Cuidar la alimentación, practicar más ejercicio, mantenernos en forma y, en definitiva, tratar de llevar un estilo de vida saludable. Este es uno de los objetivos que se propone la inmensa mayoría de personas, especialmente con la llegada del mes de enero tras los excesos propios de las Navidades. Sin embargo, a pesar de que algunas no dudan en apuntarse al gimnasio con la llegada del nuevo año, pronto empiezan a aparecer las excusas. Entre ellas, la falta de tiempo. Afortunadamente, perder grasas sin dietas estrictas ni agotadoras rutinas deportivas sí es posible. ¿Cómo? Con la termogénesis por actividad sin ejercicio, conocida como NEAT, la capacidad que se enfoca en las calorías que una persona quema diariamente mientras realiza las actividades normales que son diferentes a hacer deporte. Es decir, todos aquellos movimientos que realizamos en nuestro día a día y que no son ejercicio como tal, pero que también nos ayudan a perder grasa.
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¿Cómo calculo mi NEAT?
Para conocer nuestro NEAT es necesario saber los factores que intervienen en el gasto calórico.
- Metabolismo basal: cantidad de energía mínima que el cuerpo necesita para mantenernos vivos
- Actividad física diaria: cantidad de energía que quemamos gracias a la actividad y el ejercicio. Dentro de esta fuente de energía se encontraría el NEAT
- Efecto termogénico de los alimentos: cantidad energía que gasta el cuerpo para procesar los alimentos y digerirlos. Suele ser mínimo y no tiene mucha repercusión en el resultado final de calorías quemadas a lo largo del día
Calcular exactamente nuestro NEAT es complicado. Sin embargo, con ayuda de una pulsera de actividad podemos aproximarnos a la cifra. Estos aparatos calculan la distancia recorrida y las calorías consumidas a lo largo del día, en función de nuestra edad, peso, altura y sexo. Al resultado que marque la pantalla al final del día, debemos restarle las calorías que hemos quemado durante el entrenamiento y, de esta forma, tendríamos una estimación bastante precisa sobre nuestro NEAT.
Olvídate del ascensor
En el edificio en el que vivimos, en el metro, en la oficina… En nuestro día a día, son muchas las escaleras que podríamos subir, pero solemos optar por el ascensor o las mecánicas. Sin embargo, subir y bajar escaleras no solo quema más calorías de lo que creemos, sino que, además, al hacerlo vamos añadiendo pequeñas dosis de actividad que tienen repercusión directa tanto en la salud como en la báscula. Si subimos todos los peldaños que nos vamos encontrando a lo largo del día, será un esfuerzo extra que vamos acumulando sin apenas darnos cuenta.
Aparca el coche
La inmensa mayoría de las personas tenemos que estar más de la mitad de las horas del día sentados. Aún así, muchas optan por utilizar el coche para desplazarse. Caminar o introducir la bicicleta en nuestra jornada puede quemar cantidades significativas de energía. Si el tiempo y la distancia no te permiten ir caminando hasta tu puesto de trabajo, puedes dejar el coche aparcado un poco más lejos o, en caso de desplazarte en transporte público, bajarte unas paradas antes. Recuerda que los pasos diarios se acumulan y que añadir pasos adicionales a tu día es un componente importante de la NEAT.
Tareas domésticas
Realizar las tareas domésticas también puede aumentar la NEAT diaria. Pasar la aspiradora, fregar los platos, limpiar el polvo, planchar, barrer… Según un estudio realizado por MuscleFood, limpiar la casa a fondo puede hacer que gastemos más de 2.000 calorías cada semana sin apenas darnos cuenta.
¡A jugar!
Pocas cosas son más gratificantes que compartir tiempo con los más pequeños. Los niños deben jugar todos los días al aire libre, una actividad divertida y que, además, es beneficiosa en todos los sentidos. Pasear hasta el parque, correr tras ellos, saltar a la comba o dar patadas a un balón… Jugar alrededor de 30 minutos ayuda a quemar entre 120 y 130 calorías. Una gran forma de ejercitarnos mientras fortalecemos los lazos afectivos con los más pequeños.