La buena noticia es que puedes saltar la piedra en el camino y prolongar tu abono tantos meses como quieras. Se estima que la motivación por concurrir a los centros deportivos no supera los tres meses en la mayoría de las personas, 6 de cada 10 se da de baja a los 90 días de haber comenzado. Los gimansio se enfrentan a un problema encubierto, el reto no está en conseguir socios, sino en mantenerlos.
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El mayor enemigo de la rutina física, y en otras circunstancias de distinta índole también, es la falta de motivación. Cuando no encontramos un porqué claro y concreto esforzarnos en el gimnasio resulta algo cansino, aburrido y falto de interés.
Elige un sitio que te motive
En ocasiones escogemos el gimnasio por razones prácticas, pero no personales. Nos apuntamos al que está más cerca de casa o el trabajo, al más económico o al que va una amiga. Aunque no lo creas, estas opciones son muy válidas, pero también podrían causarte una desmotivación tal que, con el paso de los días abandones las actividad física. Si solamente vas a un gimnasio porque lo hace tu amiga, puede ser una buena elección, pero quedarás condicionada a que ella asista sí o sí. Los días en que tu amiga no pueda ir te serán duros y puede que optes por no hacer deporte ese día.
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Lo mismo ocurre si te apuntas por el precio, las bonificaciones o la cercanía. Si eliges un centro deportivo por las clases, el profesor y la dinámica te sentirás más a gusto y esto hará que no quieras perderte ni un día de entrenamiento.
La motivación que puedas encontrar en un profesor garantiza más de la mitad de los resultados. Si el espacio cuenta con pocos monitores y pocas máquinas y esto se traduce en que los ejercicios los realices sin supervisión y esperando tu turno durante mucho tiempo, necesitarás más de una hora para hacer el mínimo de entrenamiento y te aburrirás a la tercera clase. A veces, los gimnasios pequeños, de barrio, casi familiares funcionan mejor para ‘engancharte’ a la rutina deportiva. Te reconocen, si te ausentas se preocupan por ti, algo hará que faltes menos, y el profesor suele conocer la rutina de los alumnos que tiene de manera personalizada.
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Ponte metas concretas y específicas
Elegir objetivos lejanos o difíciles de alcanzar produce sensación de desgano y cansancio. Nada nos aburre tanto como pensar que estamos haciendo algo sin resultado. Para esto tienes que trazarte metas que sean alcanzables y a corto plazo. Si quieres perder peso, habla con el profesor y un nutricionista para que te asesoren sobre cómo combinar la rutina física con una alimentación adecuada. Si tienes en mente perder muchos kilos, comienza por ponerte un plazo de pérdida de volumen desde que inicias a dos meses. Que sean plazos que puedas complir y que, al lograrlo encuentres más motivación para seguir.
Cuanto más largo sea el plazo para cumplir el objetivo deseado más fácil será rendirte y menos motivación tendrás. Que las metas sean realizables y no una esperanza. Ten en encuenta que, cuando entrenamos, los resultados solo dependen de nosotros. Esto hace que la frustración sea mayor si vemos que no alcanzamos lo que nos propusimos.
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