Con el comienzo del nuevo año solemos experimentar una cierta euforia que nos hace pensar en cuáles serán los propósitos para los siguientes doce meses, aunque, también es verdad, que no conseguimos alcanzarlos. Entre estos objetivos se encuentran ir al gimnasio, hacer dieta, dejar de fumar o dedicarnos más tiempo a nosotros mismos, y suelen ser los más comunes entre hombres y mujeres. Elena Mancheño, psicóloga sanitaria experta en clínica, explica cómo en estas fechas las consultas se llenan de pacientes que culminan sus sesiones comentando entusiasmados sus propósitos de año nuevo, y jurando que este 2020 será diferente al anterior. Pero según confirma la experta, no son muchos los que consiguen mantener los propósitos fijados y eso se debe, en la mayoría de las ocasiones, a que lo que nos planteamos no es tan posible o realista como creíamos. De ahí que aconseje personalizarlos y adecuarlos a nuestra propia vida, por ejemplo, plantearnos ir al gimnasio, no lo puede pensar de la misma manera una persona que trabaja y tiene hijos a una persona que es estudiante. Lo primero que recomienda a sus pacientes es que siempre escriban esos objetivos, utilicen una agenda y materiales atractivos para que sea más fácil el recordarlos. Además de que empiecen por los objetivos más sencillos hasta llegar a los más complejos y que por cada pasito dado se den un premio, a modo de recompensa por el esfuerzo hecho.
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La especialista propone por tanto hacer nuestra lista de propósitos de año nuevo, siguiendo el método SMART (Specific, Measurable, Achievable, Relevant y Time-Oriented):
Específico
Fijar objetivos que sean concretos, claros y sencillos, la ambigüedad es una enemiga que a veces nos lleva a la “excusa” y por tanto al abandono. Para ello podemos ayudarnos de preguntas como: ¿Dónde?, ¿Cuándo?, ¿Cómo? y ¿Para qué?.
Medible
Acotar los objetivos en tiempo, dejar el “estudiaré más” o el “dedicaré menos tiempo al móvil este año” y sustituirlo por “voy a estudiar una media de 4 horas todas las tardes de lunes a viernes” o “voy a fijarme 2 horas al día para poder disfrutar de las redes sociales”.
Alcanzable
¿Es posible mi objetivo?. Una de las principales claves es el ser realista, el poder visualizarnos logrando lo que nos hemos propuesto y que sea compatible con nuestra rutina diaria.
Relevante
Sin motivación no hay objetivos, es la que nos mueve a actuar y a salir de nuestra tan conocida zona de confort. Tenemos que tener claro para qué y por qué nos hemos puesto esa meta, qué mejoras hará en nuestra vida y cómo nos hará sentir.
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Orientado en el tiempo
Escribir los objetivos con fecha de inicio y con fecha de finalización. Llegaríamos a finalizarlo cuando el objetivo ya esté instaurado en nuestra vida, se haya transformado en hábito. Es importante que lo que nos hemos propuesto pueda empezar a realizarse a corto plazo y de forma más inmediata porque si lo dejamos para más adelante existe el riesgo de empezar a restarles importancia y no comenzarlos nunca.
Por último, Elena Mancheño propone que, en unos meses, se revisen los objetivos propuestos para observar cuál de ellos se ha cumplido o está en proceso. De esta manera nos servirá como refuerzo para continuar alcanzando metas y además podremos averiguar si este método nos ha sido efectivo.
Por su parte Rosario Linares, psicóloga y psicoterapeuta, explica que cuando un año llega a su fin tenemos la sensación de que cerramos un ciclo y damos comienzo a otro. Por eso solemos hacer un repaso a las aspiraciones que sí hemos conseguido lograr, y nos planteamos nuevas metas para lo que viene. Pero aunque todo está lleno de buenas intenciones, o no conseguimos llevarlos a cabo o volvemos a los hábitos de siempre. Linares nos da las claves para saber por qué nuestras metas no llegan a buen puerto.
Cantidad: plantearse demasiado objetivos y además poco realistas son los principales motivos por los que no terminamos cumpliendo con nuestra lista de buenas intenciones para el nuevo año.
Sin significado: en otras ocasiones estos objetivos son algo común a los demás, pero no tienen nada que ver con nosotros. El ejemplo más claro es el de apuntarse al gimnasio porque quienes nos rodean lo han hecho, pero en realidad es una actividad que no va con nuestra persona. Así, después de solo varias semanas haciendo ejercicio, abandonamos.
Miedo al cambio: el miedo siempre es una piedra en el camino que nos frena en muchos aspectos de nuestra vida. Por lo tanto, no sorprende que a la hora de llevar adelante nuestros propósitos, también haga acto de presencia. Así que, salir de la zona de confort implica un gran cambio y suele ser este miedo el que no nos deja dar un paso adelante.