Si el objetivo es conseguir un planeta cada vez más sostenible, sin duda, hay que empezar por cambiar los hábitos de nuestro día a día. Una tendencia a la que se suman cada vez más personas, que apuestan por reducir residuos, reciclar y optar por estilos de vida más sostenibles. Algo que incluso podemos poner en práctica mes a mes, cuando tenemos la menstruación. Y es que, ¿habías pensado en lo que contaminan compresas y tampones, los recursos más habituales de higiene menstrual?
Partimos de que los que son los productos más convencionales de higiene menstrual, como compresas y tampones, utilizan derivados del plástico, algodón que requiere de pesticidas y otros químicos como blanqueadores, los cuales contaminan los suelos y, además, contribuyen a la acumulación de plásticos, formando auténticas islas, en el Océano Pacífico.
Relacionado: La ciencia apoya el uso de la copa menstrual para proteger el medio ambiente
Los plásticos, presentes en su composición
Y es que tanto tampones como compresas utilizan compuestos de algodón, rayón y distintos tipos de polímeros, o lo que es lo mismo, plástico puro. Algunos materiales como polietileno, poliéster y polipropileno, que se pueden encontrar en bolsas plásticas de supermercado y envases caseros, son los que se utilizan para crear las distintas capas que componen a una compresa menstrual para que cumpla su función higiénica. El problema aparece porque estos materiales no son biodegradables y pasarían según los expertos hasta 800 años para descomponerse en microplásticos.
Según un estudio de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) “la mayoría de los microplásticos en los océanos provendría del lavado de textiles sintéticos”, tal y como recoge un artículo publicado por Stephanie Chavalier Naranjo. Y ahí es donde podemos encontrar el papel de compresas y tampones, pues precisamente el rayón es una tela sintética, derivada del petróleo y utilizada en ambos. Según datos de la IUCN, hasta un 35% de los microplásticos provienen de este tipo de textiles sintéticos, mientras que otro 2% agregado, proviene de artículos de cuidado personal. De toda la basura acumulada en los océanos, el plástico representa el mayor contaminante acumulado y es el causante mayoritario del calentamiento global. Y no hay que olvidar que los envoltorios de estos productos menstruales son otro factor contaminante.
Relacionado: El plástico inunda las costas de las Baleares de forma preocupante
La copa menstrual, una alternativa más sostenible
Por eso, teniendo en cuenta que afrontamos un hecho que no se puede detener, como la menstruación, surgen nuevas alternativas. Y es que no hay que olvidar que una mujer menstrúa en promedio durante 40 años de su vida, al menos 5 días cada mes, y utiliza una media de dos compresas o tampones cada día de su menstruación.Todo esto conlleva un gran impacto ambiental, y según un estudio de la revista Nature, el mayor exponente es la gran isla de plástico del Pacífico, que cubre una superficie estimada de 1.6 millones de Km2, casi 4 veces la superficie de España.
¿Hay alternativa? Tal y como nos explican desde la firma Sileu, la hay, y es la copa menstrual, cada vez más popular entre muchas mujeres por ser una alternativa más ecológica y respetuosa con el planeta. Se trata de un producto seguro, hecho de silicona de grado médico hipoalergénico; que evita las fugas y es muy higiénica. Además, es una opción rentable, pues puede ser reutilizable hasta por 10 años, y no genera la cantidad de residuos que las otras alternativas. Una buena alternativa para reducir el impacto ambiental desde el hogar, sumándose a la tendencia cada vez más en auge de vivir sin plástico, sin tener que descuidar la salud menstrual. Así, productos como la copa menstrual y compresas reutilizables de tela permiten a millones de mujeres a nivel mundial tener una menstruación más sustentable, saludable y sostenible, contribuyendo así con la reducción del grave impacto ambiental que se vive hoy en día.
Relacionado: El cambio climático y la contaminación, las mayores preocupaciones de los jóvenes