Una sonrisa, exacta, precisa y a tiempo, puede dar vuelta el sentido de tu día. Si lo has vivido, sabrás a lo que me refiero. Hablo de ese momento en el que, por algún motivo estabas ensimismada en tus problemas o en la rutina y, de repente, alguien te sonríe. Los pensamientos negativos que rondaban por tu mente desaparecen. No hay palabras, caricias, solo una sonrisa diciendo 'no estás sola'.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Llamar a una persona por su nombre, sin que sea una estrategia de venta, es otro acto amable por naturaleza que no cuesta más que la intención de querer hacerlo. Cuando somos amables con los demás también lo somos con nosotras mismas. Es un efecto boomerang, de alguna manera, vuelve a ti.
Ser amable es darle valor a los gestos y detalles
Eres amable cuando piensas tanto en los demás como en ti. Ser amable no lleva tiempo, aunque muchas personas se excusen en las prisas cotidianas para evitar dar las gracias o saludar. Sí, ser amable también es ser educada.
¿Te has preguntado alguna vez sobre como interfieres en la felicidad ajena? Ser amable es una de esas posibilidades. No descuides los detalles y los pequeños gestos que pueden alegrar a otra persona. Existe un truco para comprobar si realmente estás siendo amable: ponte en el lugar del otro. ¿Cómo te gustaría que te hablaran? ¿Cómo no querrías que te tratasen?
Leer más: El secreto para sentirse bien y ser más feliz es mejorar la autoestima
La empatía es una de las mejores fórmulas para ser amorosos y gentiles. Somos parte de una sociedad que interactúa y que brinda la posibilidad de ser amables y recibir el mismo trato. Cuando haces bien a los demás, te sientes bien, seguro que ya lo has comprobado.
Cuidar y respetar a los demás
Si sabes cuidar de ti misma, podrás también cuidar de los demás. Cuando lo haces, les muestras respeto, un acto de generosidad que se retroalimenta. Si mencionamos el respeto entonces tu amabilidad no debería ser falsa o impostada. Es algo tan simple que no merece la pena ni el tiempo, forzarlo.
A veces, solo se trata de quitarnos prejuicios y condicionamientos. Un jefe amable no pierde poder, una queja planteada con respeto y educación no pierde fuerza, la amabilidad no te hace vulnerable, por el contrario, cuando eres capaz de hacerlo de manera sincera (porque crees que es la única forma de hacerlo bien) ganas la capacidad de ser escuchada, atendida y respetada.
Leer más: Descubre cómo la psicología positiva puede cambiar tu vida
Beneficios psíquicos y físicos de la amabilidad
Cuando una persona es amable desarrolla muchas otras capacidades: la generosidad, la paciencia, la empatía y el autocontrol. Por lo tanto tiene beneficios en tu organismo de manera directa. Ser amable mejora la salud porque disminuye la secreción de cortisol, la hormona del estrés. Cuando eres amorosa generas una sensación de bienestar a tu alrededor, esto disminuye el riesgo cardiovascular, reduce la percepción del dolor y protege el sistema nervioso. Disminuye la sensación de ansiedad porque genera oxitocina.
Si le enseñas a los más pequeños con tu ejemplo, estarás motivándolos para que se comporten así y es una manera de reforzar su seguridad.
Tres pasos para convertirte en una mujer más amable
- Dirígete a las personas por su nombre. Muchos establecimientos proporcionan a sus empleados una chapa identificatoria. Son apenas unos segundos que cambiarán la predisposición de la persona que te atiende.
- No dejes que termine el día sin tener un detalle bonito con otra persona. Para ello será fundamental que prestes atención al entorno y lo que te rodea para reconocer lo que podrías aportar. También puedes tener ese gesto particular contigo misma.
- Utiliza palabras positivas, evita las groserías, los insultos y los agravios. Si no tienes nada bonito que decir es mejor callar. Intenta poner mesura en las situaciones de presión o sobreexigencia. Desarrollar un vocabulario más amable es sencillo, requiere de práctica y determinación.
Leer más: Haz teatro y conviértete en la persona que quieres ser