La manera en la que almacenamos la grasa corporal está, principalmente, determinada por factores hormonales. Esto significa que tenemos tendencia a que se ubique en determinada parte de nuestro cuerpo, la barriga, las caderas, los brazos y los pechos. Cualquier cambio o desequilibrio hormonal que notes consulta con tu médico de referencia para descartar otras patologías que puedan ser perjudiciales para tu salud.
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Cuando la grasa que acumulamos no está relacionada con las hormonas y tu metabolismo personal, cuánto y cómo comemos, la vida que llevamos y si hacemos actividad física o no, repercuten en la forma de nuestro cuerpo.
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La grasa de las caderas y el abdomen
Descartando razones de salud, las mujeres solemos acumular grasa en zonas muy concretas del cuerpo: las caderas, los glúteos y el abdomen. Se la conoce como la zona gluteofemoral. Esta distribución ocurre principalmente en el cuerpo femenino. Los hombres suelen acumular la grasa en la zona abdominal.
¿Por qué existe esta diferencia? Normalmente, los hombres consumen más calorías, hacen menos actividad física, pero somos nosotras quienes solemos acumular más grasa. Es una cuestión de las hormonas relacionadas con la maternidad. Durante muchos años de nuestra vida, el cuerpo se prepara para la gestación y la lactancia, situaciones que exigen un alto consumo de energía.
Otra de las funciones que cumple la grasa en el cuerpo es la termorreguladora. Contribuye a mantener la temperatura corporal y a adecuarla según las necesidades de cada organismo. El componente genético tampoco puede quedar de lado, seguro que has notado más de una similitud física entre las mujeres de tu familia. Las mujeres acumulamos entre un 6% y un 11% más de grasa que los hombres.
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Si conoces algunos de los motivos que favorece la acumulación de grasa puedes evitar riesgo y enfermedades. Una alimentación saludable y estilo de vida en que la práctica de ejercicio sea habitual es lo más recomendable para tu bienestar general. Consumir frutas, lácteos desnatados, granos integrales y verduras reduce las probabilidades de acumular grasa en la zona de la barriga y las caderas y, por lo general, en cualquier otra parte del cuerpo.
Los peores enemigos de la grasa abdominal son: el sedentarismo, el alcohol, el tabaco y las comidas altas en grasas saturadas. Este problema va mucho más allá de lo estético, la grasa acumulada por el organismo en esta parte del cuerpo puede ser subcutánea o visceral. De ambas, la más peligrosa es la grasa visceral porque rodea los órganos y está relacionado con muchas enfermedades cardiovasculares y la diabetes tipo 2. La grasa subcutánea suele ser la ‘nos molesta’ porque es visible, es menos perjudicial que la visceral.
La actividad física y los hábitos cotidianos favorecen o reducen la tendencia de acumular grasa en esta zona del cuerpo. El tabaco puede colaborar a la acumulación de grasa porque reduce el estrógeno y favorece la acumulación de grasa. Con el alcohol ocurre algo similar, solo aporta calorías vacías de nutrientes y suele generar grasa corporal que no repercute en beneficios para el cuerpo.
No existe un motivo concreto y certero que identifique la grasa de nuestro cuerpo como consecuencia de una acción, un gen o las hormonas. Pero sí está comprobado que la vida saludable, con actividad física y un nivel muy bajo de estrés influye en la distribución de la grasa corporal.
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