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¿Qué hacer si mi perro es agresivo?

Los perros no son agresivos, se hacen o muestran conductas agresivas en determinados momentos o circunstancias. Prevenir y entender qué lo desencadena es el principio de la modificación de conducta.


27 de enero de 2020 - 19:45 CET

Si hay algo que nos atrae de la personalidad de los perros es que son, por norma general, cariñosos, alegres y nos colman de bienestar. Son también muy sociables y cuando les sacamos a pasear podemos disfrutar viéndoles correr y jugar con sus congéneres, generalmente, sin conflictos. Pero ¿y si tu perro no lo hace y, por el contrario, se muestra agresivo? Tanto si lo es con otros animales como contigo debes buscar la causa del problema y pedir ayuda a un profesional.

"Si bien cierto que algunas razas de perro, las denominadas potencialmente peligrosas, son más propensas a mostrarse de este modo, puesto que tienen esta predisposición genética, si no se les potencia este comportamiento pueden no desarrollarlo", asegura el veterinario José Ballester, practice manager de AniCura Velázquez Hospital Veterinario. Dejando de lado esta excepción, nuestras mascotas no son agresivas. No obstante, sí pueden volverse en determinados momentos y bajo ciertas circunstancias

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¿Por qué algunos perros son agresivos?

La agresividad es una reacción ante una amenaza. Puede darse a nivel ofensivo (por dominancia) o defensivo (por miedo o inseguridad). También puede tener su origen en un instinto depredador, de caza. Por último, algunas enfermedades son susceptibles de desencadenar agresividad. Es el caso de un tumor cerebral o trastornos neurológicos.

Por otro lado, no hay que olvidar que gruñir, mostrar los dientes, así como erizarse forma parte del lenguaje natural del perro, que puede expresarse así para comunicarse con otros animales de su misma especie o de otras.

En algunos casos, el instinto de dominancia está propiciado por los propios dueños aunque no sean conscientes de ello. Tratar al animal de forma diferente a lo que es, un perro, puede desencadenarla. De hecho, mimarle demasiado y permitirle cualquier cosa favorecerá que se sienta como el líder de la manada. Este sentimiento de liderazgo puede hacer que nazcan otras conductas propias de un macho o hembra alfa. Entre estas está la agresividad. "Es inevitable que los mimemos, pero debemos establecer límites y que ellos tengan muy claro cuál es su lugar en la familia", señala el experto. Cuando el perro está excesivamente humanizado, puede perder sus instintos animales y desequilibrarse.

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Cómo prevenir la agresividad

La socialización es básica. Desde que nace hasta los seis meses, el cachorro pasa por una etapa muy sensible en la que necesita estar en contacto con otros cachorros y aprender, a través del juego, las pautas de una buena socialización. Todas estas experiencias marcarán el resto de su vida. "Aunque el destete puede realizarse entre la séptima y la octava semana, es recomendable que el cachorro pase el máximo tiempo posible con su madre, sus hermanos y que conozca a otras personas. Eso le ayudará a ser un animal más seguro, confiado y evitará problemas de conducta", indica José Ballester.

Refuerzo en positivo. Significa reforzar aquellas conductas deseadas e ignorar aquello que el perro hace mal. Jamás debemos vejar al animal con castigos que él no va a entender como pegarle, gritarle y enfadarnos o restregar su hocico en el pipí si se le ha escapado en casa. Menos aún si lo ha hecho en otro momento y le castigamos cuando llegamos a casa. No sabrá por qué estamos enfadados y lo único que conseguiremos es infundir miedo que puede traducirse, a la larga, en conductas agresivas. Si queremos cortar un mal comportamiento, debemos recurrir a órdenes rápidas y cortas como un ¡NO!, un ¡Shssss! (si queremos que se calle) o una palmada en el aire en el momento que está comportándose mal.

Cubrir sus necesidades básicas. Además de proporcionarle la comida suficiente de acuerdo a su edad, tamaño, peso y actividad, es esencial proporcionarle paseos diarios para que pueda hacer ejercicio físico y quemar energía. En algunos casos, la ausencia de ejercicio es la fuente de todos los problemas de agresividad y otras conductas que mermarán la calidad de vida de tu perro y de toda la familia, además de poner en riesgo su salud.

No humanizarle. Aunque nos cueste, tenemos que grabarnos esto a fuego: un perro no es un niño pequeño. Mimar en exceso a un animal, llevarle en brazos, dejar que se suba a la cama sin pedir permiso son actitudes que no son interpretadas de la misma manera en su cerebro que en el nuestro. El riesgo de una excesiva humanización es que nuestro perro se vuelva intolerante, dominante y agresivo con otros canes e, incluso, con nosotros mismos.

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Qué hacer si mi perro ya es agresivo

"No es lo mismo que un perro sea agresivo por dominancia o por miedo, timidez o inseguridad", indica el veterinario José Ballester. También es complicado saber cómo actuar adecuadamente en estos casos para que el perro lo entienda. Por ello, el mejor consejo es ponerse en manos de un profesional.

Los adiestradores o los expertos en comportamiento animal, conocidos como etólogos, analizarán en qué momentos se muestra agresivo, qué puede desencadenar este comportamiento y cómo se comportan los dueños cuando esto ocurre para encontrar la mejor terapia posible y volver a disfrutar de la compañía de nuestro mejor amigo.