Conseguir un sistema inmunológico fuerte, capaz de enfrentarse a cualquier situación por la que el organismo pueda sentirse vulnerable, es el principal objetivo y motivo de estudio de los profesionales sanitarios. Y es que, de lo contrario, estamos predispuestos a cualquier tipo de enfermedades. La dietista y nutricionista Marta Lorenzo, colaboradora de ¡HOLA! te da las claves para reforzar tus defensas protegiendo tu flora intestinal.
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El papel de la flora intestinal en tus defensas
Existen múltiples estudios que determinan y describen cómo podemos mejorar nuestro sistema inmune, siendo los más recientes aquellos que hacen referencia a nuestra flora intestinal.
La flora intestinal la podemos definir como el conjunto de microorganismos o bacterias que viven en nuestro intestino. Se conocen como ‘bacterias amigas’ puesto que resultan muy beneficiosas para nuestro organismo por sus funciones. Algunas son:
- Actúa como defensor de nuestro organismo: aumenta nuestras defensas frente a patógenos (virus o bacterias) y protege frente a tratamientos por antibióticos.
- Evita el estreñimiento, ya que favorece la movilidad intestinal.
- Colabora en la formación de ciertas vitaminas como la K, algunas del complejo B y aminoácidos. También facilita la absorción de minerales como el calcio, el hierro y el magnesio, mejorando por todo esto el sistema inmunológico.
Mantener una flora intestinal y un microbioma en equilibrio no es tarea fácil pero sí de vital importancia. De hecho, ya se está observando la relación de una flora intestinal alterada con el sistema inmunológico y la inflamación, en concreto, con las enfermedades autoinmunes e inflamatorias. Y es que una microbiota intestinal sana es nuestra primera línea de defensa frente a patógenos y toxinas, controlando la respuesta inmune y su reacción ante estos.
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Factores que pueden dañar la flora intestinal
Hay diversos motivos que pueden desquilibrar la biota. Estas son las más comunes:
Edad: a partir de los 60 años desciende el número de bacterias beneficiosas para la salud.
Antibióticos: desde los centros sanitarios nos están intentando educar en cuanto al manejo responsable de antibióticos, ya que su uso indebido puede causar resistencia a estos. Pero esta no es la única consecuencia. El abuso de antibióticos produce la disminución de bacterias beneficiosas en nuestra flora, provocando su alteración.
Hábitos poco saludables: aquí podemos incluir:
- Dieta: la alimentación es clave para conseguir un sistema inmunológico fuerte, ya que el aporte de alimentos ricos en vitaminas y minerales va a conseguir mantener nuestras defensas altas. Para conservar una flora intestinal sana, debemos consumir con frecuencia alimentos llamados probióticos (aquellos que contiene microorganismos vivos que mejoran nuestra flora intestinal) como por ejemplo el yogur, o prebióticos (alimentos ricos en fibra que estimulan el crecimiento de la flora intestinal) como por ejemplo las frutas, verduras o alimentos enriquecidos en fibra. Tampoco podemos olvidarnos de los cereales integrales ni de beber 1,5 litros de agua al día. Evitar las dietas pobres en fibra y rica en grasas saturadas y grasas trans.
- Sedentarismo: la falta de ejercicio diario es el responsable de la aparición de muchas enfermedades, y la alteración de la flora es una consecuencia común antes de la aparición de la patología.
Insomnio: la rutina y los horarios regulares son elementos clave para el buen funcionamiento del organismo. No descansar correctamente hace que todo se descompense.
Estrés: mantenido en el tiempo desequilibra la flora. Las últimas investigaciones han observado que esta relación se da con más frecuencia en las mujeres.
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¿Cómo sabemos si nuestra flora está dañada?
Los síntomas más comunes que pueden hacernos ver que nuestra flora está dañada son las diarreas frecuentes o, por el contrario, el estreñimiento, así como debilidad de nuestro sistema inmune, hinchazón de estomago constante, gases o síntomas de alergia.