Cuando aparece el diagnóstico de una enfermedad como el cáncer, no hay duda de que el objetivo número uno de la particular batalla contra la enfermedad es vencerla. Ponerse en manos de los especialistas y confiar en las terapias de diagnóstico y tratamiento cada vez más avanzadas para hacer frente a esta dolencia que constituye una de las principales causas de mortalidad en todo el mundo. Pero, además, durante esa etapa en la que se suceden tratamientos (más o menos agresivos), es importante tener en cuenta otros factores que no dejan de ser relevantes para los pacientes oncológicos, pues se enfrentan a problemas extra en su día a día, motivados por la enfermedad o por el tratamiento, algunos de los cuales tienen que ver con su imagen. Por ejemplo, cambia la forma en la que deben cuidar su piel, una de las partes que más sufre.
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La piel, gran damnificada
Los tratamientos para combatir el cáncer afectan, no hay duda, a la piel de quienes lo sufren. “Los problemas más frecuentes que pueden aparecer en la piel de las pacientes oncológicas son xerosis cutánea y prurito cutáneo”, señala Ana Victoria Ugidos, creadora de la firma de cosméticos Bioxán, que nos detalla que la primera es un aumento de sequedad de la piel y/o las mucosas, ocasionada por la propia enfermedad o por el tratamiento, que, además, en algunos casos, puede ser bastante intensa. Así, la experta explica que dicha deshidratación provoca pérdida del brillo y elasticidad de la piel y también descamación de las células, causando incluso heridas y fisuras con cualquier roce. Mientras, el prurito cutáneo “es un picor, acompañado de escozor, casi incontrolable y bastante incómodo, que sucede por la xerosis o porque los órganos internos estén afectados”, señala Ana Victoria Ugidos. Por eso, el cirujano plástico Mato Ansorena da un consejo como punto de partida: “Si estáis a punto de iniciar un tratamiento oncológico, es importante hidratar bien la piel, dos veces al día, con cremas y bálsamos reparadores para combatir la sequedad y evitar los picores y enrojecimientos que suelen producir este tipo de tratamientos. No olvides que antes de acudir a la sesión de radioterapia es fundamental que la zona esté limpia y sin resto de producto”.
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Un cutis cetrino y apagado
Hay, como comentábamos, efectos visibles en la piel, que la paciente aprecia en su día a día. “Si nos centramos en el rostro, tanto la enfermedad como el tratamiento produce alteraciones como pérdida de hidratación y luminosidad. El cutis adquiere un color cetrino y apagado y puede que sientan hasta sensación de tirantez. También puede descompensarse la zona de los pómulos, provocando el hundimiento de los ojos”, comenta Ana Victoria Ugidos, quien añade que si "la piel empieza a cambiar a raíz de la enfermedad, los tratamientos que se aplican para tratar el cáncer provocan otra serie de cambios y problemas dérmicos: aumento de poros, dilataciones vasculares, hiperpigmentación… De hecho, cada terapia oncológica tiene sus efectos secundarios: por ejemplo, la quimioterapia provoca la aparición de rojeces, manchas, descamación en la palma de las manos y plantas de los pies… y la radioterapia, radiodermatitis, que se produce por las agresiones que sufre la piel por el tratamiento. Las células pierden su capacidad de regeneración porque se dañan los vasos sanguíneos que actúan en su renovación y aparecen eritemas, descamaciones y también se dan casos de úlceras”.
Hidratación y protección solar, imprescindibles
Todo esto no hace sino confirmarnos que la piel es una de las partes que más sufre en las pacientes con cáncer. “Si la hipersensibilidad dérmica provoca sequedad severa, es recomendable aplicar crema hidratante más de una vez al día en cara, cuerpo, manos y pies. Tampoco un paciente oncológico puede olvidarse del sol y es imprescindible evitar a toda costa la exposición y utilizar, cuando se requiera, cremas con factor de protección”, comenta la creadora de Bioxán. El doctor Mato Ansorena explica que cabe destacar que algunos fármacos de la quimioterapia provocan fotosensibilidad y pueden generar la aparición de manchas si la piel se expone al sol. Por este motivo recomienda, siempre, proteger todo el cuerpo y rostro con buena crema solar con factor de protección extremo SPF 50+.
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¿Cómo elegir la mejor crema hidratante?
"La hidratante que mejor puede tratar una piel de este tipo es aquella que regenere y sea específica para pieles sensibles, sin conservantes o aditivos”, cuenta la experta de Bioxán, quien detalla cómo debería ser la rutina diaria de cuidado de la piel, y aclara que conviene limpiar y desmaquillar cada día, por la mañana y por la noche, así como aplicar una crema hidratante regeneradora y, posteriormente, un protector solar. “Debemos aplicar primero la hidratante y encima la protección, ya que si juntamos formulaciones perdería eficacia”, señala Ana Ugidos, quien remarca que tanto limpiadores como tónicos tienen que ser libres de alcohol.
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Proteger también la piel del cuerpo
Además, en el caso de los cuidados para el cuerpo, “se recomiendan duchas o baños no muy prolongados con agua templada y jabones de pH neutro. Es muy importante evitar rascados con las esponjas, llevar a cabo un meticuloso aclarado y secar la piel con toquecitos de toalla. La hidratación previene la sequedad y evita posibles picores e irritaciones. Es aconsejable hidratar la piel del cuerpo a diario (dos veces al día) para calmar, regenerar y proteger la piel”, comenta la experta. “La sequedad, hinchazón, irritación, sensación de hormigueo o retención de líquidos pueden ser algunos de los efectos secundarios del tratamiento oncológico. Es importante hidratar manos, pies y uñas de dos a tres veces al día con cremas ricas en ingredientes que aporten gran suavidad a la piel”, señala Ugidos.
