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¿Por qué siempre tengo hambre?

Según los expertos, existe un hambre emocional, que nos hace comer a menudo, pero hay más motivos. Te los contamos


Actualizado 20 de febrero de 2020 - 12:22 CET

Es una frase que tal vez has pronunciado o escuchado a alguien de tu entorno. Es cierto que hay personas que necesitan llevarse algo de alimento a la boca con mucha frecuencia: ‘Siempre tengo hambre’. Pero, ¿es normal tener siempre esa necesidad? “El hambre es una sensación fisiológica necesaria para la supervivencia. Gracias a esa sensación sabemos que nos toca reponer nutrientes, por lo tanto es una señal de aviso. Sentirla aproximadamente cada 4 horas es normal y, por lo tanto, hay que comer. A estas ingestas las vamos a identificar como hambre física. En estos casos existen unas señales de nuestro propio organismo que nos indican que tenemos que comer (salivación, movimientos gástricos, sensación de mareo….)”, cuenta el doctor Ricard Sorio, responsable de la Unidad de Obesidad de Clínica Opción Médica y doctor en Psicología.

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El hambre psicológica o emocional

Pero hay personas que necesitan picar algo de forma habitual. “Fuera de esos espacios quizás ya no sentimos hambre física, sino una sensación muy parecida, pero que confundimos y que interpretamos de la misma forma, pero que en el fondo es una conducta mal aprendida. Es cuando nos decimos a nosotros mismos: tengo hambre pero no me comería una manzana. Sí que me comería un dulce…. Esta es la que vamos a entender como psicológica o emocional”, nos dice. Coincide el doctor Antonio Licitra, experto en nutrición, que nos cuenta que “muchas veces acuden a consulta pacientes que a pesar de llevar una dieta regular con una ingesta continuada de comida siguen teniendo apetito y sienten que la cantidad de comida no les satisface”.

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¿Qué puede motivar esta sensación de hambre constante?

  • El doctor Licitra nos cuenta que en primer lugar y de manera casi automática cuando una persona se pone a dieta el cuerpo reacciona teniendo hambre. En este caso es emocional, bien es cierto que cuando bajamos de peso el cuerpo necesita menos calorías y el hambre y el impulso de comer aumentan.
  • Otro de los factores que potencian el hambre pueden ser la falta de proteínas, ya que los alimentos proteicos producen una mayor saciedad, lo que no quiere decir que las debamos consumir en exceso, pero sí deben estar presentes en nuestra dieta a diario.
  • Uno de los grandes problemas de hoy en día es la falta de sueño y la calidad del mismo, cuándo no se duerme bien o lo suficiente el cuerpo responde pidiendo una ingesta de alimentos, sobre todo carbohidratos para recuperar la energía que no estamos consiguiendo durante la noche.
  • “Las causas que nos pueden provocar comer de forma más psicológica podrían ser dadas por un estado anímico determinado que no siempre tiene ni debe de ser negativo. Es decir, tanto las alegrías como las tristezas pueden ser canalizadas a través de conductas de ingesta: cuando comemos como premio merecido o cuando comemos como castigo ante una frustración sufrida o como vía para paliar ese sufrimiento. Comer así suele generar un placer inmediato que en ese momento buscamos como huida u olvido al sufrimiento. Por otro lado, los altos niveles de estrés también pueden generar esa sensación inmediata de querer comer algo como mecanismo de compensación al malestar”, cuenta el doctor Ricard Sorio.
  • Comer demasiados alimentos con azúcar. Desde Oenobiol también apuntan a este motivo, y explican que acostumbrar a nuestro cuerpo a una gran ingesta de dulces puede convertirse en una rutina incontrolable. Y es que existe un efecto placentero producido por el consumo de este tipo de alimentos, pero que es muy corto, por lo que pronto volveremos a sentir la necesidad de comer de nuevo alimentos azucarados para aumentar la dopamina (hormona felicidad). ¿El resultado? Se crea un círculo vicioso del cual es muy difícil salir.
  • Y por último podemos citar la deshidratación. Beber poca agua no es un motivo que explique directamente el hecho de tener hambre, pero sí que provoca que lo confundamos con la sensación de sed. Hay que tener en cuenta que cuando no nos hidratamos correctamente, nuestro cuerpo busca hidratarse a través de los alimentos y hace que comamos más sin darnos cuenta. Por este motivo siempre es recomendable beber antes de las comidas, para ayudar a gestionar esta sensación.

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¿Cómo podemos controlar el hambre psicológica?

En opinión del doctor Sorio, hay que buscar, especialmente, herramientas para intentar controlar esta hambre psicológica. “La manera de controlar el hambre no física, es decir, la psicológica, sería siempre como norma básica no saltarnos las comidas principales para que nuestro cuerpo no presente carencias delante de esos estados anímicos o situaciones estresantes que pueden llegar a descontrolarnos. Tenemos que aprender técnicas psicológicas y mecanismos de conductas adaptativas totalmente contrarias a las conductas de ingesta impulsivas. Aprender a solucionar los problemas de nuestra vida diaria y que la frustración de no conseguirlo no nos derive al descontrol”, cuenta el doctor Sorio, quien habla de la llamada psicología de los alimentos. “Es muy importante conocerla para que no caigamos en la tentación de ir asociando cada vez más estímulos potentes que únicamente fortalecen la conducta del mal comer -por ejemplo, nunca comer palomitas en un cine porque estamos asociando dos estímulos de placer muy potentes, por un lado el placer de la película con el placer dulce de las palomitas- y la asociación de estos dos estímulos, únicamente fortalece y refuerza cada vez más la mala conducta de la ingesta, en este caso un picoteo innecesario. Tenemos que adoptar medidas preventivas para no caer en esas conductas del mal comer, por ejemplo, ir siempre merendados o cenados al cine así como también ir siempre al supermercado recién comidos y nunca sin comer para evitar caer en la tentación de llenar el carro de la compra de alimentos poco saludables.", concluye.

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