Probablemente, cuando leíste Mujercitas por primera vez, ni siquiera podías definir que era el feminismo. Menos aún, podías hacerte una idea de su crecimiento como movimiento reivindicativo a nivel mundial. La novela de Louisa May Alcott, escrita en 1868, era un texto netamente feminista, seguramente el primero que leíste, capaz de marcar a generaciones y generaciones durante más de un siglo.
Mujercitas era ese libro que te regalaban cuando te veían ‘especial’, sin saber definir muy bien hasta donde llegaba ese atributo. Una vez que comenzabas a leerlo, ya no podías parar, entonces ibas por Las mujercitas se casan, Hombrecitos y Los hombrecitos de Jo, una vez concluida la lectura, volvías a salir de casa. Es de las pocas historias infantiles que nos incentivaron a desear una realidad diferente, con mujeres fuertes, con voz propia e independientes. Las hermanas March estaban motivadas por una madre que no se atrevía a dejar del todo los convencionalismos, pero que inculca a sus hijas a ser libres y autosuficientes.
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¿Por qué todas soñamos con ser Jo March?
Josephine March, conocida como Jo por su familia y las lectoras, fue un personaje que marcó la transición entre la niñez y la adolescencia de millones de mujeres. Una joven rebelde que soñaba con escribir y ser independiente. Capaz de cortarse el cabello para hacerle un regalo de navidad a sus hermanas o de enamorarse de un profesor muchos años mayor.
De las cuatro hermanas March, Jo fue la fuente de inspiración de juegos infantiles, de sueños y de un prototipo de mujer a una edad en la que encontrar un referente es urgente y fundamental. Un personaje que desentonaba en los libros infantiles, lanzada, independiente, culta, analítica, rebelde y aguda. Una mujer del futuro en pleno 1800.
Los juegos con amigas, también lectoras debotas de Mujercitas, nunca llegaban a empezar. Todo se circunscribía a defender, a capa y espada, quién iba a hacer de Jo March. Si no se llevaba una lista pormenorizada de quién había interpretado ese papel la última vez, era imposible seguir jugando.
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Una autora moderna y comprometida con los derechos humanos
Alcott se educó en casa, como muchas otras niñas de la época. Tenía tres hermanas y ella destacó siempre por su rebeldía y su compromiso social. Pronto comenzó a trabajar como institutriz y docente. Los relatos se le daban muy bien, pero los temas incómodos y mal vistos en una sociedad en la que todavía se ponderaba la discriminación racial y las diferencias de género mucho mejor.
Comenzó a escribir a favor del movimiento abolicionista, con seudónimo por supuesto, y del sufragio femenino. Los temas, antes de Mujercitas, que eligió para sus relatos y novelas se basaban en tabúes sociales, considerados intratables como el adulterio y el incesto. Mucho antes de crear Mujercitas, Alcott ya caminaba por terrenos pantanosos para la época en la que vivía.
La película que acaba de estrenarse, cuenta con seis nominaciones para los premios Oscar, es una adaptación muy lejana de la versión original. Aunque no repare en aquellas escenas idílicas del libro, que con facilidad podrías relatar de memoria, hace honor a las hermanas March como cada una de los adaptaciones que se llevaron al cine.La primera vez que la pantalla grande exhibió Mujercitas fue en el año 1917, desde entonces se realizaron 5 adaptaciones más, incluyendo la última estrenada en diciembre del 2019. Ver esta adaptación de Mujercitas es una manera de revivir aquella época en la que supiste la clase de mujer en la que te querías convertir.