Cada vez más personas desarrollan intolerancias a determinados alimentos. Las alergias a los lácteos y al gluten están a la orden del día y son muchos los que tienen que enfrentarse a diario a digestiones pesadas, acidez y malestares estomacales.
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La indigestión no es una enfermedad como tal, sino que hace referencia a síntomas que se manifiestan como gases, pesadez, hinchazón abdominal, dolor estomacal o sensación de saciedad precoz. Pueden arruinar el descanso nocturno, eternizar una jornada laboral o hacernos cambiar los planes de ocio al interponerse en nuestro bienestar personal. Según la Clínica Mayo, los alimentos tardan entre seis y ocho horas en pasar por el estómago y el intestino delgado. Posteriormente van al colon, donde tienen una digestión posterior, y finalmente se eliminan. De modo que si estos alimentos no se digieren bien, se produce una disfunción en alguno de los órganos que intervienen en el proceso digestivo, ya sea la boca, el esófago, el estómago, el colon, el páncreas, el hígado o los intestinos, que conllevan la ralentización y el padecimiento de un malestar continuo. Además, puede ser un síntoma de alguna otra enfermedad digestiva, aunque normalmente puede aliviarse con cambios en el estilo de vida y con medicamentos.
¿Cuáles son los síntomas?
Aunque muchas personas ya lo hayan aceptado como una parte más de su vida, no hay nada normal en ello. Este malestar es señal de que algo falla en nuestro cuerpo, por lo general relacionado con el sistema digestivo. Si te sientes lleno al empezar a comer y no puedes seguir comiendo o tienes molestias después en la parte superior del abdomen, ardor o quemazón, distensión debido a la acumulación de gases o náuseas continuadas, debes ver de dónde viene el problema.
Lo cierto es que una indigestión leve, generalmente, no es preocupante. Ahora bien, consulta al médico si las molestias persisten durante más de dos semanas y, sobre todo, si notas los siguientes síntomas:
- una pérdida de peso involuntaria
- tienes falta de apetito
- vómitos repetidos o con sangre, deposiciones oscuras o alquitranadas
- dificultad para tragar que empeora progresivamente o fatiga que pueda indicar anemia.
Aunque una indigestión puede obedecer a muchas causas, la mayoría de las veces está relacionada con el estilo de vida y puede ser provocada por alimentos, bebidas o medicamentos, como los analgésicos o suplementos de hierro. Fíjate si comes en exceso o demasiado rápido, si los alimentos son picantes o con mucha grasa y procura no fumar, tomar bebidas alcohólicas o con gas. Además, la ansiedad también puede provocarte indigestión.
Este trastorno digestivo se produce también por otras enfermedades como la gastristis, las úlceras pépticas, la enfermedad celíaca, los cálculos biliares, el estreñimiento, la pancreatitis, el cáncer de estómago, un bloqueo intestinal o la isquemia intestinal.
Si bien no suele tener complicaciones graves, puede afectar tu calidad de vida, ya que te hace sentir malestar y comer menos. Puedes tener que faltar a la escuela o al trabajo a causa de los síntomas. Cuando la indigestión ocurre por una enfermedad oculta, esta última puede tener sus propias complicaciones.
¿Cómo debo actuar?
Para prevenir este problema, debes ingerir alimentos con fibra dietética. Las frutas y verduras de temporada, las semillas, las nueces, las legumbres como las lentejas y garbanzos, los productos de trigo integral y los granos enteros como el amaranto, la quinoa, el trigo, el maíz y la cebada cuentan con un alto contenido.
Procura no cambiar la hora de desayunar, comer o cenar porque es perjudicial para la salud, además de ser una de las causas de las digestiones pesadas y come despacio y mastica cada bocado por lo menos 15-30 segundos. Así se trituran los trozos de comida y las enzimas de la boca comienzan a desdoblar los nutrientes. Además, debes hacer ejercicio regularmente y mantenerte hidratado todo el día y, sobre todo, recordar que los lácteos, las bebidas o alimentos muy azucarados, las carnes rojas y los alimentos muy picantes son a veces la casa más frecuente.