¿Pueden ayudar la medicina y la cirugía estética?
El Dr. Mato Ansorena, cirujano plástico, parte de una idea: “Muchos médicos, que no son oncólogos, como es mi caso, estamos dispuestos y concienciados a ayudar a todos los pacientes posibles. Día tras día, investigamos nuevas técnicas y protocolos que resulten beneficiosos y podemos afirmar que, dentro de nuestras posibilidades y especialidad lo hemos conseguido”. Así, en su opinión, la cirugía y la medicina estética realizan una doble función: mejorar tanto la apariencia física como el impacto psicológico del paciente, tras someterse a la cirugía y a tratamientos de quimioterapia y radioterapia. En opinión del doctor Mato Ansorena, introducir la estética frente a un problema de salud, como es el caso del cáncer, no es una cuestión de frivolidad. Insiste en que no hay que olvidar que muchos afectados tienen secuelas emocionales que destruyen su autoestima, les hace más vulnerables y sienten de forma constante la enfermedad al tener esos efectos secundarios visiblemente presentes. En el Institut Dra. Natalia Ribé explican que, en su opinión, los médicos estéticos pueden contribuir, sin duda, a rebajar el malestar de dichos pacientes, pero es de vital importancia tener muy presentes las variables intrapersonales del paciente, la tipología del tumor y tener una buena comunicación interdisciplinar (con el oncólogo, psicólogo, etc.).
Tras finalizar el tratamiento oncológico por completo, se puede hacer un programa personalizado con diferentes tratamientos de medicina estética para una mejora integral de todas las zonas afectadas durante las sesiones de quimioterapia y radioterapia, tras una valoración individual de cada caso. Y también se pueden incluir tratamientos para eliminar o minimizar las cicatrices postoperatorias.
Tratamientos post operatorios
Tal y como nos explican desde el Institut Natalia Ribé, en pacientes que han padecido cáncer de mama, la reducción de cicatrices post-operación debería llevarse a cabo de inmediato, siempre y cuando no haya medicación coadyuvante. Esto no solo mejorará la autoestima de la paciente sino que aumentará las probabilidades de éxito de reducción de la cicatriz (cuanto más tiempo pase, más difícil resultará eliminarla). Sin embargo, es importante tener en cuenta que esta actuación inmediata podrá llevarse a cabo en el caso de las inyecciones intralesionales de corticoides, tratamientos tópicos con silicona, compresión, etc., pero no en el caso de tratamiento láser ya que el efecto calor del mismo podría aumentar la respuesta inmunológica del paciente.
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La temida caída del cabello
La caída del cabello es uno de los efectos secundarios de la quimioterapia más traumático para el paciente con cáncer, que provoca un impacto psicológico importante que afecta, y mucho, a su autoestima, así como a su vida personal, familiar y laboral. Suele ser una alopecia reversible, que se soluciona cuando finaliza el tratamiento. Aun así, hay casos en los que tras los tratamientos oncológicos no se consigue recuperar el pelo en su totalidad, pero el Dr. Mato Ansorena propone realizar un injerto capilar tanto en la cabeza como en las cejas si el paciente tiene una zona donante óptima para el trasplante. Y también se puede intentar prevenir su caída, con el uso de dispositivos como Oncobel, que previene la caída del cabello inducida por procesos quimioterápicos en el caso de tumores sólidos. ¿Cómo lo consigue? Utiliza un sistema de enfriamiento del cuero cabelludo que se aplica durante las sesiones de quimio y no interfiere con los fármacos que eliminan el cáncer. Este procedimiento de enfriamiento continuo del cuero cabelludo se aplica mediante un gorro de silicona con un circuito integrado por el que circula un líquido refrigerante que se conecta a una máquina que mantiene la temperatura óptima. ¿Qué se consigue? El cuero cabelludo alcanza una temperatura entre 19 a 21º C a nivel de la piel, provocando que los fármacos no lleguen o lleguen en un bajo porcentaje a las células del folículo piloso. Así, se previene la caída del cabello y también, en la mayoría de los casos, de las cejas y las pestañas.
Una ayuda experta muy bien valorada
Precisamente con motivo de la celebración del Día Mundial contra el Cáncer, el programa mundial de ayuda a los pacientes con cáncer Look Good Feel Better, y que en nuestro país se denomina Ponte Guapa, Te Sentirás Mejor, ha compartido los resultados de la mayor encuesta realizada hasta la fecha a los pacientes participantes en esta iniciativa que ayuda a personas en tratamiento oncológico a recuperar su imagen afectada por los efectos secundarios de los tratamientos. Los resultados muestran la gran acogida y el impacto positivo que tiene en los pacientes. Desde hace más de 30 años, proporciona programas gratuitos para enseñar técnicas de belleza (cuidado de la piel y maquillaje) que ayudan a las pacientes a manejar los efectos secundarios que el tratamiento oncológico tiene sobre su aspecto. Más de 2 millones de personas se han beneficiado del programa en los 27 países de los 5 continentes en los que está implantado. “Ponte Guapa, Te Sentirás Mejor ayuda a las personas en tratamiento contra el cáncer a sentirse mejor en su piel, a verse mejor, contribuyendo a la normalización de un periodo de la vida de los pacientes especialmente vulnerable”, comenta Pilar Cairó, Directora del programa en España, que ya ha atendido a más de 8.000 personas en más de 40 hospitales públicos de nuestro país.