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hambre dieta© iStock

Trucos para ganarle la batalla al hambre si estás a dieta

El hambre es el principal enemigo de tus buenas intenciones, basta con que decidas ponerte a dieta para aparezca una sensación de ansiedad que no tienes habitualmente.


Actualizado 18 de febrero de 2020 - 13:26 CET

Es un factor difícil de controlar, pero que puedes lograrlo y además en muy poco tiempo. Solo tienes que ser consciente de los motivos que te llevan a comer y distinguir si es hambre por falta de alimentos o es una sensación relacionada con la ansiedad, la incertidumbre o el solo hecho de reducir las calorías.

El Instituto Médico Europeo de la Obesidad asegura que un contexto de incertidumbre tanto social como personal produce un descenso en la segregación de serotonina, noradrenalina y dopamina, neurotransmisores cuya carencia podría producir estrés, hambre y ansiedad.

Combatir el hambre o engañarlo

Existen alimentos que tiene un efecto saciante como las legumbres, la patata y los copos de avena, que ayudan a controlar el hambre. Sin embargo, si esa sensación tan molesta, capaz de hacer tambalear tu dieta, perdura puedes ayudarte de alguno de estos trucos.

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Tomar líquido y masticar chicle

Beber agua tiene doble beneficio para tu organismo, lo nutre y lo ayuda a realizar las funciones vitales y produce saciedad. Puedes saborizar el agua con limón, jengibre, pepino y algunas especias como cúrcuma o canela. Es mejor si no le agregas endulzantes, si lo haces puedes sumarle un poco de edulcorante, miel o sirope.

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Una buena opción es hacer batidos ligeros con frutas o verduras bajas en calorías. Un zumo exprimido de naranja o un batido de vegetales de hojas verdes aportan nutrientes y elimina el apetito.

Otra opción es hacer batidos ligeros con frutas o verduras bajas en calorías. Un zumo exprimido de naranja o un batido de vegetales de hojas verdes aportan nutrientes y elimina el apetito. Procura no consumir bebidas con alcohol que tienen calorías vacías, es decir engordan y no aportan nutrientes. Tampoco es recomendable que consumas bebidas azucaradas, aunque sean light.

Existen muchas infusiones que ayudan a disminuir la sensación de apetito permanente. La pasiflora y la flor de azahar puedes beberlas en cualquier momento, hasta cuatro tazas al día. Otras infusiones como la valeriana y melisa, ayudan a conciliar el sueño y a reducir los niveles de ansiedad. Puedes tomar una taza de melisa entre una hora y cuarenta minutos antes de cada comida.

Los chicles sin azúcar ayudan a disminuir la ansiedad y la ganas de comer, es otra opcional sumar como recurso para garantizar la supervivencia de tu dieta. Desconfía de aquellas bebidas y preparados ‘mágicos’ que prometen quemar grasas o sustituir comidas. Si quieres optar por los batidos para reemplazar alguna comida, antes consultalo con un nutricionista.

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Come cada tres o cuatro horas

Comer cada tres o cuatro horas es la mejor manera de disminuir la ansiedad y llegar a las dos comidas principales, comida y cena, con menos ansiedad. Además tu organismo consume calorías en el proceso digestivo.

Busca alimentos ligeros, que no aporten muchas calorías y, además, aumentan tu nivel de serotonina. Los productos ricos en triptófano, un aminoácido, aumentan los niveles de serotonina y evitan los atracones o las comidas a deshora. La piña, las espinacas, el tofu, los espárragos y los plátanos son esenciales en cualquier dieta y aumentan los niveles de esta sustancia en el organismo.

Distrae a tu organismo y a tu mente

Aunque no siempre que tengas hambre será posible que lo hagas, puedes intentarlo. Siempre que sigas las pautas del nutricionista y el hambre que sientes es producto de un cambio de hábitos no por falta de alimentos esenciales, puedes ayudarte de factores externos que provoquen un cambio momentáneo. Salir a caminar, ponerse a hacer algo diferente a lo que estabas haciendo o involucrarte en alguna conversación.

Muchas veces, no se trata de tener hambre sino de estar durmiendo permanente que estamos a dieta y que hemos restringido la ingesta de muchos productos que nos gustan. Siempre es conveniente que te pongas en manos de un especialista para saber cuántos kilos es aconsejable que pierdas y cuál es la mejor manera de hacerlo.

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