Hacer régimen es difícil, pero mantenerlo hasta lograr los objetivos, es mucho peor. Si has comenzado y dieta y no quieres desanimarte en el camino, es importante que la hagas bajo supervisión médica. Los profesionales hacen una evaluación completa y adecúan el menú a tu metabolismo, condición y posibilidades. Cuando aparecen esos momentos de ansiedad o de sentir que el esfuerzo no vale la pena, el nutricionista sabe cómo motivarte y cuidar tu salud. Estos son algunos consejos para mantener la constancia en tu dieta:
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Cocina, prepara platos gourmet aunque sean de lechuga y zanahoria
Al cocinar con gusto y placer, canalizamos muchos de los impulsos que nos llevan a querer comer: la ansiedad, la frustración, el aburrimiento. Al ocupar tu mente en otra actividad te distraes y, por defecto, dejas de pensar en la comida.
En muchas ocasiones comemos más por los ojos que por las ganas de alimentarnos. Pasteles repletos de nata, tablas de quesos, pizzas, si lo piensas bien, la comida más tentadora también es la más vistosa. Cuando hacemos dieta solemos descuidar la presentación y eso puede hacer que termines por comer de más y, encima, sientas que no te ha bastado. Puedes hacer ensaladas variadas, probar aliños diferentes y combinaciones exóticas. Esto lo puedes hacer con cualquier otro plato. Las especies son ideales porque, prácticamente, no tienen calorías y dan mucho sabor.
Reduce gradualmente las porciones, por norma general, al hacer una dieta la ración del plato no debería ser más grande que el puño de tu mano. El cuerpo se acostumbra a una menor cantidad, con el tiempo sentirás saciedad sin necesidad de llenar el plato.
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Pregúntate por qué comes
Comer no debería ser un consuelo emocional. Nos acostumbramos a celebrar con comida y también a desquitarnos con ella. Si sientes que tienes ganas de comer a deshora y esto altera tu dieta pregúntate qué te lleva a querer comer en ese momento. Puede ser soledad, ansiedad, tristeza, aburrimiento, nostalgia y una lista extensa de motivos que no tienen relación con la alimentación.
Si descubres que algunas de esas razones te lleva a tener hambre. Ponte un abrigo y sal de casa, distraerte es uno de los mejores recursos. Si no puedes dar un paseo, intenta engañar a la mente, puedes ayudarte con infusiones saborizadas, gelatinas sin azúcar o distracciones momentáneas.
Muchas veces, el picoteo no es lo que perjudica una dieta. Lo peligroso es la sensación mental que puede producirse y que esto te lleve a querer comer más. Muchas personas sienten que, si han comido un trocito de chocolate que no estaba permitido ya que han saltado una norma pueden comer la tableta completa. Ya sabemos que las dietas actuales son propensas a enseñarnos a comer no a prohibir alimentos, pero ocurre que si estamos desmotivadas, y encima comemos algo que no debíamos, nos tentamos y vamos por más.
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Ponte en modo lento y descansa todo lo que puedas
El cansancio y dormir poco aumenta la sensación de hambre cuando, en realidad, es ansiedad. Dormir al menos 7 horas y, si puedes, hacer una siesta ayuda a tu metabolismo y reduce el estrés. Bajar el nivel de ansiedad es fundamental para poder mantener una dieta. A la hora de comer procura hacerlo de manera pausada, sin prisas o distraída mirando el móvil. Centra tu atención en lo que estás haciendo y mastica, al menos, quince veces antes de tragar.
Poner objetivos realizables es un recurso estupendo, porque irás cumpliendo metas en espacios razonables de tiempo y esto te motivará para continuar. Hacer un planning que te sobreexija puede volverse en tu contra, dañar tu salud y hacerte sentir que no puedes llegar a la meta propuesta. Tómate ese tiempo como un aprendizaje, esto también te ayudará a mantener el peso, una vez hayas adelgazado.
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