El problema de quedarnos estancados en lo que ya sucedió es que, muchas veces, lo utilizamos de manera inconsciente para no avanzar. Por temor a lo nuevo, a salir de nuestra la zona de confort. Anclarnos en él retiene nuestra energía y nos impide generar cambios, involucrarnos en nuevos proyectos y crecer emocional y espiritualmente.
Si crees que el pasado tiene tanto lugar en el presente que no te deja verlo con claridad, es momento de dar vuelta la página y dejarlo en el sitio que merece. Olvidar el pasado no significa negarlo, de esas experiencias y momentos también estás hecha. Lo nocivo es cuando su recuerdo te produce dolor, rencor o sentimiento de culpa. Cuando traes esos momentos al presente, en tu mente se produce un efecto similar al que asimiló cuando ocurrieron estos hechos.
Ya sea por lo bonito o por lo triste, centrar tu vida en el pasado puede ser tan perjudicial para tu salud física como para tu bienestar emocional. Si estás lista para seguir caminando y dejar atrás los momentos dolorosos, estos consejos pueden ayudarte:
Come, reza, ama
Sí, como la película, alzar la vista y observar el mundo que te rodea es un primer paso importantísimo. Cuando logras ver más allá de tu dolor, dejas de centrarte en ti misma para pensar en los demás. Su sufrimiento, su dolor, su pasado te ayudarán a ver tu vida con otra perspectiva.
Viajar, hacer voluntariados, meditar y leer son actividades que promueven la empatía y ponen nuestros problemas en un nivel razonable, ni extremadamente graves ni cosas inventadas. Están ahí, no puedes cambiarlos, pero te ayudan a crecer.
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El poder del perdón
En ocasiones, poder mirar aquello que nos hizo daño con ternura y contemplación produce un acercamiento menos doloroso entre el pasado y el presente. Perdonar a los demás es más difícil si no te has perdonado, primero, a ti misma. Puedes analizar lo que te llevó a actuar de esa manera que ahora crees equivocada. ¿La falta de experiencia, la juventud, el amor? Perdonate a ti misma por las posibles equivocaciones y mira al futuro con optimismo.
Si sientes que te hicieron daño, perdonarlos es la única de manera de hacer el duelo y continuar en un proceso de sanación personal. Recuerda que ya no puedes cambiar el pasado, pero tienes todo por hacer en el presente. No condiciones tu vida por hechos que, tal vez, ni siquiera fueron tan relevantes.
Ponte metas y objetivos
Cuanto más ilusión nos produce nuestra vida actual, menos tiempo le dedicamos al pasado. La vida está hecha de buenos y malos momentos. Saber que solo son rachas y que no condicionarán tu vida te brinda fuerza para resistir y ánimo para pensar en lo que vendrá.
Cuanto más segura estés de ti, más disfrutes de tu familia, amigos y trabajo, los problemas del pasado no tendrán sitio en tu vida. Si no tienes ese resguardo emocional puede que haya llegado el momento de hacer nuevos amigos o cambiar de empleo. No te sientas condicionada por la edad, el entorno o el dinero para volver a empezar.
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Cuidado con planificar meticulosamente el futuro
Si no dejas espacio para que las cosas salgan de manera diferente a como lo imaginaste puede que el resultado final te provoque más frustración que felicidad. Intenta no escribir los finales pero trabajar para que salgan de la mejor manera. No conocemos todas las circunstancias que nos rodean por lo que predecir el futuro, aunque sea cercano y próximo, es imposible.
Cuando nos aferramos a esta tendencia controladora de las situaciones que nos rodean nos dejamos llevar al pasado con la falsa creencia de que fue mejor. Que allí, en un tiempo remoto, todo era diferente y valioso. El presente es el único sitio en el que puedes actuar, recuerda que eres todo lo que has vivido, aprendido y superado.
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