Nos enfrentamos a ello cada día, sin embargo, es una de las acciones más difíciles. Así es la toma de decisiones, la capacidad que deriva del poder de la voluntad y de la razón que tantas veces nos pone contra las cuerdas. No obstante, hay que tener claro que ni debes tomarlas a la ligera ni tampoco dejar que tu cerebro te boicotee. ¿Qué tipo de trampas psicológicas nos puede poner nuestra propia mente? Aunque tendemos a llevarnos por instintos, algunas investigaciones de Psicología revelan seis fenómenos, entendidos como escollos a la hora de decidir y que provocan que, en ocasiones, erremos.
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- Trampa del anclaje: nos dejamos llevar por la primera idea hasta tal punto que el resto de las informaciones se ven contaminadas por la primera que hemos obtenido
- Trampa del status quo: nos resistimos al cambio y apostamos por la zona de confort. Por miedo a críticas, nos quedamos en el mismo punto y no damos un paso al frente
- Trampa del gasto a fondo perdido: cuando a pesar de equivocarte en una dirección, insistes de nuevo en ella
- Trampa de evidencia confirmatoria: nos centramos únicamente en el ángulo con el que estamos de acuerdo
- Trampa del encuadre: tomas la decisión en función de cómo se presente el problema, sobre todo si el resultado es incierto y entraña un riesgo
- Trampa de estimación y pronóstico: se divide a su vez en tres tipos:
- Exceso de confianza: cuando nos consideramos por encima de la media y creemos tener la posesión de la verdad
- Excesiva prudencia: cuando se amplia el margen por temor a equivocarnos
- Memoria selectiva: tomamos la decisión en función de nuestros propios recuerdos, recuerdos que suelen ser en general positivos
Además, para evitar caer en ellas, existen algunos consejos que pueden servirte al menos para reflexionar y decidirte:
- Define tu problema: cuando definas el objetivo será mucho más fácil decidirte
- Recopilar información: recabar datos sobre ello te ayudará
- Valora las alternativas: todas ellas deberían ser viables
- Haz una lista con posibles pros y contras: te dará una visión más clara
- Evita la presión social: existen estudios que demuestran que tendemos a cambiar de opinión cuando el resto del grupo tiene un parecer común, aunque sea contrario al suyo
- Pide ayuda: la terapia con un psicólogo o con un coach puede servirte para aclararte
- Convierte la decisión en actuación: ninguna decisión se considera que está tomada hasta que se ha puesto en marcha
A pesar de que no todas las decisiones tienen para ti la misma importancia y de que no todas son trascendentales, vivirás este tipo de situaciones continuamente. Sin obsesionarte debes analizarlas, teniendo en cuenta todos los elementos anteriormente mencionados. Para ello, puedes valerte de técnicas como el yoga o el mindfulness, las cuales te servirán para catalizar tus emociones.
Ser líder de ti mismo te ayudará a huir del estrés y a relajar tu mente, dos aspectos que facilitarán este proceso. Además, por otro lado, te permitirá concentrarte y agilizar tus pensamientos.