Desde que Sarah Jessica Parker visitó la tienda vintage Williamsburg, en pleno centro de Madrid hace más de tres años, desterramos para siempre la asociación 'usado/poco chic'. En esa ocasión, la actriz compró un precioso vestido negro por 30 euros y lo llevó a la presentación de su serie esa misma noche. Todos quedamos sorprendidos por su elección, sin saber que esto daría inicio a una andadura ecologista y solidaria.
Comprar en tiendas de segunda mano permite mantener una economía social, para el planeta representa un alivio considerable. La segunda vida de nuestra ropa o lo que hacemos con ella cuando ya no la utilizamos interviene en la ecología y evita un impacto medioambiental considerable. Arjen Hoekstra, impulsor del concepto huella hídrica, calcula que para fabricar una camiseta de algodón se utilizan unos 2.900 litros de agua y en unos vaqueros gruesos unos 11.800 kilos. En España, se estima que cada persona genera unos nueve kilos de residuo textil al año y que, con frecuencia, las prendas solamente las usamos unas siete u ocho veces antes de tirarlas o regalarlas.
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Las nuevas generaciones ya están concienciadas sobre el daño medioambiental
Uno de los factores que mejor puede contribuir a frenar la crisis climática es la conciencia y la decisión de tomar un papel activo ante ello. La llamada generación Z es una de las más implicadas en esta situación. En España se estima que cerca del 60% de los jóvenes consumen productos de segunda mano o “pre amados” como también se denominan.
El auge de las tiendas vintages y las aplicaciones para comprar y vender ropa usada, lo corrobora. Los tintes sintéticos que se emplean para dar color a las prendas usan metales pesados y tóxicos como el plomo, el níquel y el cromo VI. Cada vez que lavamos ropa teñida de manera artificial, estas sustancias contaminantes se desechan en el medio ambiente.
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¿Cómo prevenir, con nuestro armario, la devastación ambiental?
Se trata de conocer los perjuicios que cierto sector de la industria de la moda ocasiona. Cada vez son más las marcas que tienen una línea eco que también es asequible. En el proceso de producción existen inevitables componentes contaminantes, sin embargo, podemos evitar males mayores.
Cuando una prenda está confeccionada con fibras naturales, como el algodón, se emplea agua, pesticidas y tierra fértil para su producción. Si se lo hace con fibras naturales, como la seda o la lana, se desprende metano que es liberado en la atmósfera. Por no mencionar la manera cruel en la que tratan a muchos animales destinados para ello. Si, la prenda está realizada con fibras artificiales, como puede ser el poliéster, se requiere agua y energía para su producción y también gasolina y carbón.
Moderar el consumo y ser conscientes de lo que compramos y cómo lo hacemos es la mejor opción para evitar que los vertederos de todo el mundo se vean colapsados por prendas de poner y tirar. La ropa de segunda mano no solo brinda un respiro al planeta, sino que colabora con la economía local y, en muchos casos, tienen un fin social. Tiendas de ropa como Humana exporta cerca del 39 % de las prendas donadas, para ser vendidas a precios muy bajos en países de África.
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