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Masajes que puedes darte a ti misma para reducir el estrés

En picos de tensión en los que las molestias y cargas musculares no sean graves, un automasaje puede ser la mejor ayuda


Actualizado 28 de febrero de 2020 - 12:34 CET

Las situaciones de estrés y de ansiedad pueden repercutir de manera considerable en nuestra salud. Una de las primeras manifestaciones de este conjunto de alteraciones psicológicas, provocadas en muchas ocasiones por el ritmo de vida acelerado al que estamos sometidos, se produce en el plano físico. Los dolores musculares, contracturas e inflamación de algunos tendones son quizás las dolencias más comunes. Acudir a un especialista que nos ayude a eliminar o aliviar estas dolencias es lo más recomendable, aunque en ocasiones, especialmente si el dolor no es crónico o severo, podemos aliviarlo realizándonos a nosotras mismas pequeños automasajes.

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El cuello y la zona lumbar son dos de las zonas que más sufren en picos de estrés. Aprender a deshacer los nudos musculares, aplicando una ligera presión en determinados puntos puede aliviar y relajar bastante. 

- Leer más: Estas son las consecuencias físicas del estrés sobre el cuerpo

Cuello y lumbares

El cuello y la zona lumbar son dos de las zonas que más sufren en picos de estrés. Aprender a deshacer los nudos musculares, aplicando una ligera presión en determinados puntos puede aliviar y relajar bastante. Por la zona del cuello, hombros y cervicales circula todo el paquete vasculonervioso, uno de los que más problemas causa en relación con el estrés.

  • Antes de empezar, prueba a aplicar calor durante 10-15 minutos, para relajar la musculatura.
  • A continuación, coloca ambas manos por detrás de la cabeza y, con las puntas de los dedos índice y corazón, realiza un poco de presión en la parte que baja del cráneo, justo al inicio de la columna vertebral. Deslízalos por el cuello, con suaves movimientos descendentes y ascendentes.
  • Desde esa misma posición, rota las muñecas y coloca los pulgares justo detrás de las orejas. Con cuidado, y aplicando presión, masajea los músculos esternocleidomastoideos, los del lateral del cuello, hasta llegar a las clavículas. Esta zona del cuerpo suele contracturarse bastante, así que es normal si sientes leves molestias a la hora de trabajarlas.
  • Baja los brazos y, con la mano contraria y con las yemas de los dedos índice y corazón estirados, realiza suaves movimientos de izquierda a derecha por el hueco que queda por encima de la clavícula.
  • A continuación, libera los trapecios (hombros), sirviéndote de la ayuda de los dedos. Para trabajar esta zona, usa siempre la mano contraria, aplicando presión y realizando suaves movimientos circulares.
  • Aplica calor antes de trabajar la zona lumbar. Para realizar el automasaje, coloca ambos brazos en jarra a la altura de la cintura. Echa las manos hacia atrás y, con los puños ligeramente cerrados, realiza movimientos ascendentes y descendentes apretando la zona con los nudillos a lo largo de la columna vertebral. Realiza este trabajo también por la zona de los riñones para relajar la zona.
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En el caso de los pies, aunque siempre puedes trabajarlos con las manos, utilizar elementos externos, como un rodillo o una pelota, puede contribuir a la relajación mucho mejor. 

Manos y pies

Las manos y los pies son los grandes olvidados. Las manos son la principal herramienta de trabajo de los seres humanos, no importa el oficio al que nos dediquemos. Después de una larga jornada cargada de estrés, estas pueden sufrir agarrotamientos y otras molestias.

  • Con ambas manos enfrentadas y los dedos entrelazados, desliza el pulgar de tu mano izquierda sobre la palma de la derecha aplicando presión, mientras subes realizando una ligera curva desde el centro de la muñeca hasta el hueco existente entre el 'dedo gordo' y el índice.
  • En el caso de los pies, aunque siempre puedes trabajarlos con las manos, utilizar elementos externos, como un rodillo o una pelota, puede contribuir a la relajación mucho mejor. También puedes congelar una botella pequeña de agua y usarla para masajear tus pies, ya que el contraste del frío también es bueno para trabajar la musculatura. Colócalos sobre el objeto que prefieras y, bien de pie o sentada, ejerce presión y masajea las plantas.

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