Haz teatro y conviértete en la persona que quieres ser
El entrenamiento actoral conecta con las emociones, los miedos y ayuda al crecimiento personal.
Cuando pensamos en teatro solemos creer que es una actividad para los demás. Que todo el esfuerzo realizado por la compañía, productor, director y músicos, se basa en brindar un espectáculo que emocione al espectador. Sin duda que es así, pero actuar también nos permite acceder a herramientas para el conocimiento personal que serían difíciles de hallar en otras circunstancias.
Esa misma emoción que toda buena obra de teatro busca acercar en el espectador, la siente el actor. Los beneficios del teatro pueden ser terapéuticos tanto desde lo emocional como en lo físico.
El teatro te vuelve más creativa
Especialmente cuando lo estudias. Ciertos trabajos grupales requieren de tu ingenio para desarrollarlo. En las clases de teatro es frecuente trabajar la interpretación desde la espontaneidad y la reacción inmediata.
Si la etapa de aprendizaje y el ensayo ha quedado atrás, la creatividad muta. Cuando estás lista para subirte al escenario, la necesidad de 'apoderarte' de ese personaje, transitarlo y luego dejarlo descansar hasta la siguiente función, requiere de un proceso único y personal.
¿Qué si te toca el personaje malo malísimo? Es otro de los motivos por los que la creatividad está tan presente en esta actividad. Cuando el personaje que tienes que interpretar es conocido por ti o te resulta fácil de recrear, hacerlo requiere de imaginación, sin duda. Sin embargo, cuando tienes el personaje menos empático, el más cruel o el menos expresivo de toda la obra, si no te dejas llevar por la creatividad más absoluta será difícil que lo logres.
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La empatía y las habilidades psicomotrices
Ponerse en la piel de un personaje hace que dejes, por un tiempo limitado, tus problemas de la lado. Tu manera de ser en la realidad solo servirá para darle vida a un ser que, en la mayoría de los casos, no tiene similitudes contigo. Al darle voz, ritmo, pensamientos colaterales y hasta gestos hace que contemples de otra manera a los demás. Hacer teatro humaniza.
Practicar teatro desde una edad temprana favorece la psicomotricidad gruesa. De adultos nos ayuda con la elasticidad y la coordinación corporal. Trabajamos también la psicomotricidad y somos capaces de explorar nuevos movimientos. El teatro aéreo es un ejemplo de como el cuerpo se acomoda y adapta a un espacio diferente al cotidiano.
El teatro puede mejorar tu manera de comunicarte
Cuando practicas teatro tienes que aprender distintas formas de comunicación. Dependiendo del personaje al que des vida, te acercas a distintas formas del comportamiento humano y debes hacerlo creíble y entendible.
Cómo proyectar la voz, cómo te ubiques en el escenario y cómo interactúas con tus compañeros de reparto hace que adquieras nuevas técnicas de comunicación, tanto gestuales como verbales. Algo que luego podrás aplicar en tu vida cotidiana, si eres tímida o te cuesta enfrentarte a un público masivo.
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La adrenalina y superación personal
Actuar es una manera de canalizar emociones personales y de enfrentarte a tus propios límites. Cuanto más complejo sea el personaje más extrema será la sensación y el aprendizaje de hasta dónde puedes llegar.
Cuando te expones a los demás en un escenario, dejas de lado la vergüenza, los complejos y los miedos más íntimos. Algo que, cuando acaba la obra, genera una adrenalina tal que no te reconoces en la mujer que una hora antes memorizaba el texto.
El teatro ayuda a la superación personal y aumenta la autoestima. Por no mencionar que mejora a la capacidad de concentración y refuerza la memoria. Es una actividad que permite incluir tus experiencias de vida, emociones, frustraciones y miedos. Cuanto más puedas poner de ti en la creación del personaje más unida a él estarás.
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