meditar ayuda a detener el tiempo© Adobe Stock

Cómo meditar ayuda a frenar el paso del tiempo

Cuando logras controlar la ansiedad y el estrés el futuro es solamente algo que en algún momento llegará.


Actualizado 17 de enero de 2020 - 15:55 CET

Una de las mejores cosas que tiene la meditación es su inmediatez. La constancia y la experiencia brindan mejores resultados, claro, pero basta con meditar una única vez para sentirte mejor de como estabas antes de hacerlo.

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Cuando meditas, dejas de pensar, por lo tanto el tiempo se vuelve algo subjetivo, etéreo, al que vuelves a encontrar solo cuando acabas la sesión de meditación con el móvil, en el reloj y en las obligaciones. Sin embargo, esa subjetividad del tiempo que lograste se mantiene de manera difusa y sutil contigo. Cuanto más la practiques, más presencia tendrá.

Solo al pensar existe el tiempo. Convivimos con dos clases de tiempo. Uno concreto, como la hora de entrar al trabajo o de recoger a los niños del colegio y otro tiempo futuro, como los días, meses y años que vendrán.

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¿En qué tiempo vives?

El tiempo concreto nos exige un ritmo y una presencia, y desatenderlo podría ocasionar demasiados problemas y disgustos. Nadie quiere estar dando explicaciones de los motivos por los que ha llegado tarde o no ha pagado a tiempo las facturas. Sin embargo, es un tiempo que podemos habitar de otra manera, presencialmente. Estando física y mentalmente en él, aunque sea incómodo.

Cuando asumes y aceptas conscientemente que tienes que cumplir con algo establecido, el paso de este por tu vida es rápido y ameno. Es como si lo asimiláramos de una manera orgánica y natural. La meditación ayuda a elaborar estructuras psíquicas que se predisponen que alcances el objetivo.

El tiempo futuro es una irrealidad, porque todavía no ha llegado a tu vida. Nuestra mente tiende a planificar y organizar a futuro, en ocasiones por responsabilidad y en otras por ansiedad. Si vives pensando en lo que va a suceder desatiendes el presente, lo que en verdad está ocurriendo ahora. Por lo tanto, este es el tiempo del que menos te debes ocupar.

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Una de las mejores cosas que tiene esta práctica es su inmediatez. La constancia y la experiencia brindan mejores resultados, claro, pero basta con meditar una única vez para sentirte mejor de como estabas antes de hacerlo. 

Solemos angustiarnos por situaciones que ni siquiera han aparecido en nuestras vidas. Cuanto más pensamos en ellas, más cerca están, aunque no sean reales. Si crees que la situación económica no te permitirá nunca comprar un piso, te enfocas en ello y terminarás por construir esa realidad. No sabes qué puede pasar, por lo tanto, reparar en eso con miedo, preocupación o angustia, no hace más que crearlo en tu mente.

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Mañana todavía no existe

Al meditar fomentamos la atención plena y el tiempo se centra en el momento que inhalas y exhalas. Aprendes a diferenciar las presiones externas, grandes gestoras de estrés y ansiedad, de las reales. También descubres cómo transformar esa presión en algo productivo y realizable. Básicamente porque meditar significa, también, un redescubrimiento y conocimiento personal. Si no puedes llegar a los objetivos pedidos, simplemente lo asumirás y lo comunicarás. Con frecuencia nos sumamos a la ansiedad ajena, sin oficio ni beneficio, algo que la meditación ayuda a controlar y detectar.

Dejar de pensar, especialmente en los problemas o las dificultades que están por venir o que podrían surgir, detiene el tiempo en ese momento. También cambia, radicalmente, el concepto personal del paso de este. Solo puedes cumplir años cuando estás viva, así que salvo que desees lo contrario, el calendario no debería ser un motivo de preocupación.

Si lo que te molesta o inquieta de cumplir años es la salud, la vejez o la cercanía a la muerte, entonces es sobre eso que debes meditar. Estás anticipándose a los acontecimientos que no sabes cómo se presentarán. Cuando declinas esa intención humana de querer controlarlo todo, vuelves al tiempo tu mejor aliado. Te vuelves perfecta, tal como estás, para el tiempo en el que realmente habitas, hoy.

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