Hay épocas del año en las que los gimnasios multiplican el número de inscripciones. La llegada del verano, la vuelta a la rutina de septiembre o el mes de enero son los más significativos. Ahora que han pasado las Navidades, hemos visto las consecuencias de los excesos y planteado nuestros propósitos para el nuevo año no es extraño que caigamos en la tendencia. Pero ojo, que si comenzamos a hacer deporte sin sentido, no solo no estaremos trabajando con vocación de estabilidad a largo plazo sino que, además, podemos poner en riesgo nuestra propia salud.
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Antes de nada, una adecuada preparación previa
"Tenemos que saber a qué estamos dispuestos a comprometernos con nosotros mismos para poder cumplirlo y no frustrarnos en el intento", advierte Ángel Merchán, manager en Home Wellness Madrid Studio, para quien el componente emocional es fundamental. Por supuesto, también el análisis físico: "Lo ideal es pedir asesoramiento profesional (siempre a un entrenador personal graduado en ciencias de la actividad física y del deporte) de cara a plantear objetivos realistas y ritmos de asistencia y entrenamiento adecuados a nuestras características y experiencia".
Detalla que debemos "mentalizarnos de que debemos dedicarle un mínimo de 2 días a la semana de forma regular y de que la constancia es el único camino para conseguir los objetivos que nos planteemos". De cara a prepararnos previamente, recomienda plantearnos algunas preguntas con ayuda de un profesional: ¿Cuánto tiempo semanal puedo dedicarle al ejercicio de forma realista? ¿Estoy dispuesto a modificar determinados hábitos de vida como los horarios de descanso, alimentación, días que le dedico a la práctica deportiva? ¿Cuál es la actividad física más adecuada para mí?
¿Cómo nos marcamos objetivos reales y alcanzables?
"Si no planteamos objetivos no podemos saber qué tipo de entrenamiento es el más adecuado. Además, desde el punto de vista de la motivación, necesitamos marcarnos metas a corto, medio y largo plazo, ya que el hecho de ir alcanzando estas metas supone un refuerzo positivo para seguir esforzándonos en mejorar", explica el experto.
El nivel de condición física, la coordinación, experiencia previa, lesiones, edad, factores de riesgo o días de entrenamiento semanales son algunos de los puntos que debemos tener en cuenta a la hora de marcar estos objetivos que, tal y como advierte, un profesional debe evaluar. Toda esta información "debe darnos una idea de cuál es el punto de partida y hasta dónde podemos llegar de forma realista. Esto es fundamental, ya que si nos planteamos objetivos demasiado ambiciosos, y no los cumplimos, nos vamos a frustrar. Lo ideal es poner objetivos intermedios y sobre estos plantear nuevos objetivos en función de nuestra progresión y compromiso a la hora de aumentar la intensidad, días de entrenamiento, etc."
Consejos para no perder la motivación
Ángel Merchán mantiene que la clave es ser constante. "Ayuda si te buscas un compañero o compañera de entrenamientos; siempre entre 2 o más la motivación es mayor. También, llevar un diario de entrenamientos y registrar cuándo entrenas y lo que haces, y si se corresponde con lo planificado. El control vía dispositivos como pulsómetros o pulseras de actividad también pueden ayudarnos desde el punto de vista de la motivación, además del análisis de los resultados que se van obteniendo", aconseja.