Considerada 'la epidemia del siglo XXI', la obesidad no para de crecer en la mayoría de países desarrollados, con las consecuencias que tiene en casos de diabetes y colesterol. El 25 % de la población en España es obesa o tiene problemas de sobrepeso y el ritmo de crecimiento de esta enfermedad es ya tan acelerado como en Estados Unidos, situando a nuestro país en el segundo puesto de Europa, solo por detrás del Reino Unido. Sin embargo, mientras que en nuestro país el Ministerio de Consumo está estudiando la creación de un posible impuesto sobre la comida basura para "revisar la fiscalidad de los alimentos ultraprocesados o ricos en grasas y azúcares", el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha tomado la decisión de que pizzas, hamburguesas y patatas fritas vuelvan a los comedores escolares de su país.
Acaban así los estándares que impulsó la ex Primera Dama Michelle Obama para terminar con el problema de la obesidad infantil que no para de crecer en Estados Unidos. Las nuevas reglas permitirán a los colegios reducir la cantidad de verduras y frutas que debe incluir el menú escolar y les facilitará ofrecer más comida con muchas grasas saturadas y calorías.
La normativa se ha dado a conocer a través de una agencia del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, cuya responsabilidad es diseñar los menús que alimentan a casi 30 millones de niños en 99.000 escuelas. "Los colegios y los distritos escolares continúan diciéndonos que todavía hay demasiado desperdicio de alimentos y que se necesita una mayor flexibilidad para proporcionar a los estudiantes comidas nutritivas y apetitosas. Les hemos escuchado y nos hemos puesto a trabajar", explicaba en un comunicado el secretario de Agricultura, Sony Perdue.
"Es un paso en la dirección equivocada"
La Asociación para una América más saludable, donde Michelle Obama es presidenta honorífica, rechazaba estas nuevas pautas alimenticias en otro comunicado. Su directora, Nancy E. Roman, ha afirmado que la normativa es "un paso en la dirección equivocada" y considera que, "poniendo la política a un lado, la ciencia ha demostrado que debe incrementarse el consumo de frutas y vegetales" por su efecto favorable en la salud, especialmente para los menores.
Los colaboradores de Trump y su ejecutiva han reconocido siempre que en la dieta del mandatario abundan las pizzas, las hamburguesas y los refrescos azucarados. Desde que llegó a la Casa Blanca en enero de 2017 ha ido rebajando los estándares sobre la nutrición de las escuelas. El año pasado, el Departamento de Agricultura ya relajó las reglas que obligaban a los colegios a tener disponible leche sin lactosa para aquellos alumnos que la solicitaran.
Una buena alimentación, junto con la actividad física y el bienestar emocional, es un pilar vital de un estilo de vida saludable, la mejor 'medicina' preventiva a la que podamos acudir. Educar en estos buenos hábitos desde edades tempranas, tanto en familia como desde los propios colegios, no solo es bueno para su salud a futuro sino que es la más efectiva medida para frenar la obesidad infantil, una verdadera lacra en la actualidad. Si los gobiernos no crean medidas contra esta problemática, esta enfermedad seguirá creciendo hasta niveles mucho más preocupantes.