Seguro que en tu cabeza muchas veces confundes yoga con pilates. Aunque estas dos disciplinas tienen mucho en común, también se diferencian en grandes cosas. Ambas sirven para paliar el estrés, ayudan a mejorar nuestra salud mental y corporal y están relacionadas con la estabilidad, pero en términos generales, el primero tiene mucho más que ver con la flexibilidad y el segundo con la fuerza. Si quieres iniciarte en el mundo del pilates, debes tener algunas precauciones para no lesionarte y además saber que en esta práctica no existe una búsqueda espiritual sino la curación y la rehabilitación.
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Su inventor (Joseph Pilates) se mudó a Inglaterra en 1912 y, al estallar la guerra, fue internado junto con otros alemanes que trabajaban en un hospital en la Isla de Man. Fue allí donde inventó la disciplina, utilizando resortes para ayudar a los pacientes encamados a desarrollar sus músculos.
Lo primero de todo es tener una base. La idea es que durante los movimientos, toda la atención se ponga en utilizar y mover los músculos del centro del cuerpo (es decir, activar el grupo de músculos que conocemos como 'core') para fortalecerlos y así mejorar la postura y aliviar cualquier dolor de espalda.Estos músculos, al trabajar correctamente, se convierten en un apoyo eficaz a la hora de sostener el cuerpo, lo que ayuda a prevenir lesiones.
Además, se dice que el pilates es incluso más efectivo que los abdominales para lograr esto, ayudando incluso a corregir el equilibrio. Uno de los aspectos más importantes a la hora de practicar esta disciplina es asegurarse de que las personas que van a dirigir las sesiones cuentan con la titulación necesaria para hacerlo.
Cuándo no está indicado practicar pilates
Si tienes problemas con el suelo pélvico, debes tener mucho cuidado. Las mujeres que tienen uno fuerte con una tensión dentro de los límites normales pueden practicarlo a diario si quieren, pero de no ser así, existen riesgos:
- Básicamente, puede resultar perjudicial cuando no se activa correctamente el core para proteger el suelo pélvico durante el ejercicio
- Cuando no se adopta la postura correcta, si existe un prolapso de órganos o tras una operación de prolapso
- Después de una histerectomía o una cirugía de vejiga.
- Tampoco está indicada su práctica en caso de lesiones físicas que se encuentren en fase aguda, en caso de enfermedad ocular grave (glaucoma, tensión ocular...), cuando existen patologías cardíacas o respiratoria, si se padece obesidad mórbida, fibromialgia o artritis.
En cualquier caso, siempre que se quiera iniciar la práctica de una actividad física y ante cualquier duda, lo mejor es acudir al médico para que nos aconseje cuál es el ejercicio que mejor nos conviene.
No ostante, gracias a la práctica de Pilates, tendrás más resistencia muscular y más fuerza porque se emplea como entrenamiento para practicar otros deportes. La razón es que la mayoría de movimientos que se hacen en estas clases requieren una contracción continuada de los músculos. Seguramente, el tiempo en el que aguantarás es mucho más largo que en cualquier otra clase. Y eso se nota: estarás más fuerte y te cansarás menos.
Si ya estás decidida a apuntarte, lo mejor, si tienes tiempo para exprimir al máximo sus beneficios, es realizar tres clases semanales de al menos 50 minutos. Es muy importante que aprendas a respirar correctamente, por lo que si acudes a un curso que ya esté iniciado, explícale al profesor que eres novata e insiste en que te explique cómo debes respirar. No es tal fácil como parece.
Una sesión bien planificada debe comenzar con ejercicios de calentamiento que pongan los músculos a tono. Después, la actividad física debe realizarse de acuerdo al nivel de exigencia, debes sentir que todo tu cuerpo ha entrado en funcionamiento y que tus músculos trabajan. Date tiempo, poco a poco conseguirás grandes logros.