Es uno de los problemas más recurrentes. Dificilmente pasemos un día sin alertas y sugerencias orientadas a disminuir la crisis medioambiental. Sin embargo, si se ha convertido en una especie de obsesión y sientes que está perturbado tus emociones el cambio climático es, además de un problema global, un problema personal.
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La visualización del problema, en ocasiones, nos hace sentir que ha llegado tarde o nos hemos dado cuenta de la gravedad cuando hay muy poco que hacer. La visión con la que enfrentamos la crisis climática es fundamental para no terminar por obsesionarnos con algo que debemos asumir como un cambio de hábitos permanente.
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No todo está tus manos
Algunos estudios psicológicos han detectado un aumento significativo de situaciones de ira, ansiedad, culpa y depresión ante el cambio climático. Muchas veces, el panorama se presenta tan devastador que esas emociones parecieran estar correctamente fundadas.
Para evitar y combatir estos síntomas elige y selecciona la vía por la que vas a informarte de la situación. No todos los canales informativos tienen la misma filosofía ante la noticia, decide cuál se adapta mejor a ti. Evita los que tienen una tendencia alarmista y catastrófica. Esto no quiere decir que busques noticias edulcoradas sino que te vuelvas crítica y selectiva de la información que consumes. Si notas comportamientos obsesivos o compulsivos, disminuye la frecuencia de noticias relacionadas con este tema.
Los psicólogos potencian la capacidad de conocernos a nosotros mismos en estos casos. Distinguir si una noticia nos está perturbando o produciendo emociones de ira o culpabilidad, nos ayuda a evitarla. Compaginar la lucha en defensa del medio ambiente con actividades sociales, ejercicio físico y una vida plena ayuda a nuestra mente a mantenerse equilibrada.
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Involúcrate de una manera positiva y constructiva
Participar de un movimiento tan necesario como lo es la crisis climática aporta muchas emociones positivas. Si lo haces de manera grupal, integrando asociaciones, ONGs o grupos vecinales te ayuda a no creer que es una lucha perdida. La soledad de estas acciones, por lo general altruistas, pueden desencadenar una depresión o un trastorno de ansiedad.
Discutir y compartir tu preocupación con otras personas es una actitud positiva, según los psicólogos, que hace que te sientas menos vulnerable e indefensa ante la gravedad de la situación. El estrés por la crisis ambiental del planeta puede sumirte en una depresión.
La Asociación Estadounidense de Psicología ha definido la ecoansiedad como un "temor crónico de un cataclismo ambiental", Lo sufren, con más frecuencias, las personas más jóvenes. Que suelen ser, a su vez, las conscientes y participativos en la lucha contra el cambio climático.
Cuando sufres ecoansiedad sientes una responsabilidad mayor de la que tienes ante la situación actual y la futura. Algunas mujeres, incluso, han manifestado sentirse culpables por haber tenido hijos. Si sientes que la preocupación por la crisis ambiental ha empezado a interferir en tu vida de manera negativa, busca ayuda profesional, para evitar un sufrimiento mayor. Otras personas han reconocido padecer insomnio o tener ganas de llorar cuando piensan en la situación. Si estás concienciada con esta lucha, sentirte parte activa es positivo, pero procura cuidar también de ti. Evita pensar o informarte sobre la situación cuando estás por acostarte. Por último, sé optimista, puede parecer tarde pero estamos en el camino y la suma de voluntades ayudará a cambiar la situación.