Mejora la forma y resistencia física, regula la presión arterial, mejora la flexibilidad y la movilidad de las articulaciones, aumenta la fuerza muscular, incrementa la autoestima, rebaja el estrés… Resulta incuestionable que la práctica de ejercicio de manera regular reporta numerosos beneficios, tanto físicos como mentales. Además, es esencial para la prevención de enfermedades de diversa índole. Sin embargo, un análisis llevado a cabo por el Institut d'Investigacions Biomèdiques August Pi i Sunyer (IDIBAPS) y el Hospital Clínic de Barcelona, presentado en el Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), apunta que el ejercicio físico de elevada intensidad ha demostrado ser dañino a nivel de las aurículas y el ventrículo derecho (no así el izquierdo), incrementando el riesgo de padecer arritmias.
Tal y como apuntan los expertos, los deportes que conllevan un mayor riesgo de arritmias son aquellos considerados de resistencia, como el ciclismo o el atletismo, al multiplicar por cinco los litros de sangre que bombea el corazón cada minuto. Los de equipo y de fuerza (pesas, gimnasio…) "no han demostrado ser perjudiciales en este sentido", según el doctor Eduard Guasch, uno de los firmantes del estudio.
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¿Cómo afecta el deporte a nuestro corazón?
El corazón es el órgano que soporta mayor sobrecarga durante el ejercicio. "La actividad física supone un aumento de la demanda de oxígeno por el miocardio (corazón) y un aumento de las hormonas del estrés, lo que conlleva un aumento del riesgo cardiaco", explica la doctora Araceli Boraíta, coordinadora del Grupo de Trabajo de Cardiología del Deporte de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). La especialista incide en que este riesgo dependerá del estado de salud cardiovascular de cada individuo. "Las cardiopatías pueden presentar una disminución del gasto cardiaco (volumen de sangre circulante en litros por minuto) en reposo y una alteración en el intercambio gaseoso del oxígeno y del anhídrido carbónico, lo que puede producir una disminución de la capacidad funcional o forma física", continúa. En estas circunstancias, la respuesta del sistema cardiovascular al ejercicio puede estar alterada siendo necesario conocer antes de iniciar un programa de actividad deportiva la tolerancia al ejercicio y el riesgo cardiovascular.
¿Qué precauciones debemos tener en cuenta?
Antes de iniciar un programa de ejercicio hay que conocer en qué situación nos encontramos y si realmente estamos capacitados para realizar esa actividad. En un principio todos nos consideramos capacitados para hacer un deporte, pero eso realmente no es así. "Por un lado, las demandas cardiovasculares son distintas de un deporte a otro y, por el otro, la intensidad a la que se practique puede ser muy dispar entre diferentes personas, lo que hace que las exigencias cardiovasculares sean distintas", apunta la doctora. En consecuencia, Araceli Boraíta insiste en que, antes de iniciarse en una actividad deportiva, especialmente aquellos que nunca han hecho deporte, deberían realizarse un reconocimiento médico deportivo destinado a conocer su estado de salud y su capacidad física. Un ‘examen’ que nos permitirá disfrutar del deporte y todos sus beneficios sin riesgos.