Los efectos del cambio climático, los desastres naturales y la degradación ambiental han duplicado la cantidad de personas que deben desplazarse de su entorno natural desde 1970. Representan otra cara, tal vez menos visible, de las consecuencias de la crisis medioambiental que atraviesa el planeta.
¿Por qué se los llama refugiados?
Las personas que se ven obligadas a abandonar la zona en la que viven por la devastación del terreno, la sequía, la desertificación o la subida del nivel del mar también son llamadas migrantes ambientales o refugiados ambientales. Se emplea el término refugiado porque nos referimos a personas que han tenido una razón de fuerza mayor para emigrar, ajena a ellos, y que ponía en peligro sus vidas.
Es un concepto que puede prestarse a confusión. En el año 1951, en la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, el término refugiado queda definido como una persona que cruza una frontera internacional debido al temor fundado de ser perseguido. Estos motivos pueden ser causados por su religión, su raza, la nacionalidad, la pertenencia a un grupo social determinado o por motivos políticos. Tiempo después, en la Convención de la Unidad Africana y en la Declaración de Cartagena, se añadió a los motivos a aquellos acontecimientos que perturban gravemente el orden público, como los conflictos armados.
Esta especie de limbo legal hace que los datos sobre la cantidad de refugiados climáticos no sea muy precisa. Según ACNUR, durante el 2018 se registraron 17,2 millones de desplazamientos internos como consecuencia, directa e indirecta, de los desastres climáticos. La falta de agua potable, el aumento de las temperaturas o las inundaciones en tierra fértil llevan a que miles de personas emigren como una necesidad fundamental para preservar sus vidas. En Somalia, uno de los territorios más afectados por esta situación, se han registrado 2,6 millones de desplazados por las consecuencias del cambio climático. Entre los que no han podido huir existen más de 5 millones de personas que padecen hambre. La sequía ha devastado sus campos y cosechas.
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Las regiones menos desarrolladas o en vía de serlo son las más afectadas
Las consecuencias de la crisis medioambiental están presentes en todos los continentes, en mayor o menor medida. Sin embargo, en los países más pobres o con menos recursos, los desastres son aún mayores. Somalia es uno de los territorios más afectados, en apenas meses, más de 15 mil personas han tenido que abandonar sus casas en busca de agua, alimento, trabajo y ayuda humanitaria.
Son desplazamientos forzosos provocados por las sequías y las altas temperaturas. Las poblaciones que, además de estar en vías de desarrollo, tienen conflictos armados dentro de sus fronteras agudiza la situación. El 84% de los refugiados del mundo han emigrado como consecuencia del desastre que ha provocado en sus territorios el cambio climático.
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El destino incierto de los refugiados climáticos
Sin más opciones que huir de sus localidades, los refugiados climáticos no cuentan con las condiciones indispensables para poder asentarse en otro sitio. Sin la ayuda humanitaria, su situación empeoraría de manera dramática.
La vulnerabilidad y el peligro no desaparecen una vez llegados a tierras extranjeras. Por el contrario, en ocasiones aumenta. Se encuentran a merced de las mafias, regulaciones que rozan la ilegalidad y la discriminación. El deterioro del terreno que han dejado es tal, que muchas de ellas no podrá regresar a su casa en un largo tiempo.