La resiliencia es la capacidad de recomponerse ante un hecho doloroso o traumático, darle un valor o no y convertirlo en fuerza para iniciar una nueva etapa o salir adelante. La resiliencia no cura el dolor o el sufrimiento, pero coloca a la persona en otra perspectiva.
A menudo nos obligamos a superar una situación traumática sin darle tiempo a la herida a cicatrizar, ser resiliente no significa que nada te afecte, todo lo contrario. Es la forma en la que una persona decide avanzar después de un hecho que lo ha marcado.
En ocasiones se considera a la resiliencia como un impulso vital, similar al impulso de supervivencia. Si solamente lo vemos así, le quitamos valor a las personas que se han convertido en resilientes. Suponemos que, es algo que surge casi espontáneamente y después de una caída, solo cabe levantarse y seguir.
Leer más: Todo lo que el desamor puede ayudarte a aprender sobre resiliencia
Podemos decidir qué hacer después de una caída
Si caes, eres la única persona que puede decidir qué hacer y dónde encontrar las fuerzas para motivarte. No tienes la obligación de hacerlo, aunque todos esperen que sí lo consigas. El tiempo que te lleve, si en verdad estás segura de querer ser resiliente, lo dispones tu. No dejes que la prisa de los demás te obligue a un ritmo que no puedes o no quieres llevar.
Querer salir rápido de una situación dolorosa puede producirnos otra aún mayor, porque después de impacto emocional profundo necesitamos rearmarnos física, mental y espiritualmente. Una vez que hayas tomado la decisión, a veces se hace por hastío, cansada de esos sentimientos limitantes, te has convertido en una persona responsable, porque has decidido el rumbo que le darás a tu vida, qué harás con lo sucedido y cómo te afectará en adelante.
La resiliencia es una especie de respuesta psíquica que ayuda a valorar el perjuicio de lo ocurrido y ayuda a encontrarle un sentido, práctico en muchos casos, pero también filosófico. No es la solución al problema, ni la manera de olvidar o relativizar ese trauma. Se trata de una especie de fortaleza interior que ayuda a sobreponerse y a hacer algo positivo con esa experiencia.
Es la forma que encuentra una persona para reconstruirse y salir a flote. Es la decisión que escoge. Como verás, es una responsabilidad individual, una elección que depende de cada ser humano, aunque pida ayuda y muchas personas estén dispuestas a acompañarlo.
Leer más: Deshazte del pasado para afrontar un futuro resiliente
Algunas conductas responsables de las personas resilientes
Las personas resilientes son flexibles ante la vida y sus circunstancia. Saben que, ante determinada situación, deberán reacomodar y reestructurar sus recursos psicológicos. Es una actitud que en un principio se ‘obligan’ a asumir y a medida que se aplican estas nuevas herramientas se fortalecen como parte del proceso conductual. Es decir, que la persona es capaz de asimilarlas e internalizarlas. La responsabilidad aparece en el momento en que eres consciente que debes dar una respuesta a lo que te mortifica, duele o hace sufrir.
La resiliencia no es inherente al ser humano, esto lo hace determinante, porque se trata de algo que decides aplicar o no. Puede haber una tendencia familiar, que haya inspirado o educado de esta manera, pero no se transmite de manera genética, por lo tanto, es tu responsabilidad serlo o no.
Las personas que presentan esta característica suelen apostar por la creatividad para resolver las peores situaciones y los conflictos. Su perspectiva ante los hechos es positiva y práctica, asumen lo que sucede como una oportunidad para aprender y superarse.
Leer más: Aprende a reconocer cuándo un problema es verdaderamente importante