Antes de pasarte con el alcohol, revisa sus efectos (sobre todo, si empiezas una relación)

Nuestro cuerpo no se queda impasible cuando le damos alcohol, una sustancia que parece desinhibirnos, pero que hace estragos. Y puede arruinar una bonita relación. Así que esta Nochevieja, no te pases.

por Nuria Safont

Quedan pocas horas para la Nochevieja, una cita mágica en la que despediremos el año y daremos la bienvenida al 2020. Una fecha que se presta a las reuniones entorno a una mesa bien repleta de comida y, por supuesto, de alcohol. Y es que aunque sepamos que esta sustancia no le hace ningún favor a nuestro organismo, en días señalados son pocas las personas que renuncian a consumirlo. Una copa de forma esporádica no hace daño. El problema es el hábito y, por supuesto, excederse. Así que no está de más que te recordemos qué puede pasarle a tu cuerpo si te pasas con el alcohol, responsable de muchos accidentes de tráfico, enemigo de la salud, mal aliado de la salud sexual y, por tanto, poco aconsejable si se empieza una relación. 

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Los daños del alcohol en el cuerpo 

Estos efectos en los diferentes órganos del cuerpo, según explican los expertos de Treated.com

  • Vista: se alteran las señales entre los ojos y el cerebro, por lo que se pueden notar problemas de visión y visión doble. Esto, entre otros problemas, dificulta la conducción. 
  • Cerebro: se altera el equilibrio de los químicos cerebrales y eso puede provocar alteraciones en el juicio, razonamiento, mala coordinación motora, vértigos y mareos. Nada bonito si empiezas una relación.  
  • Corazón: necesitará más oxígeno y puede latir con más fuerza y más rápido. Esto hace que aumente la presión arterial. 
  • Riñones: el alcohol causa deshidratación y afecta al funcionamiento de los riñones, haciendo que no puedan filtrar correctamente las toxinas de la sangre. 
  • Hígado: este órgano filtra el alcohol a razón de una unidad por hora (algo menos de una copa). Si se bebe más, el hígado no es capaz de filtrarlo y este circula por la sangre causando los signos de embriaguez. 
  • Salud sexual: el consumo excesivo de alcohol puede provocar disfunción eréctil. En las mujeres, afecta a la producción de fluidos vaginales que ayudan a la lubricación. En ambos, afecta al orgasmo. Por eso te decimos que, si vas a empezar una relación, no te pases con el alcohol u os puede jugar una mala pasada. 

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El peor enemigo de nuestra piel 

El consumo de alcohol obliga al hígado a trabajar el doble para liberar las toxinas que genera. Cuando no puede con todo, se puede acumular más grasa y esto, con el tiempo, puede incrementar la aparición de acné o empeorarlo. Por otro lado, el consumo de bebida alcohólicas, además, reduce los niveles de vitamina A en el cuerpo, de tal manera que a algunos problemas de resequedad y descamaciones sigue el envejecimiento prematuro de la piel. Por último, y según recuerda  LookDoré la  piel apagada, las manchas, la flacidez, la falta de flexibilidad y, sobre todo, las ojeras son algunos de los resultados visibles del consumo de alcohol en la piel. 

Daña el cerebro de los adolescentes 

Por último, no podemos dejar de hablar de los efectos del alcohol en los más jóvenes. Esta sustancia es la droga más consumida por los jóvenes y la primera, junto al tabaco, que empieza a consumirse. La edad media de inicio son los 14 años. Según el director del Instituto de Neurología Pediátrica de Andalucía, Manuel Antonio Fernández, hay estudios que demuestran que el cerebro de los niños sigue desarrollándose más allá de la adolescencia. Esto, unido al efecto dañino sobre las neuronas, supone que el desarrollo neurológico puede verse afectado ante el consumo continuado o incluso puntual. Derivado precisamente de ese daño directo, el alcohol puede provocar la muerte celular de las neuronas ya maduras. De esta forma, provoca empeoramiento de las capacidades cognitivas o mentales ya alcanzadas a cualquier edad.

Por otro lado, el consumo de cantidades elevadas de alcohol en periodos cortos de tiempo provoca cuadros agudos y graves de intoxicación etílica que son potencialmente letales. A largo plazo, el consumo de cantidades no tan altas pero continuadas de alcohol, provoca alteraciones en diferentes órganos además del cerebro. Este tipo de consumo genera una progresiva dependencia que, a largo plazo, asocia síndrome de abstinencia y un deterioro global evolutivo tanto neurológico como general.

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