Seguro que te has planteado la duda en alguna ocasión: ¿qué es mejor aplicar ante un dolor corporal, frío o calor? “Como norma general, si hay inflamación, frío, si no la hay, calor... pero como todo en la vida hay muchos peros”, nos cuenta Manuel Rozalén, doctor en Fisioterapia y director de las Clínicas Rozalén, quien matiza que él recomendaría, en general, lo siguiente: para una lesión aguda, hay que poner siempre hielo. Si se trata de una lesión crónica (dolor de más de 1 mes de evolución), normalmente articular o muscular, hay que poner calor. “Ante todo, es de vital importancia identificar en qué fase de la lesión se encuentra el paciente. Lo importante es diferenciar si se trata de un dolor agudo o crónico”, coincide Daniel Molina, educador físico y director del Centro Analítica Muscular. “Si estamos ante un proceso inflamatorio, por norma general, suele ir mucho mejor el contacto con frío, por el contrario, si el dolor está causado por problemas de sensibilización central asociado a un dolor percibido más allá de 3 meses, el sistema nervioso recibe mejor el calor que el frío”, dice el experto.
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No aplicarlo directamente
El doctor Rozalén matiza que, en cualquier caso, nunca hay que aplicar ni el frío ni el calor directamente en contacto con la piel, de forma estática. Sobre todo, si estamos aplicando mucha dosis (es decir, muy frío o muy caliente el pack que utilicemos), porque, por ejemplo, hay packs de frío, que están muy por debajo de los 0 grados y provocan quemaduras importantes. Por tanto, el experto recomienda "envolverlo”. También nos explica que hay distintas fuentes de calor y de frío. “Lo normal en casa es que la eficacia vaya disminuyendo con el tiempo de aplicación, así que de poco sirve tener una bolsa de guisantes durante 20 minutos, si a los 5 minutos ya está descongelada y emite poco frío”, apunta.
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¿Y si el remedio no funciona?
Podemos encontrarnos con que, pese a aplicar estos remedios, no mejoramos. “Si no funciona, debemos probar contrastes de temperatura, es decir, alternar frío y calor, 2 minutos de calor y 1 de frío, bien en agua o con compresas de gel y valorar los resultados. Muchas veces con estos contrastes, activamos el flujo sanguíneo que baja la inflamación y, por tanto, disminuye el dolor”, nos cuenta el doctor Rozalén, que también matiza que si se empeora, no hay que seguir con esa aplicación o dosis, y conviene acudir a un profesional. “Debemos tener en cuenta que las lesiones hay que valorarlas de un modo totalmente personalizado, ya que cada paciente responde de diferente manera ante el frío o el calor”, concluye el doctor Molina.
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