Una mala digestión puede arruinarte el día. Gases, pesadez, ardor de estómago… estos son solo algunos de los síntomas más frecuentes que pueden aparecer tras una gran comilona. Aunque elegir alimentos adecuados que favorezcan el tránsito intestinal y cuiden tu flora intestinal es recomendable para tener una correcta digestión, también es necesario seguir una serie de pautas y recomendaciones tanto antes como después de cada comida.
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Regla número uno: comer despacio
Uno de los errores más frecuentes que comenten miles de personas en todo el mundo tiene que ver con la forma en la que digerimos lo que comemos. Por muy deliciosa que sea la comida, es fundamental respetar los tiempos. Masticar la comida y no 'engullir' los platos evitará posteriores hinchazones, dolores de barriga, retortijones, etc.
Además, comiendo despacio lograrás alcanzar la sensación de saciedad con mucha menos cantidad mientras disfrutas de los sabores de cada bocado. Algo que, por otro lado, te ayudará también a tener un control adecuado de tu peso. En este sentido, y también para evitar posteriores atracones innecesarios, realizar cinco comidas al día, empezando por un desayuno fuerte, sano y equilibrado. Al espaciar las tomas tu estómago estará prácticamente todo el día en funcionamiento y te permitirá tener digestiones más livianas.
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Cuidado con las bebidas
Tener una buena hidratación es otro de los procesos fundamentales para conseguir un buen funcionamiento del aparato digestivo y, por tanto, tener buenas digestiones. Beber al menos dos litros de agua diarios es importante, aunque para tener el cuerpo bien hidratado es mejor hacerlo de forma progresiva y no durante las comidas, ya que de este modo tu estómago se llenará de líquido, te saciarás antes y te entrará hambre a deshora. Las bebidas alcohólicas, con alto contenido en azúcar y con gas no son nada recomendables.
Nada de siestas
Otro error frecuente que suele provocar malestar estomacal es el de acostarnos nada más terminar de comer. Esto incluye las siestas e irse a dormir nada más después de cenar. Los alimentos necesitan ser procesados en el estómago. Al acostarnos los jugos gástricos suben por el esófago produciendo esa desagradable sensación de ardor estomacal, en cambio, si esperamos unas dos horas antes de meternos en la cama, conseguiremos evitarlo. A mediodía, reposar unos 15-20 minutos antes de volver a 'ponerte en funcionamiento' te ayudará a pasar mejor el día.
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Ejercicio físico
Realizar ejercicio físico nada más terminar de comer tampoco es nada favorable. El cuerpo necesita tiempo para asimilar y digerir correctamente los alimentos, por lo que evita practicar deporte hasta pasadas unas horas. Si todavía no has realizado la digestión e inicias actividad física, lo más normal es que sufras flato, en el mejor de los casos. Los cortes de digestión y los vómitos o diarreas también pueden aparecer si no respetas los tiempos de tu organismo.
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