¿Son las relaciones a distancia la excusa perfecta para controlar a la pareja?

En las relaciones a distancia se suelen permitir ciertos comportamientos que, con el tiempo, pueden resultar peligrosos y nocivos.

Por Laura Bech

Cuando hablamos de una relación a distancia, siempre es bueno distinguir los motivos por lo que la pareja está separada. Las causas pueden ser muchas, a simple vista muy reales, pero ten cuidado de no convertir la distancia en un instrumento de control.

No es lo mismo si comenzaste la relación de manera virtual, ya separados físicamente, que si por determinados motivos os veis obligados a separaros. También influye si el tiempo distanciados es determinado, uno meses o un año, o permanente.

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Llamadas a cualquier hora y en cualquier momento

Probablemente no hablarías tanto con tu pareja por teléfono si estuvierais en la misma ciudad. Sin embargo, hay ciertas `licencias´ que se permiten por el solo hecho de comprender que, la cantidad de kilómetros que os separan, las justifican. Si en la relación las llamadas son constantes y tu pareja necesita saberlo todo de ti, puedes estar frente a un vínculo basado en el control y los celos. Donde la distancia es solo una excusa para acceder a una información que no es necesaria para el vínculo. 

Si la pareja está consolidada y la distancia es algo momentáneo, la relación se enfrenta a cambios sutiles, como un aumento en las llamadas telefónicas, mensajes o videoconferencias. Se supone que existe una base de confianza que no pondrá en peligro el vínculo. Si tu pareja suele llamarte durante la comida, o cuando estás volviendo a casa, si te gusta enviarle mensajes a  media mañana o antes de irte a dormir, se entiende que algo similar haríais si estuvierais juntos. Hay un pequeño aumento de presencia virtual que solo intenta cubrir el vacío que deja la presencia personal. 

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Es importante reconocer los motivos que os llevan a vivir separados. Si la relación surge a la distancia las pautas de comunicación deben estar presentes desde el primer momento. Dependen de la edad, el tiempo disponible, la diferencia horaria y la vida que cada uno lleve en la ciudad donde resida. Eres la mejor persona para distinguir si el vínculo es sano y aporta momentos de felicidad a tu vida o si, por el contrario, te sientes controlada y vigilada por tu compañero sentimental.

Si tu pareja aprovecha la distancia para  conocer al detalle todo lo que haces, podría ser un vínculo peligroso. Es cierto que, en ocasiones, la separación física y la falta de momentos compartidos, genera cierta inseguridad. Los temores personales es mejor hablarlos pero, bajo ningún concepto, sirven de excusa para controlar al otro. 

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Es mejor la calidad que la cantidad

Cuando en una pareja la comunicación no es respetuosa y no sirve para construir y consolidar el vínculo, caemos en la posibilidad de hablar mucho, pero aportar poco. Que tu pareja te envíe mensajes cada 20 minutos para saber cómo y dónde estás podría no significar que te eche de menos, sino que se siente insegura y con los mensajes pretenden armarse una idea de lo que haces y con quién estás. 

Una pareja a la distancia vive situaciones diferentes a las de una pareja que está cerca. Para que ninguna de las partes sufra o experimente cambios que perturben el vínculo, es importante la confianza que os tengáis y el compromiso por el vínculo que cada uno sienta. Las redes sociales se vuelven un instrumento más de comunicación, con todo lo que ese soporte acarrea. Recuerda que, no compartes una imagen solo para tu pareja y que los comentarios que recibas o realices, la persona que quieres los leerá.  A menudo, estas plataformas producen mucha confusión e inseguridad. 

No deberías dejar de conocer gente, socializar, estudiar y seguir haciendo todo aquello que te gustaba y te hacía bien. Procura que la llamada o la videoconferencia con tu pareja no interfiera en esos momentos, ni los interrumpa. La distancia no es una excusa para que dejes de hacer aquello que te gusta, por si tu pareja te llama. Cuando se mantienen estas relaciones, ambas partes deben saber que, si uno no contesta o no puede hablar, no es algo personal. Que cada uno mantenga su espacio y el contexto en el que siente que crece como persona ayuda a que el vínculo también madure y no caiga en una relación de control y sumisión, donde uno es el que llama y averigua y el otro el que espera paciente la llamada.

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