos, activos y emprendedores.
  2. Etapa de estancamiento. El paciente comienza a ser superado por el estrés. Aparece el desencanto, disminuyen los estímulos y la ilusión por los resultados y el trabajo bien hecho desciende paulatinamente.
  3. Etapa de frustración. En esta etapa comienzan a aparecer síntomas orgánicos como fatiga, cefaleas y alteraciones del sueño. Aparecen alteraciones de la conducta y del comportamiento, fuera del ámbito laboral.
  4. Etapa de apatía. La enfermedad ya establecida presenta todos los síntomas que la definen, con trastornos emocionales, síntomas físicos, trastornos de la conducta y actitud de negación y ocultamiento de la realidad.

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Consecuencias y efectos para el trabajador y para el trabajo

Para el trabajador

  • Alteraciones de la conducta, impulsividad, agresividad, ironía, despersonalización, frialdad afectiva, agotamiento emocional.
  • Trastornos emocionales, déficit de atención y concentración, sentimientos de frustración y fracaso, tendencia a la ansiedad y la depresión, baja autoestima.
  • Síntomas orgánicos, trastornos del sueño, alteraciones gastrointestinales, síntomas cardiovasculares, falta de energía, cansancio y cefaleas.

Para el trabajo

  • Insatisfacción laboral, absentismo laboral, bajo rendimiento, dificultad para resolver problemas, sensación de desbordamiento, bajas repetidas, cambios de equipo, rotaciones, incapacidad para continuar con el trabajo que antes era habitual.

Prevención

Moderar las expectativas profesionales, ajustar los horarios, mantener un buen ambiente en el equipo de trabajo, aprender a separar el ámbito laboral del personal y estar atentos a los primeros síntomas para evaluar las situaciones que generan el estrés y la ansiedad del trabajador y así tomar las medidas adecuadas para controlarlo y reducirlo, son algunas de las medidas más importantes para la prevención.

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Tratamiento

Esta alteración de la salud debe ser estudiada y controlada por un psicoterapeuta, psicólogo o psiquiatra. La medicación no suele ser efectiva. Si acaso, algún medicamento ansiolítico de acción suave y alguna sustancia que favorezca e induzca un sueño tranquilo y reparador.

Lo más importante, en principio, es reconocer que tenemos un problema y que debemos aprender a disminuir o anular el estrés crónico, que, a fin de cuentas, es el causante del problem. Con la ayuda necesaria, adquirir técnicas de hábitos positivos para luchar contra las situaciones adversas y superarlas.